Nació en Comodoro y junto a un famoso youtuber encabeza unos de los canales de Twitch más importantes de Brasil
Marco Vergara tiene 26 años y nació en Comodoro, donde vivió parte de su infancia. Recientemente, el creador de contenidos estuvo de visita por la ciudad, dialogó con ADNSUR, contó cómo llegaron a liderar el ranking de views en la plataforma de streaming y el recorrido que tuvo para llegar a este presente: una historia de viajes, amistad, idioma y familia.
“Hace 9 años que no venía, lo encontré muy distinto, más armado, más lindo”, dice Marco a ADNSUR mientras mira la playa y aquellas rocas que siempre recuerda al pensar en Rada Tilly.
Marco Vergara nació y creció en Comodoro, pero iba asiduamente a Rada a visitar a su abuela. Como cuenta, hace 9 años que no venía por esta zona. Por eso, el regreso es un viaje al pasado, a la familia y al reencuentro con ese lugar donde comenzó su historia.
Marco integra unos de los canales de Twitch más importantes de Brasil. El joven es parte del equipo de trabajo de Jon Vlogs, un streamer brasilero que tiene más de 8 millones de seguidores en Instagram y más de 1.700.000 en Twitch.
En esa plataforma de contenidos hacen streaming que luego llega a miles de personas a través de diferentes canales y sumando miles de seguidores, tantos que en diciembre el canal tuvo su propio hito cuando lideró el ranking de Twitch en el mundo, una marca que los ubica como uno de los canales más vistos de Brasil. Y Marco forma parte de ese monstruo.
DE COMODORO AL MUNDO
El joven nació en Comodoro, estudió en el Abraham Lincoln y cuando tenía 7 años, junto a su familia, se fue a vivir a Estados Unidos. Una oferta laboral a su padre los llevó a emigrar de Argentina.
En ese país vivió otros 7 años y luego llegaría Brasil, el lugar que lo cambió todo y donde conoció a Jon, su mejor amigo desde entonces. “A Jon lo conocí cuando tenía 14 años en Macaé (un municipio de Brasil). Él era dos años más joven que yo. Yo era el más viejo del grupo y lo traía conmigo a las fiestas, todas esas cosas, y nos hicimos amigos. Desde ese tiempo quedó la amistad y cuando estaba en la Universidad, estudiando Ciencias de la Computación en Estados Unidos, entrando al último año, me llamó y me dijo ‘estamos acá en Orlando haciendo un proyecto de Youtube, ¿por qué no te venís para que veas cómo es?’ y fui”.
Marco admite que le encantó el proyecto “porque ¿a quién no le va a gustar ganar plata haciendo videos, haciendo boludeces con tus amigos?”. La experiencia estaba buena y la gente lo incentivaba a que hiciera su propio canal. Así, en tiempos de redes clavó la universidad, se compró una cámara y empezó a hacer sus propios videos. Sin embargo, no todo salió como esperaba.
“Hice cinco videos y me la robaron. Así que me quedé allá cortando árboles para mantener el sueño un poco vivo. Pasaron seis meses y Jon me invitó a otro proyecto de youtubers para vivir en una casa. Consiguió que vaya como cameraman de uno de los chicos. Pero el proyecto duró tres meses, se pelearon todos, se fueron todos a la mierda. ‘No pego una’, pensaba”.
Marco dejó atrás los Estados Unidos, su carrera en Ciencias de Computación en la Universidad de Colorado y volvió a Brasil. Admite que estaba frustrado, sentía que parecía que todo iba bien, pero cuando arrancaba por una u otra razón se clavaba. Pero una vez más volvió a intentarlo.
En tierras brasileras comenzó a trabajar junto a Balian, otro youtuber conocido de ese país. Hicieron su canal, les iba bien consiguiendo miles de visualizaciones, pero su compañero se cansó y quiso cambiar de rumbo. Él prefirió no continuar.
“No tenía nada, ninguna dirección. Me acuerdo que dije ‘si Argentina gana este mundial va a salir todo muy bien’. Si no pensaba ver qué hacía, total había estudiado, sabía de programación o podía irme a Estados Unidos o regresar Argentina, pero ganó y a los tres días me llamó Jon y me dijo ‘voy a empezar un nuevo proyecto, quiero que vengas conmigo y que seas mi director creativo’. Eso es lo que hago, pero en realidad estoy con mi mejor amigo todos los días y decidimos juntos qué podemos hacer con lo que tenemos en la mano”.
Cuando comenzó a trabajar en el proyecto de Twitch, Jon tenía lives con 3.000 personas conectadas en simultáneo. Sin embargo, con una idea de Marco alcanzaron 54.000 y vieron que ahí había algo.
“Le dije ‘tenés que llamar a un artista de música y que lo ponga en su casa y hagan cualquier cosa juntos. Me dijo, ‘no sé, ¿pensás qué vale la pena?’. Yo le dije ‘el único que lo podés hacer sos vos, no hay nadie que pueda hacer algo así en Brasil’ y comenzamos. Lo llamó a MC Ryan SP, un cantante de funky, y agarró 54 mil personas. Nos miramos y dijimos ‘acá hay algo’, pero lo que hicimos diferente de todo el resto de la gente de Brasil es que nos adelantamos al tren del stream por la calle, fuera de los juegos, del computador. Nos adelantamos en ese tren. Armamos un grupo de amigos que viajamos juntos, hacemos cosas que una persona que está viendo no tendría acceso a ese tipo de experiencias”.
En este año de trabajo, Jon, Marco y sus amigos estuvieron en diferentes lugares de Brasil y del mundo. Ya visitaron Francia, España, Inglaterra, República Dominicana, Curazao, Jamaica, Estados Unidos y Argentina. Sus transmisiones la rompen. Dos de ellas llegaron a casi 100 mil personas en vivo y el promedio general del canal está en 30 mil por stream.
Dentro de su estrategia, hicieron una movida grupal que los ayuda a replicar los contenidos en otras plataformas, multiplicando reproducciones, su posicionamiento y permitiendo que sus seguidores ganen plata a través de ellos.
“Le dijimos a la gente que agarre nuestro contenido de la livestream y lo reedite en TikTok. Con eso el hashtag de Jon que estaba con 230 mil millones de views superó los 2,5 billones. Entonces tenemos todo un ecosistema de gente que trabajamos juntos y algunos ganan plata. El principal está sacando 25 mil reales por mes, y hay gente que gana entre 2.000 y 3.000. Y otros 20 que reciben 400 reales por parte nuestra”.
De alguna forma, este presente de Marco se explica en algo que le fascina: el idioma y la comunicación. Es que el hecho de hablar inglés, español y portugués le permite compartir experiencias en diferentes partes del mundo, y todo gracias a ese amigo que conoció a los 14 años, que lo salvó, como él dice, y que lo incentivó a meterse en este mundo 2.0 que hoy le permite conocer el mundo, trabajar y sacarle una sonrisa a la gente, “el mejor pagamiento de toda locura”, asegura con un acento bien argentino.