La vida de Cumbio: fue la primer influencer argentina y ahora es dueña de una empresa digital
Agustina Vivero se hizo conocida hace 15 años gracias a su página de "Fotolog". Cuenta cómo se volvió popular en el país y todo lo que aprovechó se refleja en su presente laboral.
A sus flamantes 15 años, Agustina Vivero se creó una cuenta en una vieja plataforma conocida como "Fotolog" y no imaginó el futuro que aquella decisión del 2006 le iba a deparar.
En plena adolescencia, la joven comenzaba a formar parte del universo cibernético. En su casa la economía estaba complicada, vivía en un conventillo con más de 10 familias, pero nada fue un obstáculo para su mundo web. Ella juntaba las monedas que podía y se iba al cyber a actualizar su perfil.
Así pasaba sus días, hasta que su papá, Rubén, pudo comprarle en un remate una computadora a cambio de 100 pesos que, en aquel momento, era mucho dinero. "Gracias a una beca pude ponerme Internet", recordó en una entrevista con Clarín. Su presente sorprendió.
Agustina nunca dimensiónó que lo que empezó como un hobby iba a volverse un trabajo, y mucho menos un estilo de vida. "Todo lo que pasó con Cumbio me ayudó mucho ahora. Es loco, porque me recuerdan de ahí ... Fue un caso de éxito en las redes", recordó.
La vieja Cumbio hoy ya tiene 30, y se volvió una indispensable detrás de la pantalla: fue asistente de producción de Gerardo Sofovich, generó contenidos digitales con la imagen de Mirtha Legrand y fundó RUIDO, una agencia de marketing digital en la que trabaja con famosos de la talla de Marcelo Tinelli, Mariano Iúdica, Pía Shaw y Pamela David, entre otros.
Cumbio se convirtió sin darse cuente en la primera influencer de la Argentina. Desde las escalinatas del Abasto Shopping, donde cientos de floggers se reunían a venerar a la abanderada de su cultura. "Siempre me gustó muchísimo, pero nunca pensé que eso se iba a poder transformar en un trabajo. De hecho, en la época de Fotolog, no se monetizaban las redes ni se podía vivir de eso. tenía algunos ingresos de presencias, pero no era algo que veía como rentable ".
-¿Cuál fue la clave de tu éxito en Fotolog?, preguntó la periodista.
-Para mí tiene que ver con tres cosas. Primero, que había pasado por muchas escuelas y tenía varios amigos, por eso llegué rápido a los 4.000 seguidores, que era mucho. No era sencillo, porque no estaban los smartphones, no todo el mundo tenía una computadora en su casa ... Lo otro que pasó es que empecé a subir fotos besándome con mi novia, que para ese momento era algo novedoso, llamativo, y muchos chicos encontraban ahí un lugar al que pertenecer, alguien con quién identificarse ... Eso se terminó de redondear cuando empecé a organizar los encuentros en el Abasto, que venían chicos de todos lados y les pasaba lo mismo que a mí: no podría irse de vacaciones y venían a divertirse.
-Decís que tu cuenta era una suerte de "refugio" para otros. ¿Cómo hacías para manejar eso siendo tan chica?
-No sabía manejarlo. Por un lado, yo nunca había estudiado actuación o canto y no buscaba ser famosa, no era el sueño de mi vida. Fue algo que surgió. Había chicas que me escribía para decirme: "Gracias a vos en mi casa podemos hablar de que me gustan las chicas". Ahí entendí que tenía que manejarlo con responsabilidad. Lo fui surfeando como pude, porque pasaron cosas por las que me criticaron mucho también ... Pero los entiendo.
-¿Qué cosas?
-Y, en ese momento por ahí surgían peleas o alguien me insultaba y yo me defendía, entonces mezclaban la violencia con el movimiento del Fotolog, y no era lo más importante. Lo más importante era todo el movimiento que se estaba generando con la idea de que los chicos vinieran acá, al Abasto, no gastaran plata y se podría divertir. Lo hacíamos por una cuestión de seguridad. Y yo lo fui manejando como pude, siempre con el apoyo de mi familia.
-¿Te dio miedo en algún momento estar tan expuesta?
-Me pasaban cosas. Por ejemplo, en el Secundario me hacían mucho bullying. De hecho, al último año lo dejé: lo cursé libre y aprobé todas las materias, pero fue una decisión muy difícil para mí y para mi familia, que no estaba tan contenta con eso. La estaba pasando realmente mal, y para mí siempre era muy importante que el mensaje principal sea que hay que estudiar como sea. Pensaba: "Si hay un montón de chicos viendo esto, no puede ser que el mensaje sea que en la escuela es todo malo, porque no es así". Tenía que tener cuidado y ser responsable con muchas cosas, y creo que siempre lo hice lo mejor que pude. Bueno, salvo alguna pelea que hubo.
Agustina peleaba, pero no mostraba sus puños. Lo hacía desde otro lugar, en el que buscaba derribar los prejuicios que se le adosaban por pertenecer "a tantas minorías", como describe: "Era pobre, lesbiana, me gustaba la cumbia, venía del barrio y encima salía de las redes sociales" .
-¿Preferiste estar detrás de cámara o simplemente no tuviste la oportunidad de ocupar otro rol?
-Fue una decisión. Cuando empecé a trabajar como asistente de producción me di cuenta de un montón de cosas con las que dejaba de lidiar. Por ejemplo, ahora mismo, si sos influencer tenés que estar generando contenido todo el tiempo. Y, si no lo hacés, te preguntan qué te pasa ... Es difícil la exposición frente a cámara. Y en ese momento mucho más, porque se veía más la tele. Igual, me benefició y me ayudó mucho a nivel laboral.
"Hoy todos los que me recomiendan dicen que soy Cumbio y la gente me reconoce. Estoy agradecida", concluyó.