Nacieron en José de San Martín, vivieron en Río Mayo e hicieron de Comodoro su hogar, el lugar en el mundo donde se metieron de lleno en el deporte y lo convirtieron parte de su vida. 

Daniel (65) y Mercedes (62) Larrauri son dos conocidos referentes del deporte de Comodoro Rivadavia y los alrededores. “Popy” es mundialista, fue campeón argentino de ciclismo en cinco oportunidades, es presidente de la Asociación de Ciclismo de Montaña y vicepresidente de la Federación Argentina. Y Mercedes dedicó su vida a la docencia como profesora de Educación Física, y es subcampeona sudamericana de lanzamiento de bala/60, además de especialista en jabalina, martillo, disco y martelete. 

Ambos dedicaron gran parte de su vida al deporte y hoy, en tiempos de jubilación, siguen más vigentes que nunca, con objetivos internacionales para seguir dejando huella en sus respectivas disciplinas.

Popy y Mercedes nacieron en José de San Martín, un pequeño pueblito del interior de Chubut. Su padre llegó a ese lugar con solo 25 años. Eran tiempos de guerra en España y había que buscar un mejor porvenir. Así, aceptó la invitación de unos tíos para venir a trabajar al almacén de ramos generales que tenían en el pueblo.

Durante un tiempo, trabajó en el comercio de su familia, pero luego decidió buscar su propio rumbo y terminó trabajando en el campo. Como la cosa fue bien, su novia también se vino a la Argentina. Eran otros tiempos, y a través de un papel y correspondencia se pudieron casar por poder. Así, dejó Cantabría y se vino para José de San Martín, donde forjaron su propia familia.

Son pocos los recuerdos que Popy y Mercedes tienen de José de San Martín. La mayoría están asociados a su padre y aquellos juegos que fueron su primer acercamiento al deporte.

Mercedes, por ejemplo, cuenta que recuerda aquellas tardes en que su padre los sacaba a correr al campo. “Nos sacaba a un descampado y nos hacía correr carreras. Él siempre ganaba, por supuesto”, dice entre risas.

“Sí, nosotros estábamos todo el fin de semana en el campo. Íbamos a estudiar al pueblo, donde mi viejo compró una casa y mi vieja nos llevaba todos los fines de semana”, agrega Popy.

Mercedes y Popy pasaron los primeros años de su infancia en José de San Martín.

En José de San Martín vivieron los primeros años de su vida. Luego, al ver que los chicos crecían y no iban a poder acceder a la educación secundaria, decidió que era momento de marcharse a una ciudad más grande.

Comodoro era el objetivo, pero por cosas del destino se cruzó una oferta laboral en Aldea Beleiro. Así, Popy y Mercedes estudiaron en la Escuela 26 de Río Mayo, un internado, mientras su padre trabajaba.

La aventura duró cinco años y de alguna forma fue su inicio en el deporte, recuerda Popy.  “Estudiamos dos años ahí y también se hacían intercolegiales. Era salir al recreo y jugar al fútbol, atletismo, todo, y estaba muy bueno porque salían chicos de todas las disciplinas”, dice Popy. “Había una maestra que nos hacía hacer ejercicios, porque allá no había profesora de educación física, pero había una maestra que nos juntaba y nos hacía hacer cosas. A mí me gustaba, pero era más por gusto de ella que por algo específico de la escuela”.

Finalmente, en 1972 la familia Larrauri se instaló en Comodoro. Compraron un almacén y carnicería en Chacabuco y Huergo, y dejaron atrás la vida en el campo. “El Rincón”, como se llamaba el comercio, funcionó hasta el año 79 y fue el lugar donde Popy y Mercedes aprendieron lo que es el trabajo. “Ahí atendíamos, ayudábamos, tocaba trabajar, cada uno tenía sus tareas. Uno limpiaba tal cosa, otro reponía mercadería”, recuerda Mercedes con una sonrisa. “Tenías que trabajar sí o sí”, agrega Popy, entre risas.

LA VIDA Y EL DEPORTE EN COMODORO

En Comodoro, para Mercedes su formación continuó en la vieja escuela 24, hoy conocida como 83. Allí tuvo la primera competencia luego que una profesora probó unos chicos y los llevó a correr a un torneo que se realizó en el Estadio Municipal. “Ese día corrí y volví a mi casa con una medallita”, recuerda ella. “Me acuerdo, fue en el estadio. Corrió 100 metros. Yo fui a verla”, completa Popy.

Tras su paso por la primaria, Mercedes continuó la secundaria en el Perito. Eran tiempos en que los alumnos estaban divididos en dos grupos al momento de hacer educación física. Ella estaba en el grupo común, pero alguien la reconoció y la cambiaron al grupo de especiales de atletismo y las competencias se hicieron cada más frecuentes, entre regionales, nacionales, intercolegiales.

Popy, en cambio, se volcó al fútbol mientras intentaba darle continuidad a los libros. Primero comenzó jugando en el barrio y luego fue a Huracán, a donde lo llevaron por sus condiciones. Sus inicios fueron como arquero, pero una lesión en el brazo lo sacó del área a la defensa, hasta que “Cacho” Cadar lo puso de tres. 

Mientras jugaba al fútbol también estudiaba, pero reconoce que no era para él. Pasó por el Colegio Salesiano Dean Funes, luego intentó en la ENET y tras un paso por el Domingo Savio, se dedicó a trabajar. Así combinaba pelota con trabajo. Primero en talleres barriales, luego en Comercial y más tarde Berutti y Gosio, donde trabajó desde 1974 hasta el 2000, año en que se independizó.

Pero todo cambió a sus 19 años, cuando ante la inminente llegada de su hijo decidió casarse con “Mimi”, y abocarse de lleno al trabajo. A fin de cuentas había que salir adelante. 

Popy jugó al fútbol en Huracán, su otra pasión.

EL DEPORTE A TRAVÉS DE LOS HIJOS

La vida laboral y la familia hicieron que los hermanos Larrauri pusieran en pausa su vínculo con el deporte. “Popy” largó el fútbol y se dedicó de lleno a la mecánica, y Mercedes estudió el profesorado de Educación Física. Inició en Santa Fe y terminó en Comodoro, siendo parte de la primera camada de egresados del INEF. Durante su carrera trabajó en la escuela 34, el Perito Moreno, el Colegio Abraham Lincoln y el Jardín 408.

Los hijos fueron quienes, de alguna manera, los acercaron nuevamente al deporte. En el caso de Popy, durante muchos años acompañó a Alfredo, su hijo menor, a correr los campeonatos nacionales de ciclismo. Se metió tanto que terminó presidiendo la Asociación. Sin embargo, cuando en 2005 “Firu” se retiró, le quedó un vacío que le costó llenar. “Lo acompañaba siempre a Firu, pero cuando dejó de correr me agarró una nostalgia terrible. Dije ‘algo tengo que hacer’, porque si yo dejaba iba a dejar la asociación, todo, y él me dio su bici. Ahí empecé a controlarme con el peso y empecé a correr hasta el día de hoy”.

Popy se acercó al ciclimo por Furi, su hijo, sin embargo, nunca más lo dejó y hoy se prepara para su séptimo mundial.

Durante su carrera, Popy ha ganado cinco títulos argentinos y participado de 6 mundiales en Italia, Brasil (2), Andorra, Camboriu y Sudáfrica, logrando un 13° puesto en Brasil donde corrió con una fractura en el omoplato. 

Mercedes, por su parte, siempre siguió de cerca la disciplina por su trabajo como docente. Sin embargo, gracias a Ornella, su hija, pudo volver a sentir de cerca lo que era la competencia de alto rendimiento. Así, vivió en primera persona diferentes torneos de salto en alto, hasta que finalmente la joven se retiró de la actividad.

En 2010 llegó su momento de volver a las competencias gracias a una invitación. “Yo no sabía que se hacían las competencias para máster y veteranos, pero un día Ramón Flores me dijo ‘¿por qué no competís?, ¿por qué no volvés?’; ‘¿pero qué voy a hacer yo?’, le dije, y en un torneo que siempre trabajaba como juez dije ‘voy a probar’, y probé con lanzamiento de bala y acá estamos”.

Mercedes en pleno lanzamiento.

Trece años después, Mercedes realiza todos los lanzamientos de Máster, y participa de cada torneo que puede, bancándose todo a pulmón. Su última gran competencia fue el Sudamericano de Colombia, donde se consagró subcampeona en lanzamiento de bala y obtuvo un tercer puesto en lanzamiento de martillo y jabalina.

Ahora se prepara para el Gran Prix del Mercosur, que se realizará en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, los primeros días de marzo. 

En el último Sudamericano de Colombia, Mercedes se consagró subcampeona en lanzamiento de bala.

Con cinco nietos y casi retirado de su actividad como mecánico, Popy siente que es el momento de dedicarse de lleno a esa actividad que tanto le ha dado en su vida. Primero a través de Furi, y luego con él mismo montando la bicicleta y siguiendo de cerca los pasos de Marcia, quien le da continuidad al vínculo de los Larrauri con el ciclismo.

El 26 de febrero comenzará su participación en el Argentino, pero admite que su gran objetivo es el Mundial que se realizará en Abril en Villa La Angostura. 

Los Larrauri aceptan que hay algo genético en esto del deporte. Su padre era un hombre muy atlético que tranquilamente podría haber sido deportista, y sus hijos todos practicaron deporte en algún momento. 

Por supuesto, en el caso de Popy, se ilusiona con el futuro de sus nietos, pero Dios dirá. Por lo pronto disfrutan de todo lo que les da el deporte día a día.

“Para nosotros es algo hermoso. Es otro estilo de vida, te da muchas cosas: disciplina, trabajo, porque no es solo genética, poder conocer gente, lugares y no sé si te lo da otra cosa; cosas que si no estás vinculado no lo hacés”, dice Mercedes.  "Conocés muchos amigos, te disciplinás, conocés muchos entrenadores, te acostumbrás a hacer vida sana. Y te da satisfacciones, porque haber ganado la Mara de oro fue algo muy lindo. Son satisfacciones que solo te da el deporte”, dice Popy, sintetizando lo piensan dos hermanos que dedicaron su vida al deporte, una cosa de familia. 

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