Parir en medio de la nieve, dentro de un auto y sin ayuda parece una historia de película. Sin embargo, es real y sucedió en Comodoro Rivadavia. Andrea es la protagonista de esta historia. La mujer de 38 años hace tres meses fue mamá de Agustina, quien nació cerca del Colegio Deán Funes en el interior del auto de la familia.

El día que nació la pequeña Agustina.
El día que nació la pequeña Agustina.

Andrea es de Buenos Aires y hace 8 años llegó a Comodoro Rivadavia junto a su marido, un hombre nacido y criado en estas latitudes. Ambos se conocieron en Capital Federal. Sin embargo, decidieron probar suerte en España donde nacieron sus dos hijos mayores. 

En el país iberico estaban bien, cuenta Andrea. Sin embargo, ella quería criar a sus hijos, un lujo que un inmigrante no se puede dar, ya que la economía familiar requiere de dos empleos para poder sostenerse. Así, decidieron volver a Argentina y eligieron Comodoro para radicarse.

Cuenta Andrea que la familia ya estaba cerrada, viviendo la vida en Comodoro, cuando el último verano se enteraron que estaba embarazada. “Cayó de sopetón”, dice entre risas, y otra vez se sumergió en el desafío de ser madre.

Para Andrea era un volver a empezar. Sus hijos mayores ya estaban en sus últimos años de primaria, y era otra vez volver a la etapa de pañales, mamadera y cuidados permanentes. Por supuesto, con alegría aceptó el desafío pero esta vez quería que algo sea diferente.

“Desde que me quedé embarazada yo sabía que quería un parto respetado porque mis dos hijos anteriores fueron inducidos. La primera vez fui a la clínica y estuve un par de horas hasta que nació la nena y la segunda, con el nene, estuve casi dos días hasta que vieron que no nacía y me indujeron el parto. Encima allá te ofrecen la epidural y yo no sabía y me la colocaron. Nunca tuve idea de lo que eran las contracciones ni lo que era sentir que el bebé pasa por el canal de parto. Entonces cuando quedé embarazada sabía que quería vivirlo de otra manera”, dice a ADNSUR.

Andrea vivió el embarazo de manera muy natural y sin complicaciones, asesorada también por una doula, una asistente que acompaña a la gestante durante el embarazo y el parto.

Sabía que tenía fecha para agosto, pero nunca imaginó que Agustina llegaría en la semana de la histórica nevazón que se produjo en la ciudad.

En julio la nieve sorprendió a Comodoro. El fenómeno blanco hizo recordar la gran nevazón de 2001.
En julio la nieve sorprendió a Comodoro. El fenómeno blanco hizo recordar la gran nevazón de 2001.

UNA SEMANA PARA RECORDAR

Ese domingo por la noche de julio en que nevó todo aún no había indicios de la llegada de Agustina. Sin embargo, la noche siguiente, mientras la ciudad estaba bajo un manto de escarcha, fisuró la bolsa. 

Asesorada por la doula supo que la fisura era pequeña y que todavía podía esperar. Así, decidió quedarse en su casa. 

El día siguiente lo vivió con tranquilidad, con pequeñas contracciones, pero sin mayores complicaciones y recién durante la madrugada del miércoles entró en trabajo de parto; una experiencia que le cambió la vida, asegura.

“En la madrugada del miércoles 13 empecé con contracciones fuertes, toda mi familia estaba durmiendo, así que me encerré en el baño para pasar las contracciones tranquila”, cuenta. “Sabía que estaba en trabajo de parto, pero no quería ir a la clínica y que me dejen ahí y me induzcan. Cada vez fueron más fuertes las contracciones y llegó un momento que sentía muchas ganas de ir al baño. Entonces me toqué y sentí que la nena quería salir, así que pegué un grito diciendo que ya salía y vino marido”.

Con lo puesto, un pantalón a la mitad, las zapatillas, una campera y una toalla para cubrirse, Andrea y su marido salieron hacía la clínica desde barrio Médanos. La idea era llegar hasta la Clínica del Valle. Sin embargo, cuando iban por el colegio Deán Funes, ella sintió que era tiempo de parir.

“Yo pensaba que llegábamos, incluso mi marido me preguntó si quería ir al Hospital, pero cuando estábamos por llegar al Dean Funes le digo: ‘no llegamos’. Así que con las dos manos saqué a la bebé como venía y me la puse en el pecho. La tapé con la campera que tenía y con una chalina”.

Andrea cuenta que Agustina lloró enseguida. Según los registros, alrededor de las 6:20 llegaron a la clínica. Su marido estacionó en el sector de urgencia y bajó corriendo, llorando, avisando que su hija había nacido en el auto.

“Nadie entendía nada porque recién habían cambiado la guardía, pero vino un chico, con una silla de ruedas, me bajé como pude y entramos. Me acuerdo que hacía un frío, nos tiraron arriba una manta y después nos subieron a una camilla. A ella la mandaron a la parte de pediatría para pesarla, limpiarla y demás, y a mi al quirófano para terminar el trabajo de parto, pero no sé en qué momento cortaron el cordón”.

Agustina pesó 3,070 kg y nació en perfectas condiciones. En la clínica nadie podía creer lo que había pasado. “Nadie entendía nada, al otro día la chica que la había recibido fue a vernos y me dijo: ‘la verdad que lo tuyo es impresionante’. Cuando llegó mi obstetra se reía, me preguntó que había hecho y yo le dije: ‘hice todo tu trabajo'”. La felicidad era plena. 

Agustina unas horas después de su nacimiento.
Agustina unas horas después de su nacimiento.

RESPETAR EL PARTO

A la distancia, la madre admite que está feliz por cómo se dio el nacimiento de su hija. Sin embargo, lejos de recomendar está práctica invita a que las mujeres se informen. “Yo estoy feliz con el nacimiento de mi hija. No me imaginé que iba a nacer en el auto, y no me arrepiento, es más lo volvería a hacer, pero lo que recomendaría es que las mujeres se informen, que no se queden solo con la palabra del médico y la clínica. Si tienen la posibilidad de asesorarse con estás doulas que lo hagan, porque la mujer está preparada para parir y si todo el embarazo viene bien, y el bebé viene bien, es posible realizar un parto respetado, conectando desde otro lado”.

Este jueves Agustina cumplió tres meses, y ayer su hermana mayor 11 años. Por eso, hoy el festejo será por partida triple, celebrando la maternidad, ese don que solo ellas pueden sentir y que Andrea vivió desde otro lugar, en medio de una nevazón en el corazón de la Patagonia.  

Este domingo Andrea celebra su día junto a sus tres hijos y su marido.
Este domingo Andrea celebra su día junto a sus tres hijos y su marido.
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