La nueva vida de los galgos que eran usados para carreras ilegales
La Justicia y la policía actuó a fines de junio pasado a partir de una denuncia en la ciudad de Puerto Madryn. Allí se encontró a ocho perros que eran usados para correr y apostar. Tras unas semanas de cuidados, los perros cambiaron de vida por completo. "Cuando estiraba la mano para hacerle una caricia cerraba los ojitos como si fuera a pegarle o si pasaba con una escoba se hacía un bollito; eso es porque había sido golpeada”, contó una de las adoptantes.
A fines de junio, en la zona oeste de Puerto Madryn personal de la Comisaría Cuarta de la Policía intervino cuando se realizaba una carrera ilegal de perros, y logró rescatar a ocho ejemplares de galgos, que ahora tienen una nueva vida.
El organizador de la carrera fue imputado de maltrato animal y, además de los 8 perros, se le secuestró el automóvil y 70 mil pesos.
Según la ley nacional 27.330 están prohibidas en todo el país la realización y promoción de carreras de perros. “El que por cualquier título organizare, promoviere, facilitare o realizare una carrera de perros, cualquiera sea su raza, será reprimido con prisión de tres meses a cuatro años y multa de cuatro a ochenta mil pesos”, establece el artículo 2 de la ley penal 27.330, explicaron desde el Ministerio Público.
Y desde ese momento se inició el camino para darle una nueva vida a los perros.
Así, se destacó que “su vida cambió para bien”, como aseguró Patricio Watkins, uno de las personas que adoptó a los galgos rescatados de carreras ilegales tras el proceso legal.
“Comenzaron una nueva vida lejos de la explotación”, indicaron los adoptantes, y agradecieron “a Rosalía Castella, a la Comisaría Cuarta y a la Fiscalía de Puerto Madryn, especialmente a los fiscales Daniel Báez y Juan de la Vega, a la abogada Paola Laurini y a los hogares de tránsito: Cami, Leandro, Paula, Marya y Mariana”.
Contaron que al principio los perros se mostraban muy miedosos y que al igual que todos los galgos que rescató se mostraban sumisos.
"Cuando estiraba la mano para hacerle una caricia cerraba los ojitos como si fuera a pegarle o si pasaba con una escoba se hacía un bollito; eso es porque había sido golpeada”, explicó.
"Con el tiempo entendió de qué se trataba el amor y que las manos humanas también se extienden para acariciar. Pudimos cambiar la realidad de los galgos, gracias a quienes se comprometieron, denunciaron, transitaron, colaboraron, difundieron y adoptaron”, contó.