El momento que se vive es tan lógico como inevitable: el recuento de votos está generando en las fuerzas políticas que salieron perdedoras, una ola de reproches, pases de factura y reacomodamientos. A futuro se avizora algo que ya anticipamos después de las PASO: el armado de amplios frentes con partidos provinciales y espacios diversos, con el común denominador del “eclecticismo pragmático” para sobrevivir.

Después del domingo, algunos partidos tienen las dudas lógicas del crecimiento, como ocurre con el PRO y con el Pich. La fuerza creada por Mauricio Macri y que conduce Nacho Torres en Chubut, fue la gran ganadora de todo el proceso, venciendo no sólo al Frente de Todos, sino al radicalismo en la interna previa y plantándose como el partido más fuerte dentro de la alianza.

Ahora Torres tiene el desafío de consolidar un armado para 2023, mientras su figura pasó a acaparar todas las miradas: se convirtió en el enemigo público número uno de todo el justicialismo, el arcionismo y buena parte del radicalismo. Es el hombre a vencer, y deberá ser muy cuidadoso a la hora de cerrar acuerdos para dentro de dos años.

En el caso del Partido Independiente del Chubut, fue la gran revelación de estas elecciones con una suma asombrosa de 44 mil votos, y ahora debe evaluar la estrategia para cumplir con la expectativa generada. En dos años, se vienen elecciones municipales y provinciales, y armar listas en la mayoría de las localidades no es nada sencillo. Por ahora, le robó el protagonismo provincial al Chusoto, al que relegó a un cuarto lugar sacándole 15 mil votos de ventaja.

El PRO y el Pich, ganadores en el resultado chubutense.

Seguramente el partido creado por Mario Das Neves deberá barajar y dar de nuevo, porque el golpazo electoral fue durísimo. Siempre había tenido buenas performances desde 2015 –a excepción del papelón de retirar la lista de Alfredo Béliz en 2019- y no sólo perdió 8 mil votos desde las PASO, sino que cayó 75 mil votos comparado con la boleta que hace cuatro años llevaba a Mariano Arcioni y Rosa Muñoz para el Congreso.

Es inevitable que el “dasnevismo latente” exija hacia adentro de Chubut Somos Todos, el alejamiento de todas las figuras vinculadas al arcionismo, con Máximo Pérez Catán y Rafael Cambareri a la cabeza. Y que, de la mano de lo anterior, venga una movida de “retorno a los orígenes” a partir de algunas figuras de la familia del ex gobernador. Lo que no es seguro es que el arcionismo quiera desprenderse tan fácilmente del partido, sin antes haber formado al menos el Frente Renovador del massismo en Chubut.

¿Qué pasará con la conducción de Chubut Somos Todos?

Pero sin dudas el panorama más interesante se da en los dos partidos históricos y con mayor cantidad de afiliados en la provincia, que están viviendo por estas horas un replanteo serio de su presente (y pasado inmediato) y que deben tomar definiciones urgentes si pretenden no seguir perdiendo terreno en lo que viene. Hablamos del PJ y la UCR, cuyas realidades tienen puntos en común, pero también muchos matices para analizar.

PJ Y LA OPERACIÓN “JURASSIC PARK”

Tanto el justicialismo como el radicalismo asisten a sucesivos baños de realidad en los últimos tiempos, y saben que, si bien mantienen el respeto que les dan el nombre y la historia, ya dejaron de ser las fuerzas electorales de otras épocas, que arrastraban votos cautivos de sus militantes y sus simpatizantes.

Sería un error subestimar su poderío, pero hace tiempo que dejaron de ganar sólo con el sello. Incluso a veces, da la sensación de que sus escudos y su folclore rosquero les juegan –tanto a radicales como a peronistas- más en contra que a favor ante una porción nueva del electorado que reniega de viejas prácticas de la política que considera obsoletas.

La nueva camada de dirigentes dentro de estos espacios sabe que se tienen que amoldar a los nuevos tiempos, porque corren el riesgo de desaparecer. Y en ese camino, deben correr a un lado a las figuras del pasado que luchan por mantenerse, y que se niegan a dar un paso al costado.

En el caso del justicialismo esto es más que evidente, porque hay muchos “dinosaurios” en lugares muy visibles, que dan la imagen hacia afuera de un partido que se quedó en el tiempo, y que no sabe acomodarse a la nueva tendencia. Basta leer el resultado del domingo: Chubut votó al senador más joven del país, con 33 años; a una diputada como Ana Romero que viene de la actividad privada y que ingresó en política hace apenas cuatro años; a un emprendedor “outsider” como César Treffinger, desconocido hace tres meses para el gran público.

José Arrechea y Carlos Linares ostentan los dos cargos más importantes del PJ.

“La gente está buscando renovación, algo diferente, y nosotros tenemos a Linares y al Vasco Arrechea en los dos lugares de mayor visibilidad del partido. Vamos a contramano, eso tiene que cambiar urgente si queremos dar la imagen de que entendimos el mensaje de las urnas”, dijo a esta columna uno de los jóvenes dirigentes que está trabajando en el operativo jurásico.

Este proceso que vive el PJ de Chubut no nos sorprende, y lo vimos venir hace rato. Nadie dio crédito a estas advertencias, y se decidió apostar una vez más a la vieja fórmula del folclore y el histórico voto peronista de Comodoro, que dejó de ser tal. En nuestros análisis habíamos anticipado con mucha antelación el techo de votos que implicaba una figura como la de Carlos Linares como cabeza de lista entre el electorado “no peronista”.

Incluso nos quedamos cortos, ya que estuvo por debajo del porcentaje histórico que habíamos especulado como piso del peronismo, de entre el 30 y el 35 %, reconocido públicamente como el objetivo a cumplir por el mismo Linares. La famosa y pomposa “Lista de Unidad” que lo tuvo como la cara más visible -en un primer momento, ya que luego a destiempo lo borraron del mapa- apenas llegó a arañar un 29 %.  

Con banca nacional y privada, Julián Leunda fue el único que se animó a disputarle la lista a Linares, pero le faltó apoyo local.

Sin embargo, nadie dentro del PJ se animó a jugar una carta en contrario, salvo la aventura del joven Julián Leunda, que fue desactivada por Cristina Kirchner, la gran responsable del armado final de los nombres en Chubut y en varias provincias perdedoras. Ahora, ya con el diario del lunes, varios dirigentes reconocen en off a esta columna que “cualquiera hubiera medido más que Carlitos; la gente no lo quiere, nos costó muchísimo salir a venderlo”. Y admiten con bronca que “nadie se animó a decírselo en la cara, hubo mil reuniones, y todos se fueron al mazo”.

PARTIDO CHICO

Increíblemente, Linares se jacta ante sus íntimos -denostando en modo revanchista a todos sus críticos- de que ahora va a estar 6 años en el Senado. Hace gala de un “personalismo”, cuestionado entre otros por el intendente Gustavo Sastre, que lo llevó al ex intendente de Comodoro a ser candidato a gobernador, luego presidente del PJ y trascartón cabeza de lista de senadores. Este individualismo es el que se “llevó puesto” al espacio político en una estrategia absolutamente egoísta, que dejó al kirchnerismo con una banca menos.

Hay quienes comparan esta postura egocéntrica con la de otro veterano dirigente, como es Mario Cimadevilla: en 2009 llegó al Senado en el peor momento de su partido, cuando el radicalismo sacaba apenas 15 puntos en las urnas y expulsaba a sus figuras conocidas. Pero en ese lapso, el trelewense manejaba el partido con sus dirigentes, y tenía a todo su grupo cercano de asesores en el Congreso y la Legislatura.

Marcelo Guinle encabezó la última boleta corta con la que el PJ de Chubut ganó una elección provincial, impulsado por el gobernador Mario Das Neves en 2009.

A algunos no parece afectarles que el partido se vuelva cada vez más pequeño, siempre y cuando ellos se salven. En su mensaje la noche de las elecciones, Linares dijo que “sabemos de avances y retrocesos”. Pero la verdad es que el PJ de Chubut no gana una elección hace más de una década. La última fue la boleta legislativa armada por Mario Das Neves en 2009, con Marcelo Guinle como senador. Luego de eso, sus únicos festejos a nivel provincial fueron por arrastre de boletas nacionales del FPV en 2011, 2015 y 2019.

El diagnóstico está a la vista, pero cabe preguntarse, ¿quién le pone el cascabel al gato? O dicho más claro, ¿quién tiene el peso político para sentarse frente a Linares y explicarle que debe dar un paso al costado y dejar al partido avanzar en la renovación para aspirar a ganar en 2023?.

Por estas horas hay reuniones y muchos llamados telefónicos que están cocinando una movida. Si no logran convencer a Linares de que renuncie a la presidencia luego de esta catastrófica derrota, queda el “poroteo” dentro del Consejo Provincial del partido, donde entre 29 consejeros deberán votar para sacarlo y luego ponerse de acuerdo en qué figura lo puede reemplazar.

Algo ya empezaron a instalar esta semana figuras de segundo orden como Miguel “Coné Díaz” o la dirigente del Frente de Mujeres Justicialistas, Érica Caminoa. Y ya lo anticipó el mismo domingo de las elecciones el intendente de Puerto Madryn, Gustavo Sastre, quien pidió autocrítica y renovación, dejando de lado los personalismos.

La movida del golpe de estado en el peronismo está en marcha, pero no tiene el éxito asegurado. A muchos aún no se los consultó, y por ahora es algo incipiente que podría explotar en los próximos días. Increíblemente, el primer paso lo están dando el mismo Linares junto a José Arrechea, quienes están convocando para un Congreso Provincial con el fin de evaluar el resultado electoral, para el próximo 4 de diciembre en Comodoro. No son pocos los que creen que ese sería el ámbito ideal para pedir una votación urgente y exigir un cambio de caras.

EL DESAFIO EN LA UCR

En el radicalismo chubutense, se palpita una interna interesante. En primer lugar, fueron las urnas las que se encargaron de depurar a viejas figuras que querían seguir teniendo presencia, y que ahora quedaron en algunos casos relegados en cargos nacionales partidarios, dejando mejor parados a nuevas figuras que están en los municipios y que vienen siendo respaldados en los números.

Pero también las mismas urnas le marcaron a la UCR -que hasta aquí venía copando la parada dentro de su alianza Cambiemos-, que ahora es el PRO el que ganó mayor protagonismo en la oposición. Esto se había definido ya en septiembre, cuando la apuesta por la lista de Sergio Ongarato y Gustavo Menna, apoyada por las figuras institucionales del partido, perdió por paliza contra la boleta de Nacho Torres y Ana Romero.

Los candidatos radicales Ongarato y Menna fueron superados ampliamente por los del PRO, Torres y Romero.

Había chances de buscar la unidad y evitar esa derrota, pero hubo una mala lectura en la previa, quizás producto del ego y la soberbia de algunos protagonistas. Primero se apostó a operativos para bajar la candidatura de Torres, que fracasaron. Luego se presionó para que se caiga la alianza en Chubut, pero a nivel nacional el mensaje fue claro: había que sostenerla.

Finalmente se diseñó una estrategia con una boleta encabezada por un intendente ganador y un legislador reconocido. Pero la “ola amarilla” arrasó con todo, y ahora llegó el momento de los replanteos. El GPS radical quedó en modo “recalculando”.

En breve, se afrontarán elecciones para renovar la conducción del partido, y ése parece ser el momento ideal para dirimir fuerzas, y empezar a medir quién queda mejor parado para competir dentro de dos años. El cargo de presidente de la UCR puede ser una vidriera para salir de las fronteras municipales y comenzar a recorrer la provincia.

Se estima que en enero podría haber convocatoria para que se vote en marzo, y muchos ven en la figura del intendente de Rawson, Damián Biss, a quien puede aspirar a conducir el partido y erigirse en el rival frente a Torres para 2023. Caída la figura de Ongarato en las PASO, el capitalino Biss, el radatyllense Luis Juncos y el gaimense Darío James son quienes ostentan triunfos en sus territorios.

INTERNA INSTALADA

En las reuniones post primarias, ya se comenzó a hablar entre dirigentes que es Damián Biss la figura que buena parte del sector del radicalismo más tradicional o purista quiere postular para evitar que cope la parada lo que dan en llamar, de manera peyorativa, el “radicalismo yellow”, en alusión a aquellos dirigentes que simpatizan con el color amarillo del PRO.

Intendente de Rawson, Damián Biss.

Así caracterizan a figuras como la actual presidenta, Jaqueline Caminoa, o al comodorense Nano Raso, a quienes ven jugando para Nacho desde adentro de la UCR. ¿Será la previa de la interna del espacio a gobernador en 2023: Biss vs. Torres? Dentro de esas alternativas deberá moverse el resto del partido, es decir, figuras como Manuel Pagliaroni, Gustavo Menna, Sergio Ongarato, Orlando Vera, Mario Cimadevilla, y César Herrera, entre otros.

Por lo pronto, cuentan varios asistentes que el primer round cara a cara entre Torres y Biss se dio minutos después del acto del Teatro Español, durante la visita de Horacio Rodríguez Larreta a Trelew. Según este relato, el mismo jefe de gobierno porteño debió intervenir cuando comenzaron a volar los pases de factura por viejas sociedades con Mario Das Neves y actuales cercanías con Mariano Arcioni.

El acto en el Teatro Español tuvo un backstage picante que anticipó la disputa de 2023.

¿Quién dio la orden de bajar la caminata prevista de Larreta en Rawson? El triunfo pareció tapar varias desinteligencias de la campaña, y los roces que se generaron con la participación de algunos funcionarios del PRO contra las boletas de sus intendentes en las PASO, como ocurrió con Matías Taccetta en Esquel, o en el caso de Carlos Innocenti en Rawson.

Por el momento, hay una convivencia pacífica, pero está latente un armado con una estrategia muy compleja, en la que podrían intervenir de un lado y del otro, actores que van a jugar su propio juego, como Ricardo Sastre, Juan Pablo Luque, Adrián Maderna y el mismo Mariano Arcioni. Hoy se analizan todo tipo de cruces, en sociedades que nadie imagina todavía. Pero como se sabe, la política es el arte de lo posible. Radicales, macristas, peronistas y dasnevistas, todos pueden confluir en un armado donde va a primar el pragmatismo y que va a ser sin dudas ecléctico.

Es cuestión de ver cómo sintonizan los intereses de cada espacio, recordando que hay en marcha varios partidos provinciales que abrirán miles de alternativas. Habrá nuevos frentes con nombres raros que conjugarán Chubut, con primero, adelante, podemos, juntos, todos, y demás eufemismos que se utilizan estos casos. En realidad, serán artilugios para que nadie quede afuera y todos puedan jugar. Quién con quién, y contra quién, es lo que ya está empezando a discutirse.

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