(Pasta de Campeón - ADNSUR) - Este miércoles se conoció la triste noticia del fallecimiento de Juan Carlos Álvarez, un histórico jugador de Huracán de Comodoro. El “Papa” fue defensor del “Globo” en la etapa dorada del club, cuando disputaba los famosos Nacionales en los 70.

Desde el año 2017 el referente de Huracán venía peleando contra la Cirrosis y Hepatitis C. “Me agarró Cirrosis y no tomaba alcohol”, comentaba el “Papa” a Pasta de Campeón en el 2019, sospechando que la enfermedad llegó tras el tercer Nacional que disputó el club.

Álvarez era una persona muy querida, no solo en el pueblo del “Globo”, sino en todo el mundo del fútbol comodorense. . “La vida me dio dos hijas (Vanesa y Nadia) y ellas me premiaron con dos nietos, estoy chocho. ¿Qué más quiero? Yo ya estoy hecho. Me di el lujo de conocer toda la Argentina gracias al fútbol, conocer grandes jugadores y hacer amigos”, comentaba el exdefensor.

ENTREVISTA REALIZADA EL 9 DE OCTUBRE DEL 2019

-¿Es cierto que estuvo a punto de jugar en Jorge Newbery?

(…) Sí, es verdad -ríe-, a los 12 años. Éramos de cierta manera del barrio, porque vivíamos en la calle 13 de diciembre y Aristóbulo del Valle, al lado del Gimnasio Municipal N° 1 (a 7 cuadras del club). Como me quedaba cerca la cancha, un día fui a probarme. Papá era obrero de YPF, no eran buenos momentos económicos en el seno hogareño, y yo tenía la ilusión de que me den alguna camiseta, un pantalón corto. Cuando fui a Newbery, el técnico me preguntó si traía ropa y le respondí que no tenía, entonces me dijo que no me podía probar. Después me pidió que esperara afuera y, como me cayó un poquito mal, me fui para mi casa. Era la primera vez iba a un club y justo tuve ese percance, no pude cumplir mi sueño de jugar en una institución… pero bueno, son cosas que pasaban. Luego opté por el barrio, comencé en Deportivo San Carlos con 13 años…

-¿Desde chico fue defensor central?

No, jugaba de 5 o de 9, la paradoja del destino. De 5 porque yo soy nacido en Km. 27 y te imaginarás de quien era hincha… Diadema Argentina. Cuando iba a la cancha a ver a Diadema veía a un 5 llamado Oscar Segundo Funes, me encantaba como jugaba, lo admiraba. Y ya cuando estábamos en la segunda división, empecé como 9. Era flaquito y rápido, hacía goles en esos tiempos, después nunca más la metí. En Huracán, cuando fui citado en el diario por primera vez, el entrenador me dijo que le faltaba un 2. Recuerdo que fue en la cancha de Tiro Federal, no sabía ni donde me tenía que parar, pero yo venía del barrio, del potrero, donde éramos más picaros, más “tramposos”. No estoy en contra de las escuelitas, por favor, pero corríamos con esa ventaja, por eso me gustaba. A partir de ese partido no me saqué más esa camiseta hasta el final de mis días. Yo soy negro, pero tengo la blanca de Huracán pegada en el cuerpo.

-¿Qué tan amateur fue el Huracán del primer Nacional?

En mi caso, nunca quise vivir del fútbol, no era mi idea. Si bien el club te daba apenas unos viáticos, ¿cuánto te podía durar? Yo siempre trabajé. En los otros dos nacionales (74 y 76) hacíamos doble turno, pero yo hacía uno solo. Salía 7.30, me tomaba el colectivo para la empresa petrolera y volvía 23.30 o 00 de la noche. Mi mamá me quería matar, porque el sacrificio era doble, pero cuando llegaba a casa me tenía preparado un churrasquito a baño maría o una tortillita de papa que me encantaba y, al otro día, cuando me despertaba, tenía la ropa limpia al lado de la cama. ¿A qué hora se levantaba mamá para lavarla? Un día le dije que no me lave más un buzo azul, porque lo tenía celeste de tantos lavados. Eso me ayudó, porque después de horas, ir a entrenar era… y eso que nunca falté a ningún entrenamiento. En el primer Nacional tenía 18 años recién cumplidos y no tomaba dimensión de lo que estaba jugando. En esos tiempos, cero profesionales. Yo siempre fui cuidadoso en mi forma de vida, me cuidaba. La juventud de antes era como la de ahora, los sábados eran de baile, pero yo me acostaba temprano para ir a jugar. Los pibes del barrio pasaban a buscarme y preguntaban si estaba “Pelé”. Me decían así no porque jugaba bien, sino por mi piel morocha.

-¿Cómo surgió la enfermedad?

Es jodido, aparentemente fue por las vitaminas que nos inyectaban en el tercer Nacional de Huracán. Ponele que en la ducha éramos 12 y el enfermero llevaba 4 agujas para todos, cambiaba la aguja cada cuatro “trastes” distintos. Alguien debía estar contagiado, lo descubrimos porque de ese plantel hay 9 con Hepatitis C.

 -¿Qué siente cuando vuelve a Comodoro Rivadavia después de meses en los hospitales de Capital Federal?

Cosecho lo que sembré, la gente me saluda por la calle, me cuentan que me veían jugar y esas cosas, a mí me gusta. Imagínate, acá cargo pilas de nuevo y la voy a seguir peleando. Viste que hay una frase: “Me orinó un perro” … a mí me agarró un elefante hermano. Me agarró Cirrosis y no tomaba alcohol. Capaz que comía un asado y me tomaba una copa de vino o comía pizzas con mi mujer y una cerveza, lo normal.

 -¿Le tiene miedo a lo que puede llegar a pasar?

No, para nada. La vida me dio dos hijas (Vanesa y Nadia) y ellas me premiaron con dos nietos, estoy chocho. ¿Qué más quiero? Yo ya estoy hecho. Me di el lujo de conocer toda la Argentina gracias al fútbol, conocer grandes jugadores y hacer amigos.

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