A 65 kilómetros de Sarmiento, camino a Buen Pasto, vive Juana Huenofil, una vecina de Comodoro Rivadavia que toda su vida vivió entre el campo de sus padres y la ciudad donde creció, siendo testigo de la situación que atraviesa el Lago Musters en los últimos años. La mujer contó a ADNSUR cómo vive las consecuencias del estado del Musters, desde la sequedad de los árboles a la muerte de animales que van en busca de agua. “Es muy triste. A veces no sabés de dónde sacar fuerzas; es como que a veces a uno lo inducen a dejar todo cerrado e irse, pero no es la idea”, lamentó.

Al otro lado del teléfono, a Juana se la escucha preocupada; quiere ser escuchada y que esta vez haya respuestas. Es que nunca el lago alcanzó los bajos niveles de agua que hoy tiene.

“Estamos bastante preocupados por el problema del agua, porque ha bajado más de lo normal”, dice sin vueltas a ADNSUR. “Sabemos cuál es la situación y muchas veces hay cosas que no se dicen. A mí me toca de ambos lados, porque en Comodoro tenemos que andar cuidando el agua y acá también, porque antes la teníamos cerca, pero ahora la tenemos lejos y trae problemas; como se entró el lago para adentro hay lugares que son muy pantanosos, y al ser así los animales se van a buscar el agua, se empantanan y se mueren”.

El establecimiento La Península está rodeado por una parte del Musters, allí donde no suelen llegar las autoridades y solo sobrevuela una avioneta analizando la situación.

A Juana se la escucha preocupada y aclara que “no es por el dinero sino por el sacrificio que uno tiene que hacer para mantener lo que tanto costó a sus padres”.

Juana es la tercera generación de su familia que ha trabajado en ese campo. Primero estuvo su abuelo, luego su padre y su madre, y hace dos años, cuando falleció su mamá, al ser única hija se hizo cargo del campo. Desde entonces, pasa más tiempo en ese lugar que en Comodoro Rivadavia. 

“Es bastante preocupante lo que estamos pasando. Queremos que la gente tome conciencia porque es muy triste ver cómo perdés los animales y cómo los árboles se están muriendo. A veces no sabés de dónde sacar fuerzas. Yo porque tengo a mi esposo que es jubilado y me está dando una mano, sino es como que a veces a uno lo inducen a dejar todo cerrado e irse, y no es la idea”, lamenta.

Juana cuenta que tiene árboles pero no tiene agua para regarlos. “Decí que ha estado lloviendo y la humedad nos ayuda”, agradece en ese sentido, y cuenta cómo es la situación para abastecerse en esos lados donde el agua potable no llega.

"Tenemos pozos y cada 15 días tenemos que hacerlos más profundos para poder sacar agua. Hemos pedido ayuda a Sarmiento y a la comuna de Buen Pasto para que nos ayuden a hacer pozos. Provincia sabemos que está en una difícil situación; no tiene combustible para ayudar a los pobladores, así que cada uno se las arregla como puede, esa es la realidad, da bronca porque somos varios pobladores los que estamos sufriendo estas cosas”.

Juana asegura que nunca vio el Musters como hoy y teme que la situación empeore. “Generalmente cada 6 o 10 años baja, pero esta vez es impresionante cómo bajó. Todos los días baja un poco más. Nosotros estamos poniendo marcas y cada vez está más adentro. Se sabe cuál es el problema: las petroleras, las cosechas de cerezas donde tienen piletas inmensas, y otras cosas que se están haciendo mal, y a causa de eso estamos sufriendo nosotros como productores, las ciudades y el mismo pueblo”.

Cuando repasa los años dorados del campo, la mujer no puede evitar lamentarse. Alguna vez el Musters adornaba el paisaje por su imponencia. En esos tiempos, su padre tenía más de 100 animales que mantenía a diario. Hoy la situación es totalmente diferente: el Musters está bajo y el campo puede sostener solo la mitad de los animales. Por eso, cada pérdida de ganado pega hondo. 

“El año pasado perdí tres, y en el transcurso de este año perdí tres más. Todas vacas preñadas. Fue feo verlas y no poder sacarlas. Luchamos mucho pero no se pudo, porque es como que el barro te las absorbe y fue imposible. Eso es lo que más duele”, sentencia. Juana espera que alguien escuche la otra realidad, la que afecta a los productores, a quienes vivieron siempre frente al Musters. Es que, como dice, no quiere que la historia se repita.

“Si seguimos así vamos a terminar como el lago Colhue Huapi, que está seco, porque cada vez el lago se está yendo más adentro. No sé cómo va a terminar esto, pero es muy triste ver cómo se está cayendo todo lo que hicieron mis padres, quiero seguir hasta donde pueda”, lamentó.

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