La selección había olvidado lo que era la derrota. Ni siquiera sabía de qué se trataba tener que ir a revertir el resultado. Se notó. Arabia Saudita empató cuando nadie lo esperaba y pasó a ganarlo aprovechando el envión. En esos minutos entre los goles del rival, los jugadores argentinos no pudieron salir del shock. Y después de que Arabia se pusiera 2-1, Argentina perdió toda fortaleza anímica. Luego tuvo alguna chance como para empatarlo, pero ya dentro de la confusión total.

Queda clara la preocupación que queda de cara al próximo encuentro: ¿el equipo tendrá la respuesta mental necesaria? El Mundial expone a todo aquel que no se recupera pronto de un golpe. Sucedió en 2018, cuando luego del empate contra Islandia, perdió (y deambuló) frente a Croacia. 

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Sólo así, primero en lo mental y después en el juego, podrá recuperar su estilo. Porque en definitiva eso es lo que le sucedió al seleccionado de Scaloni: no fue el que acostumbra. Este equipo, con juego más o menos vistoso, siempre se caracterizó por la personalidad y la determinación. Nada menos que en el debut del Mundial, tuvo una actitud pasiva en el primer tiempo y, quedó dicho, padeció el segundo. La vuelta de las peores sensaciones, en el peor momento y el peor lugar.

Después quedan otros puntos de análisis. Para empezar, una incógnita: ¿cómo está Messi? ¿Perdió varias pelotas porque simplemente lo marcaron bien o porque algún dolor lo tiene moviéndose a medias? En su entorno y en el cuerpo técnico niegan que no esté pleno; no pareció.

El análisis del palazo que recibió Argentina: ¿Cómo está Messi? ¿El equipo tendrá la respuesta mental necesaria?

Después, algunas certezas. A varios futbolistas de la selección les falta ritmo (Paredes, Romero, uno que podría haber sido importante como Dybala). El técnico lució apresurado en los cambios, ubicando a Julián Álvarez en una posición que no es la suya. Y una más, colectiva: fue un pecado futbolero, un absoluto desperdicio, desaprovechar en el primer tiempo cómo quedaba parado el rival.

En fin, no hay nada que desestabilice tanto como la desilusión. Así como se ganó ser el destino de la expectativa, esta selección también merece un nuevo voto de confianza. Nada será fácil evidentemente. No sirve de nada hacer muchas más cuentas que esperar una victoria en cuatro días. Primero tendrá que encontrar la convicción. Sin recuperación anímica, no habrá chances de clasificación.

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