La historia de Joaquín: cuando el fútbol es mucho más que patear la pelota
Joaquín Uriel González tiene 9 años y nació con el síndrome de San Filippo tipo 3A, una enfermedad metabólica que le produjo un retraso madurativo, hipoacusia y le impide hablar. Hace unos meses empezó a asistir a la escuelita de fútbol infantil de Caleta Córdova y le cambió la vida. “Lo llevamos y anduvo bien, le encanta, él está re contento”, contó su mamá Eliana a ADNSUR.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – Con el siete en la espalda y la sonrisa dibujada en su rostro, Joaquín se prepara para patear la pelota. De la mano de su papá, Jorge González, dueño del mediocampo en el Caleta Córdova campeón, y ante la mirada de uno de sus entrenadores, el pequeño toma envión y la pelota rueda sobre el verde césped llevando mucho más que fútbol.
Joaquín tiene sÓlo 9 años y convive con el síndrome de San Filippo tipo 3A, una enfermedad metabólica rara que le produjo un retraso madurativo, hipoacusia y le impide hablar.
Hace un tiempo comenzó a entrenar en la Escuela de Fútbol Infantil del equipo del puerto, que dirigen Fernando Vargas y Gabriel Delgado, y le cambió la vida, asegura Eliana, su mamá, quien dialogó este viernes con ADNSUR.
“Lo de futbol está buenísimo. Mi marido habló con los profesores cuando se comenzó a crear la escuelita, les comentó y le dijeron que lo lleve para que pruebe. Lo llevamos y anduvo bien; le encanta, él está re contento. Ayer tuvieron un encuentro en el DeÁn Funes con los nenitos de Oeste y andaba feliz corriendo. Como yo le decía a los profes: él no va siempre a la pelota porque por ahí se cuelga, pero lo bueno es que se divierte, lo pasa bien”, contó la joven.
Eliana cuenta que Joaquín va acompañado por su marido o por ella, cuando él sale tarde de trabajar. Es que el pequeño de esa forma se siente más seguro y puede disfrutar de la actividad.
Al principio, confiesa Eliana, Joaquín despertaba curiosidad en sus compañeros, principalmente por el audífono que lleva en el oído. Algunos hacían preguntas y otros lo miraban. Sin embargo, con el paso de los días todo se volvió más cotidiano y en cada entrenamiento además de táctica y técnica aprendieron integración.
“De a poquito los nenes lo van integrando. Ellos ven que juega con nosotros cuando hacen partidito y le pasan la pelota, lo esperan a que pateen los penales, le dan su tiempo”, contó Eliana, asegurando que esto es un aprendizaje para Joaquín, ellos, los niños y también los entrenadores.
Joaquín y su familia tratan de llevar una vida normal. De lunes a viernes él asiste al Centro Terapéutico y Educativo Nandhy, donde realiza terapia ocupacional, kinesiología y asiste a las clases de fútbol a unas cuadras de su casa. Además cada seis meses viaja a Buenos Aires a control.
ientras tanto la medicina investiga a fondo esta enfermedad rara que padece este pequeño comodorense, quien enseña que el fútbol también es integración.
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