Comodoro, entre las ciudades con mayor desigualdad en ingresos
La realidad se explica del siguiente modo: los sectores que concentran los mayores ingresos de la población (alrededor del 30%), acceden a casi el 50% de la riqueza circulante, mientras el otro 70% de la ciudad se reparte la otra mitad del ingreso.
Isabel Latorre, referente de la CTA, describió situaciones que reflejan el impacto de la crisis, en barrios y escuelas, por su rol de docente, a lo que Ana Vidal, desde la Biblioteca Popular del barrio Quirno Costa, aseguró: “la pobreza estructural nunca fue atacada, siempre hubo hambre en algunos sectores, porque el gobierno anterior tampoco atacó la pobreza estructural, aunque sí la asistía. Donde se ha acentuado es en sectores que tenían buen ingreso y hoy sienten el impacto. Por ejemplo, recibimos un pedido de una señora esposa de un petrolero que ganaba 35.000 pesos y le bajaron el sueldo a 22.000, solicitándonos ayuda en útiles escolares.
Hoy es difícil reconocerse como pobres: vamos a tener serios problemas de violencia, por lo que debemos trabajar en la prevención. El hambre ya estaba, no con esta cantidad de nuevos pobres, que en el país suman un millón y medio y que también están en Comodoro, pero todavía no se admite y mucha gente siente vergüenza de reconocerse como tal. Hay una parte de la dignidad que no te la jugás de la noche a la mañana, lo que significa perder un lugar y mandar a tu hijo a un comedor, de la noche a la mañana”.
Estos testimonios parecen complementar lo que a nivel de estimaciones se va conociendo en la ciudad, ya que el Departamento de Estadística y Censos de Chubut aún no tiene actualizados los informes de desempleo del corriente año y todavía refleja la situación del año pasado, muy diferente a la actual.
HAMBRE EN COMODORO
“En Comodoro hay hambre y cada vez más comedores”. La frase expresada por una dirigente de la CTA el día jueves, en el marco de una olla popular organizada en el barrio Quirno Costa, provocó impacto no por tratarse de algo totalmente nuevo o desconocido en la historia de la ciudad, sino por la forma en que se reinstala un problema que tal vez estuvo menos visible –no oculto, mucho menos resuelto- durante los últimos años.
Comodoro Rivadavia es una de las ciudades con mayor grado de desigualdad en el país, midiendo ingresos de los sectores más altos contra los más bajos, por lo que la crisis social por efectos de las variables económicas como pérdida de empleos e inflación –y sus nuevos incrementos a partir de el descongelamiento de tarifas- plantea uno de los interrogantes más profundos de cara al futuro cercano.
¿La crisis empezó en los últimos meses, o es consecuencia de situaciones anteriores? En la respuesta a esa pregunta se debate hoy gran parte del país, según se esté de un lado u otro de la división conocida como “grieta”, sin que se vislumbren por ahora las puertas de salida a la situación de quienes más sufren.
Desconocer que el problema existía en diciembre de 2015 es tan obtuso como negar que se ha agravado en los primeros meses de 2016. Así lo consignan fuentes oficiales, con argumentos que dan la razón a un lado y otro. El informe “El estado del Estado”, recientemente presentado por la Presidencia de la Nación, según había comprometido Mauricio Macri en su discurso inaugural, hace mención a la situación social existente en el país al momento de asumir:
“En diciembre de 2015, Argentina carecía de estadísticas oficiales sobre la situación social de sus habitantes. Sin embargo, según un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, el 29% de la población vivía en situación de pobreza y el 6% en la indigencia en el momento del cambio de gobierno.
IMPACTOS
El intendente Carlos Linares reconoció semanas atrás que los “despidos por goteo” en el petróleo superan los 2.000, pero no es ahí donde está el problema de mayor urgencia hoy: quien se desvincula cuenta con una indemnización y aun con toda la angustia que ello supone, por ahora está en la perspectiva de evaluar cómo reinsertarse en otro empleo o reorientar su actividad.
El impacto inmediato y dramático se sufre en la parte más baja de la escala social: las changas que dejan de reclamarse, desde pequeñas obras de mejora en una casa o servicios básicos como limpieza de patios o incluso servicio doméstico, dejan de ser prioritarios en el marco de reacomodos de la economía en los sectores medios.
A ello se suma el deterioro de ingresos por efecto de la suba de precios y los reacomodos que volverán a producirse con los tarifazos de la luz y el gas: no sólo el 400% del gas que afectará a los usuarios residenciales, sino el “limitado” 500% que impactará en los comercios, que a su vez podría traducirse en nuevas subas de precios.
Sabina, una mamá de la Fracción 14, de populoso crecimiento en la zona sur de la ciudad en los últimos años, da una de las claves de cómo espantar estadísticas y datos martirizantes de la realidad: en el merendero que ha construido en su casa, atiende a casi 100 chicos todos los sábados. Le gustaría poder ayudar más días a la semana, ante la creciente demanda, pero hace lo que puede, ya que su marido perdió el trabajo y hoy tiene otro, aunque gana mucho menos que antes.
El Estado municipal y provincial deberán prepararse para empezar a atender estas situaciones y fortalecer los espacios que brindan contención. Desde el Concejo, una ordenanza para dejar la mitad de las donaciones en supermercados apunta a brindar más recursos, pero la eficacia de esa ayuda será limitada, ante otros indicadores propios de la economía municipal: la baja de ingresos por regalías ya implica serios interrogantes y esta semana se anunció que las partidas de subsidios al transporte no serán incrementadas, por lo que en el horizonte cercano aparece un aumento de tarifas del transporte.
La deuda social, con todo su peso específico, ha vuelto a ser una realidad tan cruda como este invierno en la ciudad.