Uno de los términos que más relevancia que adquirió relevancia en los últimos años es el “drop” de las zapatillas. Pero, ¿qué es exactamente el drop? Y, sobre todo, ¿Es importante a la hora de elegir una zapatilla para correr? ¿Es que hay un drop mejor que otro?

¿Qué es el drop?

La forma “correcta” de medir el drop sería internamente y sin la plantilla puesta. Cada marca lo mide desde puntos distintos de la zapatilla, pero asumimos que la metodología de medición no varía mucho de una a otra. La mayoría de las zapatillas que hay en el mercado tienen un drop entre 0 y 13 milímetros. Un número al que muchos corredores están dando un carácter sagrado, llegando a dudar entre dos zapatillas que tienen 6 y 7 milímetros de drop, respectivamente.

También hay que tener en cuenta la talla. En una talla 48, por ejemplo, un drop de 8mm significa una pendiente mucho menos pronunciada que en una talla 41 -mucho más corta- y por tanto el comportamiento podría varíar mucho si el drop fuese realmente determinante.

¿Qué significan los milímetros de drop?

En los últimos años se ha propagado la teoría de que, a menor drop, mejor es la zapatilla. ¿Es cierto? No. Es, simplemente, una zapatilla distinta.

• Drop alto: de 8 a 13mm

En general, un drop alto (igual o mayor a 8 milímetros), suele ir ligado a las zapatillas de entrenamiento con mucha amortiguación y que ayudan a aterrizar el pie con el talón o mediopié.

• Drop medio: entre 4 y 8mm

El drop medio (entre 4 y 8 milímetros) está relacionado con zapatillas de natural running (zapatillas flexibles que sirven de transición entre las zapatillas de drop alto y las de drop bajo), zapatillas de competición (voladoras) o mixtas.

• Drop bajo: menos de 4mm

Las zapatillas con drop bajo (menor de 4 milímetros) suelen asociarse al minimalismo, aunque no es condición suficiente. Estas zapatillas, además, tienen que ser muy flexibles y poseer un perfil bajo (las alturas del talón y puntera tienen que ser bajas).

¿Cómo influye el drop de una zapatilla cuando corremos?

Por la simple forma de la zapatilla, los modelos con menos drop nos ayudarán a pisar con la parte media del pie o con el antepié en vez de con el talón.

Y, por regla general, es mejor pisar con el mediopié o el antepié, pero siempre que se tenga la musculatura adecuada para hacerlo. Es decir, que los gemelos estén fortalecidos, el tendón de Aquiles preparado, los músculos isquiotibiales sean tan fuertes como los cuádriceps, el tren inferior en su conjunto sea bastante flexible, etc.

Con esa afirmación, cabría pensar que las zapatillas con drop más bajo son mejores, pero… no es así. Pasar de golpe de zapatillas amortiguadas a zapatillas minimalistas o con poco drop y perfil bajo suele dar más de un disgusto

En un mundo ideal -en el que no hubiésemos llevado zapatos y zapatillas en todos nuestros años de vida, o en el que hubiésemos calzado zapatos sin apenas amortiguación y sin drop- tendríamos unos gemelos y sóleos más fuertes, la musculatura estaría acostumbrada y seguramente habríamos corrido siempre aterrizando con la parte media del pie.

Desde pequeños, llevar calzado amortiguado nos ha hecho más “cómodos”. Nos hemos aprovechado de las ventajas de la amortiguación (más blandita, en principio más cómodo y menos lesivo) pero, a largo plazo, ha hecho que nuestro tren inferior se vuelva vago.

Por lo tanto, pasar de golpe de zapatillas amortiguadas a zapatillas minimalistas o con poco drop y perfil bajo suele dar más de un disgusto.

Entonces, ¿es el drop realmente importante?

Sí, lo es, pero hay muchas otras variables que también lo son a la hora de elegir una zapatilla para correr. Por ejemplo, el peso, la cantidad de amortiguación, la altura del perfil, la anchura de la horma, la flexibilidad del conjunto, etc.

No podemos obsesionarnos con el drop de las zapatillas.

¿Qué drop es el adecuado para mí?

Pues depende de tu historial deportivo hasta la fecha. Si hasta ahora has estado utilizando zapatillas con mucha amortiguación y un drop alto, es una locura pasar a entrenar con unas zapatillas de menos de 4mm.

Lo mejor es que sigas entrenando la mayor parte del tiempo con ese calzado, pero, quizá, puedes hacerte con unas zapatillas con drop intermedio o bajo para correr centrándote en mejorar tu técnica y no tu ritmo. Al principio sólo 10 minutos por semana, luego 20, la siguiente 30 minutos.

La palabra clave es adaptación. Deja que tu tren inferior se vaya acostumbrando al cambio.

Haz ejercicios de fortalecimiento después de los entrenamientos para que el tendón de Aquiles, los sóleos y los isquiotibiales se vayan haciendo al cambio. Sólo así podrás hacer una buena transición hacia zapatillas con menor drop y lograr una técnica de carrera más eficiente.

Fuente: http://www.runnics.com

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