CAPITAL FEDERAL (ADNSUR) - Esta semana la Justicia Comercial decretó finalmente la quiebra de la cadena de electrodomésticos Lucaioli y Saturno Hogar. Ahora sus más de 500 ex empleados esperan cobrar, al menos, algo de los salarios e indemnizaciones adeudas.

La historia se remonta al año pasado cuando la empresa presentó la convocatoria de acreedores. En ese momento tenía más de 30 locales distribuidos en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego.

En aquel momento la compañía contaba con deudas bancarias por más de $150 millones a las que no podía hacer frente en lo inmediato. Con la convocatoria de acreedores abierta buscó refinanciar pasivos, pero al poco tiempo la situación volvió a complicarse y en abril de este año, finalmente, cerró inesperadamente todas sus sucursales.

A partir de ahí la incertidumbre fue total para sus empleados pero por más que se barajó un sinfín de posibilidades, como que podía armarse una cooperativa, todo derivó en la quiebra.

Según detallan desde el sector, la empresa había iniciado un fuerte proceso de expansión años atrás, lo que explica en parte su alto nivel de endeudamiento. Pero la caída de las ventas complicó el panorama. La apertura del concurso de acreedores llegó además en un pésimo momento porque la demanda estuvo lejos de recuperarse y además se desató una profunda crisis económica derivada de la devaluación del peso.

A partir de ahora lo que resta es que se liquiden los activos de la empresa y que lo obtenido se reparta entre los acreedores, entre los cuales se incluye a los ex empleados, bancos y proveedores. En este contexto, voceros sindicales denunciaron en su momento que queda poco por liquidar porque los dueños concretaron lentamente un vaciamiento de la empresa entre la apertura del concurso de acreedores y el cierre de los locales.

Tal como destaca ámbito.com, más allá de este anunciado final para esta empresa, la realidad demuestra que actualmente todas las cadenas dedicadas a la venta de electrodomésticos enfrentan una complicada situación financiera.

Uno es el caso de Musimundo, uno de cuyos principales dueños, la sociedad Carsa, continúa cerrando locales. Presentó el concurso preventivo de acreedores y cuando parecía que podía salir a flote incumplió el pago de una de sus ON emitidas en la Bolsa.

Por su parte, Ribeiro presentó la apertura de un procedimiento preventivo de crisis y en el último año sus ventas cayeron 50%. Acumuló en su balance una pérdida de más de $1.378 millones.

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