“No creo que haya otro deporte que te conecte tanto con la naturaleza como este, porque una vez que metés la cabeza debajo del agua el silencio es total”, dice Javier Núñez. El comodorense sabe bien de lo que habla. Hace más de dos décadas que entrena en el mar disfrutando del hermoso paisaje que hay en estas latitudes. Por eso, sin vueltas, admite: “es muy distinto arriba que abajo. Comodoro, por ejemplo, todos los colores que no tiene en la superficie los tiene bajo el agua y es algo hermoso”. 

Javier es uno de los tantos argentinos que practica caza submarina, una disciplina que se realiza sin ningún tipo de equipamiento más que un neopreno y el impulso del cuerpo. Es tetra campeón argentino y ha participado en panamericanos y mundiales, siendo uno de los máximos referentes de la actividad en la región.

Recientemente, junto a la Selección Argentina estuvo en el Mundial de España y disfrutó de esa competencia que le permite seguir adquiriendo experiencia para el crecimiento de una actividad que está en auge.

“Fue una experiencia maravillosa", dice a ADNSUR. "Imaginate que en España hay 45 mil federados y en Argentina 50. El resultado no fue el mejor, pero independientemente de eso la experiencia que uno tiene en una competencia de este tipo es increíble, así que estamos contentos; también por la hermandad que se generó con el equipo”, dice con orgullo.

La Selección Argentina fue integrada por los comodorenses, Facundo Mansilla, Martín Maturana, Facundo Nziewicz y Martin Hocko. De los cinco, Núñez es uno de los más antiguos y pretende seguir siéndolo por mucho tiempo más. El vínculo con el mar es algo serio.

La Selección Argentina de Caza Submarina es integrada por comodorenses. "Madryn y Comodoro son de las ciudades más fuertes del país", explica Núñez.
La Selección Argentina de Caza Submarina es integrada por comodorenses. "Madryn y Comodoro son de las ciudades más fuertes del país", explica Núñez.

COMODORO Y EL MAR

Lo cierto es que Javier siempre estuvo vinculado al agua. A los 8 años comenzó natación en el Club Huergo y su buen desempeño lo llevó a ser invitado a jugar un intercolegial de Waterpolo, donde salió goleador. 

Para él ese fue un camino de ida, la invitación a un primer nacional en Buenos Aires y su posterior participación en un segundo nacional que se celebró en Kilómetro 5.

A la distancia, recuerda esos años de pileta y entrenamiento y asegura que prácticamente vivió su adolescencia en el club. “Salíamos del colegio, íbamos a casa, comíamos y tres, cuatro de la tarde, estábamos en el Huergo. Terminaba el entrenamiento de waterpolo a las 12 de la noche, y así fue toda mi adolescencia. Fue una época muy linda”, rememora.

Hoy, aún están guardados los recuerdos de esos días. El Huergo explotado, los campeonatos y la llegada de equipos de otros lugares. Fue en esos años en que se dio cuenta que el waterpolo era su deporte. La razón que años más tarde lo llevaría a irse a La Plata e inscribirse en la carrera de Odontología.

Es que admite que lo suyo no fue irse a estudiar para hacer la carrera que quería. Su objetivo era jugar waterpolo y cuando fue aceptado en la primera del Club Universitario, no dudó y se fue a la ciudad de las diagonales. Aunque el destino tenía otros planes.

“Andaba muy bien en esa época. Estaba preseleccionado para la Selección pero me saqué un hombro de lugar. En ese momento las cirugías que había eran militantes para poder jugar. Así que hasta ahí quedamos, pero la realidad es que me fui a La Plata por waterpolo porque me aceptaron del club. Pero elegí odontología por casualidad entre varias cosas que había para estudiar. Por suerte no le erré”.

Javier en sus años de waterpolo en el Club Huergo.
Javier en sus años de waterpolo en el Club Huergo.

DE LA PILETA AL MAR Y EL PAISAJE SUBMARINO

La lesión a Javier no solo lo alejó del waterpolo, sino también del agua. Durante los cuatro años que estudió odontología prácticamente no nadó, a excepción de aquellos veranos en que aprovechaba a despuntar el vicio con sus amigos y que terminaron siendo fundamentales para sellar su vinculo con el mar. 

“En el verano siempre retomaba”, recuerda. En esa época nadábamos sin traje porque no existían los trajes de neopreno. Con mi amigo, Iñaki Goicoechea, nos tirábamos en el 3 o en el 4 e íbamos hasta el centro nada más que con un poco de vaselina en el cuerpo y esa era parte del verano. También a los 20 empecé a bucear, primero con tanque, gracias a mi compañero de habitación que era de Madryn y era buzo”.

Fue en esa época de mar y apnea que Javier descubrió la caza submarina. Casi como una travesura para probar otro tipo de actividades acuáticas terminó descubriendo una pasión que lo ha llevado a competir en Perú, Brasil, Miami, entre otros lugares del mundo. 

“A partir de ahí no paramos más, y en 2012 cuando la Federación pudo volver a participar de campeonatos de la mano del ‘Gringo’ Durbas, se empezaron a hacer nuevamente los torneos argentinos. Ahí empezamos a competir y comenzamos con todo esto”.

"Todo esto" es el resumen de una larga trayectoria. En 2013 Javier se consagró campeón Argentino, título que repitió en tres ocasiones. Luego llegaría el primer Panamericano de Miami, y más tarde Acapulco, Brasil y Argentina, en dos oportunidades. 

En casi todas las competencias tuvo un buen desarrollo, pero a la hora de elegir su mejor torneo se queda con Brasil, donde salió cuarto luego de un podio íntegramente brasileño.

Es que como cuenta, la caza submarina “no es un deporte que se base en las condiciones físicas sino más que nada en el conocimiento que tiene uno del mar”, y salir cuarto, luego de tres lugareños, es un buen resultado que evidencia sus capacidades bajo el agua.

Javier en su primer Panamericano, en Miami, año 2013.
Javier en su primer Panamericano, en Miami, año 2013.

UNA ESTRICTA DISCIPLINA

De eso básicamente se trata la caza submarina, la destreza y el conocimiento del nadador, solo equipado con un snorkel. “Eso es lo que hace linda la actividad. Es 100% apnea, nosotros tomamos aire arriba y bajamos y no tenemos ningún tipo de suministro de aire abajo. Yo bajo 32 metros pero hay gente que llega a bajar 60 metros. Y no es lo mismo que la disciplina de apnea para conseguir una marca máxima. Acá los torneos son 10 horas repartidas en dos días y hacemos alrededor de 200 bajadas en los dos días, a veces más depende la profundidad. Entonces requiere mucha técnica”.

Javier asegura que conocer el lugar y las especies es fundamental, y lo ejemplifica con lo que sucedió en el Mundial de Ladero. “En este torneo las bajadas no eran tan profundas. Me manejé entre 22 metros y la costa, pero nos falló eso precisamente. Nosotros todos los días que entrenamos, el mar era fuerte con olas y los dos días del torneo no hubo nada de olas y el pez se fue más profundo. Pero teníamos visualizado dónde se iba a esconder y fue un cambio que nos descolocó un poco”.

Como explica Javier la caza submarina no es tan sencilla como suena. Hay un estricto reglamento que cumplir, principalmente vinculado al peso y la cantidad de peces que se pueden sacar según la especie. Así lo explica él. “La idea es ser el mejor pescador selectivo. Los reglamentos son muy estrictos en las tallas de determinadas especies, que hay que sacar de 700 gramos para arriba. Y te digo que de 500 estaba lleno, pero de 700 no había casi nada. Todo está muy controlado y si te confundís en especie o talla te puntúan en contra. Por eso es tan importante el conocimiento previo porque las especies que tenemos acá no son las mismas que hay en allá”.

Su torneo más preciado, el Panamericano de Cabo Frío, Brasil.
Su torneo más preciado, el Panamericano de Cabo Frío, Brasil.

Lejos de lo que el común de la gente puede creer, este tipo de competencias no tienen un ánimo depredador. En los grandes eventos, lo que se saca se dona y, como dice Javier, se saca solo cierta cantidad de peces y de cierta talla.

“El fin de la pesca es tener un contacto con la naturaleza mucho más allá del que puede tener otra persona. Buscamos pasar a formar parte del ecosistema para poder poner un plato de proteína en la mesa. Las regulaciones que tenemos son bastante estrictas, sobre todo en los torneos, por eso es tan atractivo y cada vez hay más adeptos, porque la pesca en general deja residuos, en cambio la pesca submarina es la pesca más sustentable que hay”. 

Todo el mundo dice que los pescadores submarinos somos los ojos de los demás, porque vemos la basura, lo que se tira, vemos todo y cuando uno conoce ese entorno después lo ama. Entonces somos más conservacionistas que la mayoría de las personas”. 

A la hora de elegir el pez que le gusta más al momento de la práctica, Javier no duda. “Me gusta el salmón de mar, un pez que la mejor zona para pescarlo es la zona de Cabo Raso, un pez que tiene mucha fuerza, que es difícil atrapar y que está en un entorno que es muy lindo, con mucha cantidad de vida marina, corrientes que hay e islas”.

Cabo Raso es uno de los lugares que Javier elige para realizar actividades acuáticas.
Cabo Raso es uno de los lugares que Javier elige para realizar actividades acuáticas.

La charla va llegando a su fin. Javier asegura que Comodoro también tiene un paisaje subacuático hermoso, pero falta infraestructura y sueña con que algún día cambie. 

“Salvo los clubes, no hay ninguna marina pública como para bajar embarcaciones de una forma segura, por eso somos tan pocos en el agua. Tenemos una costa muy linda, el único problema son las condiciones del clima que son bastante complejas. Pero cuando uno viaja y ve cómo hacen pesca submarina en otros lugares, te das cuenta que nos falta infraestructura y que podríamos tener un mejor desarrollo”.

Con 50 años, el odontólogo quiere seguir compitiendo. Admite que mientras la salud le dé y siga clasificando, lo continuará haciendo. Por eso siempre les dice a sus compañeros: “me tienen que ganar, mientras siga clasificando no les voy a dar el lujo de jubilarme y cuando no clasifique más me gustaría estar en la parte de apoyo, porque todo esto que se aprendió en estos años se puede plasmar para aportar de ese lado”, dice entre risas.

Es que como cuenta, el mar es un estilo de vida, el escape para conectarse con la naturaleza, el combo perfecto para hacer deporte, disfrutar el entorno y competir, tal como hacía de joven cuando el waterpolo lo llevó al agua.

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