La Selección de Messi y 45 millones de argentinos juegan este domingo su nuevo sueño mundialista
Desde las 12 horas Argentina se comienza a jugar la final del Mundial de Qatar 2022 frente a Francia. El equipo de Scaloni busca dar el último paso en un torneo que ya quedó en la historia del país, su gente y su deporte.
De la mano de Lio Messi Argentina buscará en el Mundial de Qatar desde el mediodía cumplir el sueño de la “tercera” Copa del Mundo para el país, un anhelo postergado desde que Diego Maradona lo logró en México y que tendrá en Francia un escollo final.
El equipo de Lionel Scaloni cumplió con el objetivo que buscaban en la previa todas las selecciones: jugar los siete partidos y tener un lugar en el último día del torneo más importante del mundo.
Así, desde las 12:00, la pelota comenzará a rodar por última vez en uno de los mundiales más controvertidos de la historia.
Decenas de miles de argentinos tomaron parte de la fiesta mundialista desde Qatar desafiando los costos del traslado, de las entradas en reventa y de una cultura completamente distinta, que paso a paso fue generando adaptación de todos a partir, además, de los buenos resultados y del espíritu que trasmitió el equipo argentino.
Tras el fiasco del debut con Arabia Saudita Argentina fue construyendo, en base al “mata-mata” que le quedaba por delante sin margen de error, un camino de convicción, buen juego, confianza y acompañamiento popular que hizo que los argentinos se ilusionaran con algo grande.
Y así, se conformó un espíritu de argentinidad al palo que hermanó a nobles y villanos, al prohombre y al gusano para ir generando la fiesta que cantó Juan Manuel Serrat, y que también llega a un final en el que el resultado, si bien es importantísimo, puede ser cualquiera.
El espíritu y talento de Messi, la entrega de los jugadores más aplomados, el desenfado de las sorpresas debutantes, la templanza del técnico, la hermandad de las familias, las ganas del mundo de ver consagrar al 10 con el título que le falta y la pasión que cruza océanos desde cada lugarcito de Argentina hizo que este domingo fuese único.
Único como fue el final del Mundial de Argentina, con aquel primer título en las sombras de la patria. Único como el memorable triunfo en el estadio Azteca en el que Maradona se transformó en Diego.
Y único por todas las sensaciones que se fueron generando a nivel popular, sin grietas de por medio, que hizo el espíritu fuese uno solo.
Argentina podrá ganar y salir campeón y llegar al Olimpo de la historia de la mano de la anhelada “Tercera”. Y será merecido.
Y Argentina también podrá quedarse a un paso y Francia levantar la Copa, pero, por una vez, la gloria y los aplausos también se desparramarán sobre Messi, De Paul, Di María, Dibu Martínez, Alvarez, Otamendi y compañía sin reproches ni anotaciones en el talonario de facturas.
Cualquiera de las dos posibilidades serán disparadores para correr camino al próximo Mundial tripartito de las américas con la ilusión firme de seguir el camino de Kempes y Passarella, de Diego Armando Maradona (con todas las letras) y del glorioso Lio Messi.