“Malvinas es un pedacito de mi corazón. Estuve, lo viví y la llevo conmigo”, dice Raúl Guerra, el ex combatiente de Comodoro Rivadavia que 40 años después encontró la foto de él y su fallecida esposa en las Islas Malvinas y ahora quiere recuperarlas.

Raúl tiene 67 años, es suboficial mayor retirado de la Fuerza Aérea y en la actualidad trabaja regenteando unas cabañas, yendo y viniendo entre Comodoro y Caleta Olivia. “Es la única forma de mantenerme activo, que te da ganas de vivir. ¿Qué haría en mi casa mirando televisión?”, dice al respecto.

Por esas cosas de la vida, Raúl hace 20 años se radicó en Comodoro Rivadavia junto a su esposa y sus tres hijas. Por entonces estaba en los últimos años de su carrera militar y no imaginaba que este inhóspito punto de la Patagonia, aquel que había visitado por primera vez en 1982, sería su hogar definitivo.

SU HISTORIA

Nacido en Uspallata, Mendoza, un pequeño pueblito agrario, Raúl terminó siendo militar. Sabía que en su pueblo no había mucho futuro y un pariente le recomendó que ingrese a la Fuerza Aérea. Tenía solo 16 años, pero sabía que tenía que hacer algo. Poco tiempo atrás había dejado la secundaría, un internado de Mendoza, y su papá le había advertido que ‘de vago no lo iba a tener’. Así, vio en las fuerzas armadas la oportunidad para buscar un horizonte, y no se equivocó.

Raúl fue destinado a la V Brigada Aérea de San Luis, en Villa Reynols, donde terminó la secundaria y conoció a su esposa. Tenía 18 años, pero era el amor de su vida, y seis años después se casaron. 

Estaban viviendo sus primeros años de matrimonio, esperando a su primera hija, cuando a Raúl le llegó el mayor desafío de su vida: ir a la Guerra de Malvinas. 

“Me acuerdo que estábamos cuando nos enteramos de la recuperación de las islas. Nosotros no sabíamos que íbamos a ir. Primero nos mandaron a Tandil, luego a Comodoro y de ahí a Malvinas. Cruzamos en un hércules cargado de municiones antes del Bautismo de Fuego, el 1 de mayo. Teníamos que ocupar el puesto de la ROA, que estaba ocupado por personal civil. Me mandaron a mí, al suboficial Roberto Alonso que está en Villa Mercedes y al soldado José Zirk que está en Misiones”.

Raúl, que era cabo primero de la fuerza, le tocó vivir la guerra en una carpa entre Fitz Roy y Darwin. La misión del grupo era detectar información de todos los movimientos que veían y el radar no detectaba.

Estaba en las islas cuando se enteró del nacimiento de su primera hija, el 29 de mayo. “Cuando me avisaron se despelotó todo. Estábamos tomando un té y volaron los jarros. En frecuencia decían ‘nació Malvinas Soledad’, todos querían que se llame así, pero no pasó, se llama Jesica”, dice entre risas.

Admite que él vivió la guerra de una manera muy diferente a otras posiciones. El fuego enemigo estaba lejos y su tarea estaba más abocada al control y seguimiento del aire. Sin embargo, con el paso de los días la situación se volvió más compleja y, ante el avance del enemigo, el 4 de junio tuvieron que abandonar la posición para evitar ser capturados. A fin de cuentas, tres hombres en soledad poco iban a poder hacer frente al avance inglés.

UN TELÉFONO QUE SONÓ 40 AÑOS DESPUÉS

El 14 de junio de 1982, finalmente llegó el momento de la rendición, algo que en las islas sabían que era inevitable.

Como era personal militar, tras la guerra Raúl continuó con su carrera en la Fuerza Aérea y el destino lo llevó por diferentes lugares: la Fábrica de Aviones, Río Gallegos, y en 2003, cuando su hija decidió ingresar al Liceo Militar General Roca, Comodoro Rivadavia.

Finalmente en esta base aérea, luego de 35 años se retiró de la fuerza como suboficial Mayor, pero, lejos de querer irse, con su esposa decidieron radicarse en la ciudad. 

Padre de hijas y abuelo de tres nietas, hace unos años, Raúl quedó viudo, y desde entonces dedica su vida al trabajo, disfrutando de conocer gente y diferentes historias. Pero todo cambió para él hace poco tiempo, cuando recibió un llamado de un viejo camarada que cambiaría todo su horizonte.

“Una mañana estaba en casa y me llamó un amigo, un suboficial retirado que vive en Bariloche. Me dijo ‘Negro, mirá, ¿reconocés esto?’, y me mostró las fotos: una mía y otra de mi esposa. Fue llanto por todos lados, una emoción muy grande haber visto eso después de 40 años, que te vas a imaginar, tal es así que yo no lo tenía presente”. 

Parte del material que Raúl dejó en Malvinas y ahora quiere recuperar.

Raúl no sabe con certeza cómo pudieron encontrar esas fotos en el campo de batalla, pero tiene una teoría. “Una vez que tomaron Darwin los ingleses, los puestos más cercanos eran el M 7 y el M 8, entonces tuvimos que dejar nuestra posición. El puesto M 7 cae prisioneros en Fitz Roy y nosotros zafamos, porque agarramos para el lugar para el que venía el helicóptero y eso creo que nos salvó. Pero creo que la debo haber tenido en la carpa que quedó ahí, porque nosotros cortamos los vientos de la carpa para que no se viera y después del mediodía, como cruzamos un río angosto, dejamos toda la ropa mojada que nos sacamos. Ahí dejamos municiones, bolsas, excepto la antena y las baterías. El resto abandonamos todo”.

Como cuenta Raúl, ese día tuvieron que abandonar su posición y regresar a pie. Al tercer día perdieron contacto radial y al quinto fueron encontrados por personal del Ejército en el Monte Challenger.

Desde el Monte Harriet, finalmente fueron trasladados a Puerto Argentino y un día antes de la rendición fueron evacuados en un Hércules que sacó de las islas a casi 60 personas que ya no tenían funciones en las islas, entre ellos el periodista Nicolas Kasanzew.

A la distancia, Raúl cree que las fotos y su agenda quedaron dentro de la carpa o bien en el medio del campo y alguien las encontró. Lo cierto es que durante 40 años, ese material estuvo perdido en las islas, hasta que en este 2022, en el marco de la celebración por el 40° aniversario de la rendición, algo que se festeja en las islas, las fotos fueron expuestas en el museo de las islas. 

La noticia llegó a Agustín Vázquez, un historiador de Santa Fe, de 33 años, que no dudó en comentarle a Micuchi, el amigo de Bariloche que tiene Raúl. 

Así, este suboficial retirado volvió a dar con el recuerdo de su esposa y aquellos días en las islas, algo que lo movilizó por dentro. “Pienso que si han encontrado la foto, quizás encontraron mi billetera, donde estaba mi documento y mis pertenencias. Es rarísimo, pero es algo grandioso”.

Raúl ahora sueña con reencontrarse con aquella foto de Liliana. Sabe que no es sencillo, pero no pierde la esperanza. “Estamos en tratativas de ver si lo podemos conseguir. Tenemos el contacto de la gente del museo y queremos ver si podemos recuperarlo. Sino en algún momento me gustaría hacerme una escapada y sacarme una foto con esas fotos. La verdad que sería muy importante, Dios quiera que algún día lo pueda lograr, porque es algo que mantuve estando allá tanto tiempo y reencontrarlo, es algo muy lindo”, dice este combatiente que volvió a reencontrarse con aquellas fotos que acompañaron esos duros días en las islas.

En la celebración por los 40 años de la rendición argentina, algo que se celebra en Malvinas, se expusieron los recuerdos de Raúl.
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