Desde Andrés Silvera y Sixto Peralta a la actualidad, cientos de jóvenes jugadores de Comodoro Rivadavia han viajado a Buenos Aires en busca de un sueño que es llegar a Primera. Algunos lo consiguieron y hasta lograron ir a jugar al exterior, pero muchos han ido y no han podido permanecer en la "jungla de cemento" que es la Capital Federal por diferentes motivos.

El fútbol formativo de la capital petrolera es muy rico por muchas razones, y existe un potencial que en otras localidades de la Patagonia no se encuentra, pero los niños son llevados a Buenos Aires cada vez más chicos para atravesar diferentes pruebas en distintos clubes, y eso ha generado un debate en el ámbito deportivo.

Pasta de Campeón juntó la palabra del psicólogo deportivo Juan Cruz Yapura y el punto de vista de un formador con dilatada trayectoria en las categorías formativas como es Armando Tula, junto al punto de vista del entorno de Ian Subiabre, quien pasó por un largo proceso hasta llegar a firmar su primer contrato profesional en River Plate. 

"Cuando comencé a trabajar en la preparación psicológica de niños deportista en el nivel escolar, iniciación, clubes, categorías de seleccionados y apoyo a familias  supe inmediatamente, que el psicólogo deportivo, lo necesitan primero los padres (entrenadores y la organización deportiva). Y es que, una realidad común a todos los deportes, es que la mayoría de padres llegan sin tener consciencia de la nueva responsabilidad. Esencialmente, suelen ir aprendiendo por orientación de otros padres y de la experiencia directa", explicó el psicólogo deportivo Juan Cruz Yapura.

En los últimos tiempo varios chicos de Comodoro Rivadavia acordaron su vinculación a clubes de Buenos Aires como Caleb Canales, quien con tan solo 8 años arregló con River Plate o el caso del arquero Tomás Marcial quien, formado en la escuela de Daniel Encinas, y con 11 años ficho para Racing Club de Avellaneda.

En ese caso, Yapura quien está ligado a la psicología deportiva desde el 2012 aproximadamente explicó que "hay que ver como acompaña la familia la situación y está bueno generar una charla con los padres. Los deseos y la ilusión del padre se la traspasa a su hijo y ahí la presión es otra, es la presión del padre o del club, o la exigencia del que lo está evaluando. El chico a esa edad solo quiere jugar al fútbol divertirse, hacer amigos, pasarla bien, y también se trabaja lo que es el sentido de pertenencia y ese desarrollo a veces es corto, y necesita un proceso más largo donde se adquieren herramientas tácticas y técnicas que le permitan al chico después a potenciarlas. Al principio es eso, adquirir conocimientos y luego se los exige", remarcó el profesional.

Mucho se ha hablado sobre la importancia del juego a temprana edad y el inicio de la competencia en sí donde lo relevante es el resultado. Yapura asegura en ese sentido que "lo que uno por ahí recomienda es que la competencia comience a los 12 o 13 años pero es una realidad que en otras partes del mundo la competencia te lleva a otro tipo de torneos a más temprana edad. No es que uno esté en contra o a favor de eso, es lo que está surgiendo. A veces uno recomienda que no, pero otros recomiendan que el chico debe comenzar a competir desde otro lugar en edades más tempranas pero uno considera que se queman varios procesos, por eso cuando uno lo quiere exigir al deportista que tiene condiciones hay un traspaso entre los 10 y los 12 años donde se puede observar si puede manejar esa presión", sentenció.

Viajar a probarse, quedar en un club de Buenos Aires e instalarse allá lejos de la familia es una de las posibilidades, y en ese momento uno cambia su estilo de vida lejos de los padres y hermanos. Cada caso es muy particular, y Yapura asegura que "muchos aprenden a sobrevivir en el momento, hoy en día lo que se ve es que van chicos más pequeños cada dos meses o cada seis a Buenos Aires, y la familia va viendo qué hacer y como acompañar. Antes era diferente, primero termina la escuela y vemos, o a los 15 o 16 pero ahora ves que nenes de 8 años van a probarse afuera y es cuando la familia piensa en una modificación de su cotidianeidad como por ejemplo irse a vivir más cerca para que el nene tenga la chance de entrenar y probar", explicó el psicólogo deportivo.

EL OBJETIVO CLARO DE ENTRADA

Si bien la finalidad de muchos jugadores - y su entorno - a temprana edad es ir a Buenos Aires y continuar con su formación deportiva hay muchos factores que influyen en el resultado final. Y por eso es bueno tener en claro de entrada cuál es el objetivo y tener sobre la mesa las posibilidades.

"Muchas veces hay que tener en claro el objetivo. A veces los padres tienen una manera de actuar donde todos los objetivos están ligados a una persona de 9 ó 10 años y es una mochila bastante grande. Puede suceder que uno o dos pudieron sobrellevar eso, pero creo que a esa edad hay que inculcarles otro tipo de cosas. A veces está bueno que tengan sus pruebas, y lo lleven a Buenos Aires pero sin exigencia. Que tengan esas rutinas para mejorar en un futuro. Creo que sumarse a ese barco a temprana edad no es preocupante pero es muy llamativo", reflexionó Yapura.

En Buenos Aires hay instituciones que tienen un gabinete metdologico con psicologos y nutricionistas que siguen de cerca cada niño - jugador que llega, pero no todos los clubes. "En River por ejemplo existe un departamento de Salud Mental, psicólogos que trabajan en la pensión con los chicos de afuera que tiene escolaridad, y en algunos planteles de inferiores. Suena llamativo, pero atrás hay un trasfondo de contención. El tema es el desarraigo familiar y de la ciudad, estamos hablando de un chico que está empezando a dar los primeros pasos en el deporte pero en otro lugar y no en lo competitivo o profesional. Muchas veces pecamos, y digo pecamos porque me sumo porque somos todos. Muchas veces se intenta potenciar el desarrollo del chico para que tenga mejores resultados pero a la vez tratas de bajar la incertidumbre o la emoción del padre porque ahí es cuando se ven las primeras frustraciones y hay que llevarlos paso a paso con objetivos claros, reales pero difíciles viendo que se va a trabajar este año porque si no hacen un paso muy grande", graficó.

EL CASO DE IAN SUBIABRE Y EL MANEJO DEL ENTORNO FAMILIAR

Cuando Juan Cruz Yapura habla del rol de la familia, y su desempeño en el crecimiento de los futuros jugadores, en el caso de Ian Subiabre fue llevado de a poco. Tuvo varias oportunidades para irse de Comodoro Rivadavia, pero su familia no quiso que se aleje de la ciudad porque era muy chico.

"A los 8 años lo trajimos con Claudio Junior Fernández a River, donde Mario Argenta nos dio una mano. Claudio tuvo la locura de traerlo, y cuando lo vieron Marcelo Moya y Sergio Spataro decidieron que se tenía que quedar en el club", contó Martín Subiabre, el padre de Ian, a Pasta de Campeón.

Fue un proceso largo, y el joven futbolista que actualmente alterna en la Reserva y ya debutó en la Primera de River Plate que dirige Martín Demichelis fue dando pasos firmes.

"En su momento nos pagaron del club los pasajes y luego los pagamos nosotros. La única ayuda siempre fue de Claudio Fernández, Nani Almonacid también pago pasajes en su momento cuando yo me quede sin trabajo. Ahí fue muy difícil para todos pero luego comenzamos a trabajar para solventar los gastos y que pueda seguir viniendo a Buenos Aires", contó Subiabre.

Sin dudas que los tiempos han cambiado y hoy se nombra más la palabra psicólogo o terapeuta pero hace cinco años o más era diferente. "A esa edad Ian no tenía el apoyo de terapeutas o psicologos pero manejamos esa ansiedad de viajar para venir a jugar. A los 10 años le ofrecieron pensión a Ian pero mi señora no quiso saber nada porque era muy chiquito. Le dijo que por más que lo quiera el Barcelona, a esa edad no se iba a ir de Comodoro", recordó con una sonrisa.

Por esa razón, Ian continuó jugando a la pelota y formandose en la capital petrolera hasta que surgió una nueva chance de mostrarse pero el destino estaba escrito. "Luego comenzó a jugar en un club de Comodoro, y River siempre lo siguió. Una vez lo invitaron a un amistoso contra Racing y metió un gol. Anduvo muy bien, y ellos querían que se quede pero mi señora decía que era muy chico para venir a la pensión", subrayó el papá del jugador.

Hace dos años atrás, la situación cambió el futuro de Ian comenzó a escribirse lejos de su ciudad natal. "Luego se quedo con un club de Comodoro y vino a los 14. Jugaron contra la Selección Argentina y varios clubes. Y ahí ya River le dijo que tenía que venir en enero del 2022 para que se instale en la pensión", concluyó Martín Subiabre.

Cada historia, y cada caso es muy particular. Pero siempre es positivo tener la ayuda o el asesoramiento de profesionales en todo sentido para que el chico no se olvide que a los 8 ó 10 años es eso, un chico que necesita aprender sin dejar de ser un niño que hace cosas de su edad.

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