Qué obras se ejecutaron después del temporal 2017 y cuáles son las que faltan para evitar inundaciones en Comodoro
La histórica falta de infraestructura en la ciudad corre contra el tiempo ante la frecuencia de eventos climáticos extremos, que pueden esperarse cada 4 ó 5 años.
La tormenta caída entre el 19 y 21 de septiembre fue la segunda más grave en la historia de la ciudad. Del total de obras proyectadas tras la catástrofe de 2017, se ejecutaron obras por 320 millones de pesos, entre las que se incluyen las encaradas por el municipio en distintos barrios de Comodoro.
La de mayor importancia, con fondos nacionales, es el Reservorio 4 de zona sur, que ayudó a atenuar el impacto, aunque todavía no está terminada. Urge que Nación aporte el financiamiento para el resto, que asciende hoy a 4.600 millones de pesos.
No fue la misma duración y cantidad de agua, pero la tormenta de inicios de la primavera reavivó y revivió recuerdos de aquella de fines de marzo y principios de abril de 2017. Por entonces precipitaron 230 milímetros en sólo 24 horas, entre la tarde-noche del miércoles 29 de marzo y las 9 de la mañana del día siguiente, para alcanzar cerca de 430 milímetros en los siguientes 10 días.
Esta vez cayeron 160 milímetros en 48 horas, desde el lunes 19 hasta la mañana del miércoles 21. No alcanzó la magnitud de aquella, pero quedó marcada como la segunda en importancia, según los registros históricos de los últimos 30 años.
En realidad, este tipo de eventos puede esperarse cada 4 ó 5 años, según expresó el pronosticador Aldo Sánchez durante la semana pasada, al vincular la situación con el cambio climático. La duda que se abre, entonces, es si en 2026, ó 27, cuando vuelva a caer una lluvia similar, las obras de contención estarán finalizadas.
Aquellos barros y estas lluvias
“La principal diferencia es la persistencia”, comentó el doctor en Geología José Paredes, uno de los autores del libro elaborado por la Unidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, en el que se consignó el detalle de obras necesarias para evitar nuevas inundaciones. Bajo el título “Comodoro Rivadavia y la catástrofe de 2017. Visiones múltiples para una ciudad en riesgo”, el trabajo aborda una visión multidisciplinaria desde distintos académicos que aportaron su conocimiento para analizar las causas y dejar constancia del camino para prevenir nuevos desastres.
“La diferencia es que aquella provino desde el Oeste, porque se formó en el Pacífico y quedó estabilizada sobre la ciudad, con 10 kilómetros de nube. En este caso, llegó desde el mar, que como suele ocurrir, descarga sobre el agua y desaparece”, comparó Paredes.
Al evaluar los efectos de la tormenta, desde el punto de vista geológico, Paredes diferenció lo que atañe al agua y por otra parte, a los sedimentos, es decir el barro arrastrado por la corriente.
En 2017, a la extraordinaria precipitación se sumó el alud de barro que llegó arrastrado con el agua desde la zona Sud-Oeste, lo que fue especialmente visible el barrio Juan XXIII como epicentro. Ese material se incorpora con algún grado de retardo, por lo que hace 5 años el arrastre se vio favorecido por la gran persistencia y cantidad de agua caída.
Las obras que atenuaron el impacto y las condiciones del suelo que influyen en el arrastre de sedimentos
En esta oportunidad, los sedimentos no llegaron a impactar en la ciudad. Según se indicó desde el municipio, esto se debió en parte a la obra del Reservorio 4, que aun cuando no está terminada pero tiene un avance de más del 80% de obra, por lo que ayudó a contener ese material.
Paredes sumó otra explicación, vinculada al hecho de que los sedimentos quedaron sueltos en la cuenca de drenaje, pero no llegaron a ser arrastrados por el agua. Por fortuna, no se anuncian nuevas lluvias para los próximos días:
“Si lloviera la semana próxima, el sedimento llegaría a la ciudad, pero no es el escenario actual, porque no hay pronóstico de nuevas lluvias –aclaró el geólogo-. Si no llueve, no pasa nada porque se seca y vuelve a infiltrar. Pero si volviera a llover, tendríamos un problema grande”.
“La retención del sedimento en una cuenca es algo muy complejo de analizar. Depende no sólo de la cantidad de material, sino de la vegetación –añadió el especialista-. Cuando tenemos años sin lluvias, la cantidad de sedimento es mayor, porque el suelo está descubierto. Cuando llueve hay una capa de pasto (muy fina) en el campo, que es importante para retener. Este año llovió bastantes veces y nuestra naturaleza nos ayudó, pero el año pasado fue muy seco”.
En relación a los suelos, entre las conclusiones de los trabajos realizados desde el ámbito universitario se incluyó especialmente una serie de recomendaciones, además de las obras de infraestructura, vinculadas a recuperación del suelo. Allí se propone “minimizar el movimiento de suelos y la extracción de cobertura vegetal para el desarrollo de caminos, locaciones de pozos petroleros u otras instalaciones urbanas o industriales”.
Además, se sugiere “la realización de un plan de revegetación que facilite el desarrollo de suelo en los taludes y locaciones de pozo en desuso”. Y también “considerar un plan de revegetación de caminos circundantes a la ciudad, que estén en desuso o sean innecesarios”.
En cuanto a la circulación del agua, Paredes indicó que esto también depende del clima previo. Si el suelo está seco, absorbe mayor cantidad de agua y escurre menos. Pero si hay humedad previa, el suelo pierde capacidad de infiltración y entonces corre en gran cantidad, como sucedió con esta lluvia.
Los sectores más críticos de Comodoro
A partir de las recomendaciones surgidas desde la Universidad, se realizó el diseño de obras necesarias para prevenir futuras inundaciones, en un trabajo para el que fue contratada la consultora HCA. De acuerdo con ese diagnóstico, el plan debe abordarse por etapas.
La primera de las etapas es la que incluye redes de desagües pluviales principales y secundarios en la zona sur. En esta etapa se incluyeron cuatro reservorios, de los que se ha iniciado la construcción del número 4.
“El Reservorio 4 está en un 80 u 85% de avance y prevemos terminarlo para fines de octubre o principios de noviembre –precisó Maximiliano López, secretario de Infraestructura del municipio-. Falta la parte del revestimiento del talud y la compuerta. Recordemos que es como una represa para contener el lodo y agua en la zona de barrio Malvinas Argentinas, en arroyo Las Quintas”.
Cuando se instale la compuerta, el reservorio permitirá liberar agua en forma paulatina, para poder canalizarla a través del canal de la avenida Roca, cuya obra de ampliación también ha sido iniciada, en este caso con financiamiento del municipio.
Dentro del proyecto de obra, se deben construir otros 3 reservorios similares en la zona sur y 2 en la zona norte, para contener el agua de la denominada cuenca Mosconi. El financiamiento para el primer ‘embalse’ fue aportado por Nación y una reciente actualización de precios llevó su valor hasta los 170 millones de pesos.
“El canal de la avenida Roca se vio superado porque todavía no contamos con la compuerta del Reservorio, pero cuando esta obra esté terminada vamos a poder regular la salida de agua –detalló López- Pero gracias a este avance, el agua bajó mucho más limpia y sin barro, que hubiera bajado en mayor cantidad a la ciudad si no tuviéramos en marcha este trabajo”.
Otras obras ya iniciadas ayudaron a aliviar la situación, sin desconocer el problema de familias que debieron autoevacuarse en la zona de barrio Pueyrredón, que a lo largo de su historia contabiliza más de 20 inundaciones en distintos sectores. Entre los trabajos iniciados se cuentan el ampliación del canal de avenida Roca, aunque todavía no está finalizada. El canal pluvial revestido en Cerro Solo-San Cayetano (próximo a finalizar) y el colector cloacal Fray Luis Beltrán, en todos los casos con fondos municipales, que superan los 150 millones de pesos.
“Lo que ya se empezó a hacer nos pone en contraposición con lo que falta –reconoció López-, pero son las obras de utilidad pública que vamos a priorizar para que estén concluidas en el menor tiempo posible”.
Se necesitan casi 7.000 millones para las obras que faltan
Entre los proyectos faltantes, el funcionario apuntó la importancia fundamental del canal pluvial de la avenida Chile, para el que se solicitará financiamiento en forma prioritaria a Nación. Además, el ensanche completo del canal de la avenida Roca y la obra de descarga al mar, con un canal de 4 metros de ancho por 2 metros de altura que deberá atravesar la avenida Yrigoyen para recoger el agua acumulada en zona sur y llevarla hacia la costa.
“Esas obras que tenemos que empezar ahora son las que nos van a terminar de dar la tranquilidad para que no se aneguen los barrios Juan XXIII, Pueyrredón y 30 de Octubre. Con el pluvial de la avenida Chile, se va a canalizar todo el agua que se acumula en la zona de Chile y Kennedy ,para llevarla hasta hasta Chile y Roca, donde se tienen que agrandar también los caños para liberar la zona de Roca y Polonia, donde están los bancos”.
López detalló que ese proyecto específico, que involucra a la avenida Chile y la terminación del canal de Roca, más la descarga al mar, ya está presentado ante Recursos Hídricos de Nación y “por gestiones del intendente, la idea es que ahora se pueda licitar rápidamente con recursos nacionales, pero a través del municipio”.
Al hablar también de las obras que involucran a zona norte, como el área de avenida Fray Luis Beltrán donde debe construirse un nuevo pluvial desde Santa Lucía hacia el Oeste, además de dos reservorios, junto con otras áreas problemáticas como Laprida (donde se debe elaborar el proyecto ejecutivo, pero se estima un costo del orden de los 1.200 millones de pesos) y los km 17 y 14.
Según un informe oficial del municipio, los proyectos faltantes involucran un monto total de 6.600 millones de pesos. En conferencia de prensa, el intendente Luque fue más lejos y habló del doble de esa cifra.
Todo depende del momento en que se liciten y construyan, ya que la inflación actualiza esos valores rápidamente: en febrero de este año, el monto proyectado por el total de obras era de 2.900 millones de pesos, de los cuales se han iniciado trabajos por 320 millones, según la valuación de ese momento.
“La prioridad ahora es licitar el pluvial de Chile y luego el de Mosconi y los reservorios de zona norte- anticipó López-. También tenemos ya el proyecto para la cuenca de Laprida y otros sectores, como en los kilómetros. En total hay 7 cuencas que rodean a la ciudad y debemos apuntar a que estos proyectos, que van a exceder el año próximo, puedan estar terminados entre 2024 y 2025”.
En resumen, las obras que faltan y debe financiar Nación
1) Redes de desagües pluviales principales, secundarias y reservorios en zona sur. Etapa 3: cuenca Roca-sub etapa1: conductor rectangular de hormigón armado (canal de avenida Roca, para transformar la forma trapezoidal en rectangular). Presupuesto, a septiembre de 2022: $1.972,3 millones.
2) Redes de desagües pluviales principales, secundarios y reservorios en zona sur. Etapa 1: Reservorios 1, 2 y 5. Presupuesto: $900 millones.
3) Redes desagües pluviales principales, secundarias y reservorios en zona sur. Etapa 2: Colector pluvial Av. Chile y Colector Pluvial Principal zona sur de descarga al mar. Presupuesto: $1.900 millones.
4) Redes desagües pluviales principales, secundarias y reservorios en zona norte. Etapa 2: cuenca Mosconi. Presupuesto: $634 millones.
5) Desagües pluviales en barrio Laprida. Presupuesto: $1.200 millones.
En todos los casos, los montos corresponden a valores de septiembre de 2022, actualizados al día 22 de septiembre por la Secretaría de Infraestructura, ante el requerimiento para este informe de ADNSUR. El total de las obras alcanza los 6.600 millones de pesos.
Las condiciones urbanas que pueden mejorarse
Además de los proyectos para contener los grandes volúmenes de agua, el geólogo José Paredes también apuntó a algunas soluciones prácticas que pueden comenzar a pensarse para atenuar impactos de futuras lluvias.
“En muchos barrios hay canteras de áridos en cercanías. En Arenales, por ejemplo, e el arroyo La Mata pasa por todo el borde de la zona de cantera y trae bastante material grueso, que se va acercando a la ciudad. En algún momento eso va a ser un problema”, describió.
“En la zona km 8, por otro lado, el arroyo pasa por la Escombrera Municipal, que es uno de los problemas grandes que tiene la ciudad, si bien hoy está mucho más ordenada que un par de años atrás. Sin embargo, cada vez que llueve con intensidad, el sedimento y lo que se lleva el agua va a parar al arroyo y al puente, donde la máquina tuvo que sacar todas las cosas que taponaban el ingreso de agua, antes que lo tuvieran que cortar –describió Paredes-. Hay cuestiones de nuestra dinámica urbana que contribuyen a aumentar los problemas que trae el agua”.
En definitiva, observó el geólogo, “si hubiera lluvia en pocos días, todo ese sedimento que está encaminado empezaría a arribar a la ciudad. En este caso estamos hablando más de problemas de logística urbana que de grandes obras, que también son necesarias de realizar”.
De igual modo, observó que el muro divisor de la ruta 3, en su tramo Constituyentes-Rotonda 26, debería ser desmontable, para evitar la acumulación de grandes volúmenes de agua como lo que se dio este martes, en el tramo frente al Patagón.
“Hay que pensar sistemas móviles, que sean fáciles de remover en caso de lluvias fuertes”, recomendó, en relación al muro hormigonado que apunta a evitar los choques frontales, pero que días atrás convirtieron a un sector de la ruta en una especie de pileta natural durante varias horas.
Finalmente, el especialista también observó la crítica situación que se dio en avenidas Chile y Congreso, donde se debe construir el pluvial evacuador para trasladar el agua desde ese punto hacia la desembocadura en Chile-Roca-La Nación, con la mencionada obra complementaria de descarga al mar.
“Hay una diferencia de altura de metros en el sector de Chile y Congreso –puntualizó-, por eso se forma la laguna. Cuando se construya el canal, es necesario darle una pendiente de 2 metros para poder evacuar el agua. De ese modo se podrá solucionar el problema de ese sector”.
Si las proyecciones del cambio climático se cumplen, en 4 ó 5 años habrá una nueva tormenta de especial magnitud, como se verificó el 18 de febrero 2010, cuando cayeron 42 milímetros de agua en 24 horas, con 22 milímetros concentrados en un lapso de 3 a 4 horas de aquella fatídica jornada, en la que fallecieron 3 personas. Luego se dio con la imborrable catástrofe de2017. Y la reciente tormenta de 2022.
El tiempo dirá si para la próxima vez las obras hídricas estarán finalmente concluidas, para resolver un histórico problema en una región a la que no le queda espacio para albergar más postergaciones.