Virginia Costanzo Nahuelanca, la artista plástica que pinta la flora y fauna patagónica a través del expresionismo
Siempre le atrajo el diseño y la imagen, y en la escenografía se enamoró de la pintura, ese arte que la llevó a estudiar en el prestigioso Teatro Colón. Virginia Costanzo Nahuelanca es comodorense y recientemente pintó el hermoso mural que representa la fauna y la flora de la zona en la esquina de Juan B. Justo e Yrigoyen, una obra que muestra su arte en la vía pública, tal como sucede en uno de los rincones más lindos de Rada Tilly. En esta crónica, te contamos su historia.
Un pequeño experimento para una residencia de pintura le permitió a Virginia Costanzo Nahuelanca (46) encontrar un estilo que la identifica y le gusta. Se había propuesto armar 20 pinceles con pelos que le aportara la naturaleza. Ramas, pelitos de flores y alguna otra cerda sumaban para alcanzar el objetivo. Y una vez que su brocha estuvo lista, tomó una decisión: tenía que pintar a alguien de la zona, la mejor forma de terminar ese trabajo.
“Dije: ‘Voy a buscar a alguien del pueblo y lo voy a pintar’. Y me encontré con Sandro, el dueño del museo del pueblo, que en su garaje tenía millones de objetos del pueblo; un hombre común y corriente que era aficionado a la historia, pero me había llamado tanto la atención su personalidad que, cuando pensé en él para pintarlo, dije: ‘Yo tengo que ver en su rostro todo eso que él me estaba contando’. Esa fue la idea principal y me gustó. Después empecé a buscar gente en Comodoro que me convocara por algo; gente que, en algún momento, me conmovió, me enseñó, que sea merecedora de ser vista o que la conozcan, y terminó siendo algo transicional, el quiebre que me permitió encontrar mi estilo.”
“Sentidos figurados” es una colección compuesta por 10 piezas que hoy se encuentra en exposición en un hotel boutique de Comodoro. Forma parte de la decoración del lugar, lo que muestra a quienes visitan esta parte de la Patagonia, y fue pintada por Virginia.
El escritor y dibujante Alejandro Aguado y el poeta Hugo Covaro son algunos de los comodorenses que retratan en sus cuadros hermosas obras de arte que les permitieron encontrar su estilo como artistas.
Como cuenta, esa obra fue transicional; el trabajo que le permitió darle una identidad propia a sus pinturas. Trabajos que hoy se pueden ver en el parador Del Viento de Rada Tilly y en la esquina de Juan B. Justo e Yrigoyen, donde recientemente pintó un mural a pedido de la empresa Camuzzi.
Virginia fue convocada en el marco de un proyecto para contar con una especie de museo pictórico nacional que permita mostrar la identidad de una ciudad. Pintó un zorro, un guanaco, la flora y las aves que forman parte del paisaje costero.
Durante 10 días, trabajó junto a Miltón Canquel, otro artista de Comodoro, y el resultado fue hermoso.
Prácticamente todo Comodoro ha visto esa obra, ubicada en un lugar estratégico y de mucho tránsito, y para Virginia, por supuesto, es una satisfacción. “La repercusión fue linda. Todo el mundo lo vio. Me gusta lo bello, siempre busco la belleza, como transformar cosas y poder otorgarle eso a mi ciudad y a la gente que vive en mi ciudad es una satisfacción, porque está bueno ver algo lindo en Comodoro, donde todo es cemento, muy duro, lo petrolero, la industria. Tenemos muchos lugares hermosos, como la fauna, el mar; entonces me gusta atraer esa belleza que tenemos en la naturaleza y ponerla más a la vista dentro de lo urbano.”
Lo cierto es que, más allá de estas obras, Virginia se dedica al arte desde hace mucho tiempo. La artista, nacida y criada en Comodoro Rivadavia, admite que siempre le gustó el diseño, crear imágenes o relatar desde la imagen. Por eso, cuando terminó la secundaria en el Colegio María Auxiliadora, quiso estudiar algo relacionado.
Admite que la carrera de diseñador gráfico no le cerraba y terminó eligiendo la licenciatura en Escenografía en la Universidad del Salvador, sin imaginar que en ese camino se iba a apasionar por la pintura, ese arte que había conocido a través de Mario Lanza.
“Antes de irme, yo había ido a aprender pintura con Mario Lanza y descubrí que me gustaba diseñar y crear. Cuando empecé, la escenografía era una carrera muy artesanal; todavía no había aparecido todo lo digital. Entonces, tuve muchísimo de pintura para vestuarios, utilería y arquitectura, porque era una carrera muy completa, ya que abarca las artes del teatro. Me terminé dedicando a la pintura; lo mamé en la carrera”.
Finalmente, Virginia se recibió de licenciada en Artes del Teatro y, en paralelo, estudió para docente de nivel superior de materias artísticas. Una vez que terminó, también estudió psicología social y, durante tres años, se perfeccionó en pintura sobre telones en el Teatro Colón.
Lo cierto es que en Buenos Aires hizo de todo: “un híbrido de cuestiones sociales con el arte”, cuenta con orgullo. “Di talleres de artes con mujeres en situación de calle, de encierro, con grupos de chicos con discapacidades, todo desde el arte. Me gustaba mucho, y después, cuando vine a Comodoro, busqué tratar de insertarme desde lo social, pero no encontré por dónde. Entonces abrí mi taller de pintura, pensando que iba a ser transitorio, y al final los alumnos venían y venían, y no lo pude cerrar más.”
Virginia admite que la naturaleza la trajo de nuevo al sur. Una epifanía, una noche en Catamarca, le hizo sentir esa corazonada de que era momento de volver. Quería estar en su tierra, en un lugar donde los cerros fueran sus cerros. Así volvió a su ciudad con el deseo de poner su arte al servicio de lo social.
Admite que lo intentó, pero las puertas nunca se terminaron de abrir, y en “Va queriendo”, su taller, encontró un lugar para enseñar, trabajar y poder seguir haciendo arte.
Hace un tiempo comenzó a participar en murales de grandes dimensiones, hasta que llegó la oportunidad de pintar uno propio, un hermoso mural en el parador Del Viento, frente al mar.
Recientemente llegó la obra de la ruta y por estos días ya comenzó a pintar el mural por los 50° años de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Virginia está contenta, de alguna forma está poniendo su obra al servicio de la comunidad.
“Me gusta crear con mi propio estilo, lo que podríamos llamar algo expresionista, porque juego con ese estilo hacer retratos, paisajes, animales. Me gustan las temáticas regionales, la flora y la fauna Patagónica. Pero lo cierto es siempre quise poner mi arte al servicio de lo social, que sea una herramienta de transformación, porque me gusta mucho lo estético, pero no lo mero decorativo, sino que tenga un sentido”, dice la artista que eligió volver a su tierra y hoy comienza a pintar sus calles con obras que reflejan el sentir de una ciudad que cada vez aprecia más su naturaleza, un rincón de la Patagonia que tiene mucho para mostrar.