La primera vez que Franco se acercó a los bomberos voluntarios fue gracias a la escuela. Hizo la primaria en la 171 y un día su maestra los llevó a visitar el Destacamento 2 de Kilómetro 8, aquella unidad que quedaba a solo cuatro cuadras de su casa. Para él fue toda una aventura, el inicio de un vínculo que se iba a acrecentar con el paso de los años y que lo iba a llevar a integrar las filas de aquel cuartel.

En la actualidad, el Destacamento 2, ya no es el lugar que recuerda ese niño que también soñaba con ser médico. La Asociación de Bomberos y sus integrantes, con ayuda del Estado, han hecho crecer la unidad en infraestructura y cada día crece un poquito más. Franco y sus compañeros lo viven con orgullo y compromiso, como en cada emergencia que se les presenta en el día a día. 

“Ser bombero es algo muy lindo”, admite Franco en diálogo con ADNSUR. “En mi caso crecí muy cerca del cuartel, pero sinceramente nunca fui un nene que se vestía de bombero o que decía ‘quiero ser bombero’. Sí me acuerdo cada vez que sonaba la sirena y veía que el camión iba cerca lo corría e iba a ver que hacía porque me llamaba la atención y el primer acercamiento que tuve fue en la primaria, cuando me trajeron a ver el Destacamento. Me acuerdo que me mostraron un hacha y un par de cosas más”. 

El Destacamento 2 sigue creciendo en Kilómetro 8.

Por ese entonces, Franco ya soñaba con ser médico, el oficio que descubrió en una visita al consultorio. “Me acuerdo de una sensación de todos esperando al médico, mucho frío, la gente con cara de molestia y cuando llegó el médico se solucionó todo; todos se iban felices, contentos, entramos sin ningún problema. Me acuerdo que atendió y cuando salí le dije a mi mamá que quería ser médico. Ella me dijo que me tenía que ir a otro lado, lejos, que costaba mucho, pero a mi me quedó”.

Franco es uno de los bomberos del Destacamento 2 de Kilómetro 8.

El joven creció con esa inquietud, sus ganas de ser médico y su cercanía con bomberos, algo que volvía aparecer cada tanto. La secundaría fue dura admite, mientras transitaba por varias escuela, jugaba al fútbol en Petroquímica, el club de sus amores. Eran tiempos de rebeldía y fútbol y otra vez apareció aquella idea que reflotaba siempre.

Tenía 16 años, cuando Franco otra vez quiso ingresar a la escuela de bomberos. Lo pensó, buscó información, pero desistió por una sencilla razón: las clases eran los sábados, los mismos días en que jugaba al fútbol y dijo, ‘no, prefiero jugar”.

Finalmente en la ENET 2 encontró el rumbo que necesitaba para terminar la secundaría y seguir aquella carrera que había soñado desde chico. Por ese entonces, Medicina no se cursaba en Comodoro Rivadavia, y aquellos chicos que querían hacerlo debían mudarse a otra provincia. 

Franco eligió Buenos Aires y con sus sueños a cuestas se fue a hacer el CBC a la UBA (Universidad de Buenos Aires). Fue un año intenso que terminó al verano siguiente con su regreso a Comodoro para ver a su familia. Por ese entonces, ya se hablaba de la posibilidad de que se abra la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

A Franco la idea lo entusiasmaba. Le había costado mucho volver a Buenos Aires luego de las vacaciones. Así, el día que su mamá lo llamó y le contó que se abría la carrera de Medicina en Comodoro, no dudó y le pidió volver.

El joven finalmente ingresó a la carrera, sin imaginar que en esas aulas también encontrar la motivación para decidir ingresar a bomberos voluntarios. “Cuando entré, justo al año siguiente abrió la Regional de Bomberos, y yo tenía un amigo, Diego, el primer compañero de la uni con el que me acerqué, que había sido bombero y me comentaba algunas cosas. Todo lo que me decía me gustaba, así que decidimos hacer anotarnos y empezamos”.

Por ese entonces la Regional 3, la escuela de bomberos que funciona en Comodoro Rivadavia y que comprende a Rada Tilly, Sarmiento y Río Mayo, funcionaba en el Ceret, y en los cuarteles donde se realizaban las prácticas. 

Franco, entre libros y clases, finalmente completó el curso de 9 meses y se convirtió en bombero, desde entonces combina los dos oficios, soñando con graduarse como médico, algo que podría suceder en poco tiempo. 

Al joven solo le quedan tres materias: Pediatría, Ginecología y Clínica 2. Luego llegará la Práctica Final Obligatoria (PFO) y el final de una etapa. Sin embargo, admite que no ha sido fácil combinar estudios con servicios, y tampoco adaptarse al cuartel. 

“No ha sido fácil. Sinceramente en un principio me costó mucho moderar el tema de los tiempos. Me pasó que los primeros dos años tuve muchas salidas en emergencias por la cercanía en donde vivo. Entonces escuchaba la sirena y me iba, e invertí mucho tiempo acá. Eso me hizo crecer de alguna manera, pero me complicó con la carrera, hasta que pude arreglar los tiempos y ahí arrancamos mejor. También me costó mucho acoplarme al cuartel”, agrega entre risas. “Al principio fue difícil la convivencia con mis compañeros porque me costaba aceptar órdenes, pero me fui acoplando y fui entendiendo las funciones y demás”.

Franco junto a sus compañeros del destacamento.

A Franco le gusta lo que hace y también saber que ambos oficios se complementan. Cuenta que pasa todas las horas que puede dentro del cuartel, pero cuando se acercan los tiempos de finales suele alejarse, aunque siempre hay tiempo para tomar un mate con el cuartelero y hacerle compañía unos minutos. 

Por supuesto, como todos sus compañeros cumple con las cuatro guardias mensuales y la cantidad de horas mínimas que debe pasar dentro de la unidad, y siempre está listo para cuando llama la emergencia, sabiendo que su doble rol le permiten tener más herramientas cuando se trata de brindar el servicio prehospitalario en emergencias, primeros auxilios o intervenir en un rescate vehicular. 

Por supuesto, que a lo largo de estos años le ha tocado intervenir en diferentes incidentes, muchos de ellos dolorosos que se quedaron con la vida de alguna persona. “Siempre tocan situaciones feas, pero me siento preparado y me preparo para eso de la mejor manera posible, capacitando y enseñando porque cuando uno lo enseña lo fija y de esa manera yo también aprendo. Lo importante acá es estar seguro de lo que uno hace. porque si vos hiciste lo que estaba a tu alcance tenés que irte tranquilo. También permitirte fallar porque somos humanos, pero que no sea un error por falta de preparación o capacitación”.

Así, Franco sigue estudiando para poder graduarse rápidamente y cumplir su doble rol, una vocación de servicio que es parte de su vida y de lo que le gusta hacer: ayudar a otros.  

ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer