El festejo de Maradona en Segurola y Habana, tras la consagración de Boca en Japón
A más de 18 mil kilómetros de distancia, cuando el reloj daba las 9 de la mañana (en Argentina), en un balcón que daba a la calle en la intersección de Segurola y Habana del barrio porteño de Villa Devoto se empezaron a oír gritos y una bandera azul y oro empezó a flamear. Era un Diego Maradona somnoliento pero desaforado, eufórico por la resonante victoria de los dirigidos por Carlos Bianchi en la Copa Intercontinental ante Real Madrid.
A su lado estaba Coppola, luciendo también una camiseta xeneize. Varios medios se hicieron presentes en la puerta del edificio y esperaron que bajara el astro, que hizo su aparición con una camiseta de Jorge Bermúdez dada vuelta (con el número 2 en su pecho). “A la Argentina, a la Argentina, fuimo’ a buscar la copa que perdieron las gallinas”, fue el cántico no del todo bien pensado pero espontáneo con el que afrontó los micrófonos el Pelusa. “¡Boca puso los huevos!”, fue su análisis inmediato.
Luego de varios minutos, Maradona partió en su vehículo y dejó algunas frases con las que mostró su lado más pasional y versión de hincha: “Yo creo que el pueblo está feliz. Boca se merecía la Copa Intercontinental y vuelvo a repetir, al Real Madrid ahora lo van a ir a buscar mil personas para tirarle tomates. Porque no es verdad que no les importa la Intercontinental, porque cuando se la ganaron a los brasileros lo fueron a buscar 20 mil personas y fueron a festejar a La Cibeles (fuente y monumento icónico de la capital española). Que paren de hablar los boludos acá con que ‘al Real Madrid no le importa la Intercontinental’. Que se vayan a cagar”. Al hueso, auténtico, sin filtros. El Diego más bostero y visceral.