A los 34 minutos del segundo tiempo Pablo Barrientos enfiló para la línea de cal y ya sabía que había durado cinco minutos de más en el campo de juego, aunque finalmente solo él sabrá las sensaciones que se le habrán cruzado por su cabeza en esas milésimas de segundos, en la que el famoso acuerdo se había cumplido en una parte, quizá la más romántica, la que a los hinchas con la chance de ver a una figura en la historia del fútbol de la ciudad y a la familia, aquella que pudo cerrar un ciclo. TERMINA DE LEER ESTA NOTA HACIENDO CLICK ACA