La cata de aguas, una práctica que puede parecer inusual, está ganando terreno en Argentina. Horacio Bustos, antropólogo y el único hidrosommelier del país, se dedica a catar y degustar aguas minerales, afrontando el desafío de detectar desde su apariencia visual hasta los matices en el paladar que las hacen únicas.

"Cuando hacemos una cata de agua, seguimos los mismos pasos que en la degustación de vinos: analizamos el aspecto visual, el olfativo y el gustativo", explicó Bustos a ADNSUR. "En el aspecto visual, buscamos que el agua sea brillante y transparente, algo que suele ser bastante uniforme en las aguas minerales".

En cuanto al aroma, Bustos señaló que “el olfato debe percibir los minerales disueltos, a lo que se le llama TDS (Total de Sólidos Disueltos). Dependiendo de la cantidad de minerales, puede haber aromas más o menos pronunciados”, detalló. 

Pero donde realmente se pone a prueba la pericia de un Hidrosommelier es en el análisis gustativo. "Aquí es donde se destacan las diferencias entre las aguas". Para el especialista, lo que marca el carácter de un agua son los minerales que contiene, principalmente los diez tipos más comunes: sodio, calcio, magnesio, potasio, bicarbonatos, sulfuros y fluoruros, entre otros. "Estos minerales le otorgan características particulares a cada agua, desde un sabor más dulce y suave hasta notas más secas o amargas. Hay aguas que son más ligeras y otras más intensas en boca, y eso depende de su grado de mineralización", detalló el experto, quien llegó a catar cien tipos de aguas distintas en un lapso de tres horas.

Bustos, el hombre que viaja por el mundo como catador de  agua.
Bustos, el hombre que viaja por el mundo como catador de agua.

Pero, ¿cómo se posicionan las aguas argentinas en este panorama? Según Bustos, nuestro país tiene una ventaja notable: "Las aguas de Argentina se caracterizan por tener baja mineralidad, con un total de sólidos disueltos que rara vez supera los 600 miligramos por litro. Esto las hace ideales para el consumo, sin problemas de exceso de sodio u otros minerales". Esta calidad se debe, en parte, a la privilegiada geografía de nuestro país. "Tenemos vertientes naturales en lugares como Río Mayo, donde se obtiene un agua limpia y de excelente calidad", destacó Bustos.

Pero las aguas argentinas no solo se destacan a nivel nacional. "Cuando participé en elecciones mundiales para elegir las mejores aguas, nuestras aguas nada tenían que envidiarle a las de otros países", reveló Bustos. "Son aguas de excelente calidad que se pueden consumir sin problemas".

El ejercicio de catar y luego valorar un agua resulta subjetivo. "Hay gente que le puede gustar aguas intensas, con cuerpo incluso aptas para maridar con una comida. En Europa, tanto España como Francia, Italia hay varios países donde las aguas suelen tener mucha mineralidad", explicó el experto.

Los sommelier no se detienen.
Los sommelier no se detienen.

En ese sentido, Bustos no recomienda las aguas de baja mineralidad para acompañar platos fuertes como un asado. "Sí van muy bien para acompañar pescado no muy graso, con alguna ensalada. La persona que no consume vino y consume agua tranquilamente puede maridar pescado o cualquier pollo, pero si tenemos aguas más intensas y con gas, ahí sí, nos vamos por otro lado porque en algún punto necesito agua para limpiar las papilas gustativas", detalló.

Más allá de ser considerada una bebida simple y sin mayores atributos, el agua mineral ha encontrado en la cata un nuevo mundo por descubrir. Gracias a expertos como Horacio Bustos, el único hidrosommelier del país, las aguas argentinas han logrado destacarse tanto a nivel nacional como internacional, demostrando una riqueza de matices y calidad que las posiciona como una alternativa cada vez más valorada.

"Cuando la gente comienza a catar aguas, se sorprende de la diversidad de sabores, aromas y texturas que pueden tener. Es todo un universo por explorar", reflexiona Bustos. Y es justamente esa exploración la que lo apasiona, en la búsqueda constante por revelar los secretos que se esconden detrás de cada gota.

Lejos de ser una práctica elitista, la cata de aguas se perfila como una tendencia que gana cada vez más adeptos, en la medida en que los consumidores se animan a descubrir un mundo que va mucho más allá de la simple hidratación. Un mundo que, en el caso de Argentina, tiene mucho para ofrecer.

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