El mes de septiembre del 2020 fue durísimo para la familia Cedrón. El Covid-19 se cobró la vida de tres miembros y dejó muy complicado a Juan, que la luchó con alma y corazón para ganarle a la enfermedad. El apoyo recibido de diferentes sectores sumado a las ganas de ver a su hijo hicieron que la peleé y cuatro meses después vuelva a entrenar  en su amado Comodoro RC. 

Los Cedrón siempre fueron muy unidos y a pesar de cuidarse constantemente, no saben dónde se contagío el primer familiar. "Cayó enferma toda la familia. Nos enteramos primero que  mi hermana Luisa era positiva y a los días, mi viejo. Ahí empezamos a caer todos".

El primero que falleció fue Don Nicolás de 79 años y padre de la familia. Juan, que estaba aislado en su departamento, recibió la noticia en soledad y no la aguantó.  Sobre aquel momento, el rugbier recordó: "me estaban llamando porque me querían hacer un chequeo una doctora de Emec y yo no respondía.  Me había desvanecido  por la noticia de mi viejo.  Entraron, me encontraron y me pasearon por todas las clínicas y hospitales hasta que caí en la Española".

"Me acuerdo que me llevan con oxígeno  por mi problema respiratorio y me dicen que me van a inducir a un coma. Al doctor José Iglesias lo único que le dije es que si no salía le dé un fuerte abrazo y un beso a mi hijo", agregó.

Juan estuvo diecisiete días en coma. En ese lapso, murieron  sus hermanas Graciela y la reconocida y querida Luisa.  Cuando despertó le comunican la noticia y lo pasan a sala común, donde estaría diez días más con rehabilitación y kinesiología. Había perdido 25 kilos. 

"Los primeros dos días que estaba en sala común no me movía. Perdí mucha masa muscular. Al tercer día recién empecé a mover las piernas. Con la ayuda de los kinesiólogos y mis hermanos Richard y Esther pude levantarme de la cama", rememoró.

La energía de los profesionales de la salud, sus amigos, la comunidad , sus compañeros de club, sus ídolos de boca,  su familia, que lo quería ver bien; lo motivaba. Pero hay amores que llenan de energía. Esos que permite hacer cosas impensadas y lucharle a la muerte. De esos que no saben de razón si no de corazón. Y ahí no hay virus,  escollos ni límite posible.

"Me llamó un montón de gente. El presidente de Boca, Ameal,  el "Chelo" Delgado, Cascini y hasta Riquelme  me mandó un audio. Tenía el apoyo de todo el club, de todas las instituciones amigas de acá. Yo solo pensaba que  quería salir y ver a mi hijo. Un día me lo llevan a la tarde por afuera y mira por la ventana. Ese momento recuerdo que me llenó de energía para meterle", remarcó.

El jugador de Comodoro RC tardó un mes en poder  caminar bien con la ayuda de kinesiología, que continuó durante tres meses más. Hay un refrán que implora "Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros". Ese seguro es Juan, que cuando parecía que salía se le venía otro obstáculo  a superar. Le diagnosticaron post Covid-19 un tumor cerebral, que luego sin explicación medica ni científica, desapareció.

"Después fui mejorando paulatinamente. Recuperando masa muscular que era lo que más había perdido. En diciembre empecé  a trabajar y en enero ya me puse a entrenar. El apoyo de mis compañeros fue lo principal. Me alentaban a que vaya y me sume. Me ayudaron mucho en la recuperación y  me encontré volviendo a jugar, algo que no se me cruzó que iba a volver", explicó.

En este comienzo de año jugó el torneo preparación contra Calafate y  Portugués. Cuando llegó el duelo clásico comodorense, ante Chenque, se lesionó  el ligamento interno de la rodilla derecha. 

"Soy un enfermo del rugby. Estoy con ´kinesio´ y me tengo que a operar. Las ganas de seguir jugando están. Pero ahora  hay que seguir cuidándose. Se viene dura la segunda ola y hay que cuidarse como el primer día", comentó.

Por último, el miembro de la peña "Comodoro es de Boca", agradeció " todo el apoyo de la gente, los clubes y en especial a Comodoro RC que  fue el que me contuvo en los momentos complicados.  A todos en  la clínica Española, que “se portaron muy bien".

El deporte como estandarte y forma de vida

Juan nació en el barrio Jorge Newbery, a tres cuadras de la "Madriguera". A los siete años comenzó a jugar en aquella cancha de tierra del "Lobo", donde forjaría amistades para toda la vida. Junto a su hermana Luisa siempre fueron colaboradores de la institución.

En su adolescencia, también se animó a probar con el básquet y jugó en Asturiano. Pero el fútbol lo practicó más a conciencia hasta los 18 años, como defensor central. Nunca es tarde para volver a enamorarse. Por el reconocido Ezequiel "Abuelo" Guerreiro -con quien tenía amigos en común- , probó el rugby y nunca más lo dejaría. Todos hicieron que se sienta parte del minuto uno. Supo integrar los históricos plantales del "Coirón" que salieron bicampeones del torneo Austral (2008/2009).

En la actualidad, aparte de jugar, integra la subcomisión de rugby y asegura que el club es su cable a tierra. Por decantación, herencia, pasión, o el nombre que quieran ponerle, su hijo Santino conoce la cancha de Newbery y Astra de memoria. Como su padre, viste ambas camisetas.

Quizá o seguramente su paso por los deportes hicieron que su cabeza  domine su cuerpo y salga de esa situación. Su historia de superación no deja de causar admiración, pero también deja por doquier enseñanzas. El virus existe, está acá y solo cuidándonos lo podemos dominar. Nos hace entender que un momento en la vida puede esperar, pero que otras cosas no esperan. Que la vida está ahí y es ahora, pero que mañana debe haber tiempo de planificación,  de sueños y  esperanzas.

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