La historia desconocida del comodorense que jugó en Boca, le tocó marcar a Bianchi y compartió con el “Loco” Houseman
Muchas son las historias y los mitos que escuchamos de los jugadores nacidos en Comodoro Rivadavia, pero poco se escuchó hablar de Claudio Darío Casares, el primer comodorense que vistió la camiseta de Boca Juniors. Incluso, en su debut le tocó marcar nada más y nada menos que a Carlos Bianchi. En Pasta de Campeón y ADNSUR te contamos la historia de este defensor-volante que hizo carrera en Colombia, fue árbitro y entrenador de varios clubes en Buenos Aires.
Los futboleros de Comodoro Rivadavia hemos escuchado miles historias, leyendas y mitos urbanos de diferentes jugadores que pasaron por nuestra ciudad. Desde el “Choa” Cárdenas y “Pirulo” Britapaja, hasta los primeros partidos de Andrés Silvera cuando un tal Víctor Hugo Doria renegaba para que “Cuqui” comprenda de que era distinto y se vaya a buscar gloria al fútbol profesional.
Así podemos nombrar a cientos de jugadores y debatir quién fue el mejor que salió de esta ciudad, pero pocos - o casi ninguno - va a nombrar a , porque poco se sabe de él. El defensor nació en la capital petrolera un 18 de febrero de 1952 y se sumó a las inferiores de Boca Juniors desde muy joven.
Casares, de gran altura, se desarrolló como marcador central en las formativas, pero también jugó varios años como volante central. El . Su primer gol como profesional fue contra Argentinos Juniors en la cancha de Atlanta, partido que televisó Canal 7. Aquel día el comodorense ingresó en el minuto 15 por una lesión de Roberto Mouzo. En Boca jugó hasta el año 74 y también se dio el gusto de marcarle a San Lorenzo en una goleada por 6 a 0 en el Nuevo Gasómetro por el Torneo Metropolitano de ese año.
Luego de su paso por el club de La Ribera se sumó a Atlanta, en donde se quedó solo un par de años, ya que le llegó la propuesta de partir a España para jugar en el Elche con Marcelo Trobbiani y Mario Finarolli, pero solo estuvo seis meses y regresó por problemas de papeles.
En 1977 jugó en Chacarita junto a Carlos Ischia, Pena, Bordón y Avallay y un año más tarde pasó por Racing Club de Avellaneda para tener como compañeros a Cejas, el “Panadero” Díaz, el “Vasco” Olarticoechea, entre otros.
Pero en 1978 tomó la decisión más importante en su carrera, ya que supo brillar en este fútbol. Un llamado de Eduardo Luján Manera (entrenador argentino) hizo que Casares tome un vuelo y viaje a Colombia para sumarse al Once Caldas en donde jugó hasta el año ´81, para luego partir a Independiente Medellín. Claro, hablamos de años en los que el fútbol colombiano era protagonista por los grandes sueldos que ofrecían y muchos argentinos emigraban a este país para continuar sus carreras.
En 1983 firmó con América de Cali en donde compartió equipo con jugadores como César Cueto y Guillermo La Rosa, Teglia, Alfaro, Marcoletta, Chaparro, con el DT Gabriel Ochoa y se pudo consagrar campeón.
Un año más tarde partió para tierras muy extrañas: Sudáfrica. Allí estuvo en el Ama Zulú, junto a Lulú Sanabria y, nada más ni nada menos, que con René el “Loco” Houseman. De allí regresó a la Argentina y decidió colgar oficialmente los botines, aunque continuó ligado al fútbol.
DE ÁRBITRO A DIRECTOR TÉCNICO SIN ESCALAS
Tras su retiro, Casares inició la carrera de árbitro en un curso dictado por Ángel Norberto Coerezza. Formó parte de la primera camada de jueces/ex jugadores, como Carlos Domingo Jesse, Gerardo Boquete, Pafundi y Rodríguez Battaglia. Arbitró desde el ’89 al 2002, alternando la Primera D y la C y fue asistente en partidos de primera división.
Luego decidió realizar el curso de director técnico y fue de la promoción del Chino Benítez, Pedro Larraqui, Carlos Ischia y Julio César Jiménez. Hizo sus primeras armas como entrenador en inferiores pasando por Ferro (1999/2000), Excursionistas y luego trabajó en Sportivo Italiano, Atlanta y Boca Juniors.
En la actualidad, el exfutbolista nacido en Comodoro Rivadavia está radicado en Capital Federal y junto a su gran amigo “Lulú” Sanabria, también exjugador, traen jugadores juveniles de Honduras y El Salvador y los preparan para tratar de ubicarlos en el mercado argentino. Además, trabaja como docente vinculado a la Asociación Hebraica Argentina dedicado a formar jugadores.