El Blender de Chubut: es chef, maestro cervecero y ahora lanzó su propio whisky estilo americano
“Es algo que quería hacer de toda la vida, porque siempre me gustó el whisky y la mística que hay detrás”, dice Gabriel Carrizo. El chef, que supo ser jefe de cocina del Tunet Austral, hace tres meses lanzó “Huella de Zorro”, un whisky estilo americano de corta maduración. Una historia de infusión y estilo propio.
Arrancó con 27 botellas y ahora apunta a llegar al centenar en lo que será la tercera producción de “Huella de Zorro”, un whisky estilo americano que hace tres meses se elabora en una fábrica de Bellavista Sur, barrio del periurbano de Comodoro Rivadavia.
Gabriel Carrizo (33), Gaby, como lo conocen todos, está contento: el whisky tuvo muy buena aceptación y poco a poco se hace más conocido y llega a nuevas bocas de expendio. “Esto es algo que quería hacer de toda la vida”, dice con orgullo a ADNSUR, “Siempre me gustó el whisky y la mística que tiene detrás”.
“El espíritu del whisky es diferente”, asegura Gaby. El momento de sentarte con una pipa, leer o compartir un whisky con alguien, con tu abuelo, tu papá, es algo muy especial. Hace 6 años arranqué con cerveza y hace poquito dije ‘vamos a meternos, vamos a aprender un poco más del tema’, y arrancamos”.
DE CHEF A BLENDER
Gaby, hace 17 años se dedica a la gastronomía. Admite que era chico cuando le encontró gusto al rubro, entre las noches de cocina con su papá y aquellas tardes de galletas con su mamá. Así, terminó descubriendo al chef que había dentro suyo. “Fueron muchos factores los que me llevaron a elegir esta profesión. Cuando era muy chico, mi mamá estudiaba la secundaria en la nocturna y muchas veces me quedaba con mi papá y él me cocinaba. Él fue cocinero durante la colimba y me contaba sobre eso y que también cocinaba en un club durante su juventud en Cañadón Seco. Pero la gastronomía siempre me gustó y cuando se divorciaron, con mi mamá empezamos a ver Utilísima y a hacer galletas, y así me convencí. Es lo que me apasiona, realmente amo la carrera”.
Con ese camino recorrido, cuando terminó la secundaria, Gabriel sabía cuál era su destino. Lo tenía decidido y comenzó a estudiar en el IGA. Con orgullo cuenta que sacó el mejor promedio y también recuerda el premio que consiguió junto con sus compañeros en un torneo inter IGAS.
La vida laboral, por supuesto, también pasó por una cocina. Luego de estudiar un posgrado en Buenos Aires, volvió a la ciudad y fue jefe de cocina del Austral Hotel. También tuvo un paso por el Comodoro Hotel, pero luego de un tiempo se cansó y decidió buscar rumbos. Así inició su camino emprendedor y docente en el mismo instituto donde se formó.
Por ese entonces, Gaby ya había comenzado a incursionar en el mundo cervecero y decidió crear su primera elaboración. “Empecé con cervezas libres de gluten, pero después de dos años de mucho trabajo, traccionar mucho, me di cuenta que los celíacos no estaban consumiendo mucho ese producto y decidí hacer cerveza tradicional. Durante un tiempo probé con diferentes variedades hasta que empecé a hacer cerveza belga y me quedé ahí. Y como siempre había querido hacer whisky, este año dije ‘empiezo con el equipamiento que ya tengo’”.
Gaby se considera un blender, es decir, la persona que mezcla varios productos para llegar a un resultado; en su caso, un whisky.
“Esto es lo que hago. En mi caso no estoy destilando, tengo mi proveedor de destilado de maíz y si el día de mañana funciona mejor empezaremos con nuestro destilado propio, pero hoy me encargo del blendeo del roble”.
“Es un roble francés, ex malbec, con el que trabajo. Es diferente a un whisky escocés, más bien tirando a americano, más un borbón por el alto contenido de maíz que tiene, y no tiene el reglamento, las especificaciones que tiene un whisky escocés. Esto te permite hacer un montón de cosas y jugar de distintas maneras. En este caso, en vez del destilado en un madurador, se agrega el destilado y adentro se le agrega el roble en forma de chip, de astillas y ahí la extracción de sabor y aroma es mucho más rápida que en la barrica por el hecho de que tiene mucho más superficie de contacto”.
El destilado de maíz que usa Gaby tiene un 96% de alcohol que él se encarga de bajar a 40 grados para que el whisky no sea tan intenso. Para el blendeo suele utilizar diferentes adiciones, desde roble de tostado medio para la versión “Clásica” hasta maltas chocolate tostadas para la versión “Chocolate” y añadidura de roble para la versión ahumada.
Como cuenta, le gusta probar, buscar sabores hasta encontrar recetas que luego serán definitivas, como ya sucede con la versión Clásica de Huella de Zorro.
Al explicarlo, cuenta que se trata de “whisky jóvenes, experimentales, con un mes y medio de estacionamiento”.
“Juego con el lapso de tiempo que va a estar madurando y bajo la cantidad de roble para obtener más capas de sabor sin ser invasivo o pongo más roble y bajo el tiempo para no extraer notas demasiados resinosas. Ahí está la parte entretenida del blender, de estar haciendo esas mezclas de roble”.
Huella de Zorro hace tres meses se presentó en Molle Verde, el restaurante de Pablo Soto, quien fue profesor y jefe de Gaby. Hoy es uno de los lugares donde se puede comprar, además de Vinoteca Muster de Comodoro y “Petite Reine” de Rada Tilly.
Gaby está entusiasmado, poco a poco abre puertas y asegura que “se vienen un montón de cositas”, con este whisky que lleva un nombre bien patagónico y que pretende dejar su propia huella entre las nuevas elaboraciones made in Comodoro que se producen en esta zona de la Patagonia.