Un guanaco al borde de la Ruta Nacional N° 3 frente al Centro de Información Pública; un pulpo que adorna el renovado Paseo Costero de la avenida Yrigoyen y una centolla que refleja parte de la identidad de Caleta Córdova, son algunas de las esculturas que el último mes se instalaron en sitios puntuales de Comodoro Rivadavia, una ciudad que empezó a mirar al mar y a embellecer su paisaje con infraestructura que invita al disfrute y esparcimiento.

Los animales fueron creados por Tomás Schinelli (42), un escultor de Esquel que es conocido por otros hermosos trabajos, como las ovejas de Río Mayo o el Dragón de Trevelin, ese ser mitológico que escupe fuego en el centro de la ciudad de los tulipanes.

En Comodoro también se instalaron ballenas, lobos marinos, un zorro, un cormorán y una choique; todos animales que forman parte de la fauna terrestre y marítima de la Cuenca del Golfo San Jorge.

El guanaco, una obra con lujo de detalle.

A Schinelli se lo escucha contento por la repercusión de su trabajo. Al otro lado del teléfono en una amena charla con ADNSUR, cuenta lo que vio a través de las redes sociales.

“Parece que tuvo buena repercusión, esto está bueno. Como siempre pasa con estos trabajos, la primera publicación es de la Municipalidad y la gente suele esperar esas publicaciones para criticar. Había comentarios de todo tipo, pero después cuando subí la primera foto y vi que otras personas las compartieron la respuesta fue muy linda. Así que estoy contento porque a muchos les gustaron los animales”, dice con orgullo.

Ampliar contenido
Las ballenas fueron instaladas esta última semana.

Schinelli es bonaerense pero desde 1999 está radicado en la Cordillera, primero en Esquel, la ciudad que eligió para estudiar ingeniería forestal, y desde hace unos años en Trevelin, donde desarrolló su camino profesional.

Es que gran parte de su vida la dedicó a la ingeniería forestal, hasta que un día le preguntaron si podía construir un dragón, se animó y se sumergió en este mundo de hierros y soldadura.

“Yo venía haciendo cosas en hierro que aprendí por internet para resolver cuestiones en mi casa que estaba construyendo. Era cubrir una necesidad a través de un hobby. En ese momento estaba trabajando en la municipalidad y surgió la propuesta de hacer un mini dragón para poner en la Oficina de Turismo, que no es el que está ahora. Esa fue la primera escultura que hice y en la primera inauguración ya el intendente de Río Mayo me pidió unas ovejas. Terminadas las ovejas me pidieron otra cosa, entonces se armó una rueda en la que siempre tuve un pedido atrás y por suerte ahora me sigue pasando”.

Tomás es el creador del dragón que lanza fuego en Trevelin. La obra reemplazo a la que fue su primera escultura.

Al repasar su vida, Tomás admite que encuentra indicios que muestran que esa sensibilidad con la escultura y la pintura lo acompañó siempre. Cuando era chico le gustaba tallar las tizas de la escuela, también dibujaba y pintaba, y ya de grande en una época se puso a hacer muebles tallados a madera con motosierra, “a lo bestia”. Es que él mismo dice que su desarrollo artístico fue “todo a lo pampa”, sin profesores. 

Lo cierto es que luego de ese primer dragón y esas ovejas su vida su dio un giro de 360°, y una vez que terminó su contrato con la Municipalidad se metió de lleno en la herrería, un mundo distinto, donde tiene sus propios tiempos, mayor rentabilidad y “las complicaciones y beneficios que tiene ser cuentapropista”.

Tomás en plena tarea artística con una de las esculturas que se instaló en Comodoro.

Sus trabajos hoy se pueden ver en diferentes ciudades del país. Hay un dogo argentino en el cementerio de Esquel, y gatos, maras, dragones en casas particulares de Buenos Aires, Villa La Angostura, Neuquén y hasta Francia, donde alguna vez participó de una exposición y vendió una de sus piezas. Mientras tanto, Tomás sigue trabajando en nuevas obras gigantes, una para Trelew y otra para Península Valdés.

A la distancia, el artista admite que lo sorprende toda esta repercusión y la expansión que su trabajo. “La verdad que sí es algo que me sorprende, porque no me esperaba la repercusión positiva que tiene. Cuando me surgió el desafío del primer dragón fue algo que me entusiasmó, pensé ‘¿cómo lo puedo resolver?’, pero no me imaginaba que podía vivir de esto. Cuando lo hice dije ‘qué lindo, salió’ pero nada más. Y si bien con esta mentalidad de ingeniero cada vez que termino la escultura la estudio para ver qué está mal o qué podría modificar, porque también hay un aprendizaje y un estudio permanente, no esperaba tanta repercusión”, dice con humildad.

Un choique es otro de los animales que el escultor creo para Comodoro.

Tomás admite que hay esculturas que hoy ve y le parecen espantosas. Reconoce también que no es un buen soldador y que su arte va por fuera de la herrería tradicional. “Me salen muy bien las cosas que no están a escuadra, si están a escuadra me salen mal y mi calidad de soldadura no es un trabajo prolijo, es algo que está bien hechos en términos mecánicos pero no con la delicadeza que tiene un buen soldador, es más, nunca hago herrería tradicional del frente de reja de una casa, de hecho me lo han pedido y dije ‘no lo hago’, porque no me considero ni un buen soldador ni un buen herrero”.

Lo suyo son las esculturas, estos animales que crea en base a hierro, estudio y un minucioso detalle de cada una de sus partes. “Todos se hacen bajo el mismo proceso. Primero hago un estudio anatómico de lo que me toca hacer y todo parte de un dibujo que se hace en el piso. Con tiza dibujo un perfil, una silueta bien estudiada, después se verticaliza y ahí empiezo a generar el volumen. Pero toda la información que manejo son imágenes o algún libro de anatomía; no trabajo con diseño de computadora ni diseños 3D, todo bastante artesanal, digamos”.

Tomás cuenta que la primera etapa del trabajo consiste en armar el esqueleto, la silueta exterior. Según el animal tiene más o menos refuerzos internos, y siempre calcula que alguien se pueda trepar, aunque no es lo aconsejable. Una vez que ya tiene el esqueleto, reviste el animal con chapa “siguiendo las líneas del esqueleto” y luego le da una terminación de óxido, porque “con el tiempo no falla”.

El pulpo que descansa sobre el Paseo Costero es una de las esculturas preferidas de los chicos.

EL ARTE COMO DISTRACCIÓN

Si bien Tomás hace trabajos que quedan guardados en el pasillo o el patio de una casa, reconoce que su mayor satisfacción son los espacios públicos, aquellos lugares donde “la gente lo puede ver, lo puede disfrutar”, y donde ve aquella sensación que a él mismo le gusta encontrar. 

“Yo soy muy figurativo, no pretendo que haya una reflexión sino una dispersión, que la gente que está con mil cosas a la vez se pueda desconectar un minuto o generar un impulso y nada más que eso. Es más, la mitad de las obras me olvido de firmarlas, no pasa por ahí, para mí el arte es algo que no tiene una utilidad por sí misma sino que es un momento de apreciación de algo. A veces yo mismo me distraigo con un perrito que hay en Trevelin que si lo mirás rápido parece de verdad. Creo que eso es lo más lindo, ese gesto de distracción espontáneo que dura un segundo”.

Quizás por todo esto, Tomás se considera “un escultor en hierro, un apasionado por la naturaleza y la anatomía que trata de mostrar cosas a las que habitualmente uno no puede acercarse con detenimiento”, siempre “tratando de ser muy respetuoso a las proporciones y a la vida”, porque a fin de cuentas de eso se trata, mostrar la vida, plasmarla y que la gente lo pueda apreciar, valorando su propia fauna patagónica, aquella que da identidad y suma valor a un lugar, tal como está sucediendo en Comodoro, la ciudad que empezó a mirar más allá del petróleo y el trabajo.

Ampliar contenido
Del Instagram de tomasschinelli
ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer