Que un jugador de 47 años pese lo mismo que a los 17 es todo un mensaje. Son muy pocos los que pueden mantenerse bien físicamente con el paso del tiempo y más en un fútbol amateur de Comodoro Rivadavia.

Con una sonrisa y los rulos al viento aparece Raúl Loncón a la cancha de Jorge Newbery con su hijo Román de la mano. Antes de hablar con Pasta de Campeón tiene cinco interrupciones de jugadores y padres que lo saludan chocando los puños.

El “Rulo” es ídolo en el “Lobo” pero también hincha. Aprendió a querer esos colores pese a que nació en el corazón del Pietrobelli y todos sus amigos son de la vereda de enfrente.

Si bien la historia futbolística está ligada a Newbery, tiene varios capítulos en diferentes clubes de la ciudad y en el fútbol de salón.  “Primero hay que hablar de USMA, donde yo debuto a los 14 en el año 89. Estaba el “Ruso” Sabater, y con el ascendemos de la B a la A. Fueron varios años ahí, y lo más importante de mi paso es que cuando salimos campeones en 1993 en Primera después de mucho tiempo me tocó hacer hizo el gol en Sarmiento, fue 1-0, y quede en la historia”, asegura con convicción.

En julio cumplirá 48 años, y se mantiene jugando en Veteranos y también en el futsal comodorense, donde ha conseguido varios títulos y amigos, como así también un gran reconocimiento. Sin dudas el título con el equipo “El Progreso” fue lo más como así también los campeonatos con La Cigarra de Coco Mendes.

A Jorge Newbery llegó de grande, de la mano de Ruben Gatti, con 26 años y se ganó un lugar en el corazón del hincha y en la memoria colectiva de la institución. Actualmente Raúl Loncón dirige la Reserva del “Lobo”.

Fueron once años en el club defendiendo la camiseta. Hubo momentos muy buenos que viví, y otros no tanto. No es fácil llegar a Newbery de grande y estar tanto tiempo en el club”, admite mirando fijo a los ojos.

También vistió los colores de Ferro para para un torneo Regional en el 2003, y jugó en Universitario donde logró un ascenso y también con Ciudadela donde finalmente se retiró del fútbol oficial. “fue una decisión por ahí no del todo acertada. Hubiese sido lindo retirarme en Newbery, pero eso ya está, no se puede cambiar”, asegura.

En la vida de Raúl Loncón, decir Jorge Newbery significa mucho. “Fueron muchas cosas lindas, marcar goles en clásicos es algo único. Soy hincha y hasta mis nietos son del Lobo. Creo que al club le di sacrificio. Siempre tuvo buenos jugadores, pero yo nunca me considere un jugador de calidad o desequilibrante, pero siempre me sentí querido por la gente”, asegura.

Con tantos años jugando a la pelota es difícil hacer un podio de goles o recuerdos, pero el mira el cielo agarrado de la mano de su hijo y afirma: “Gracias a Dios y la virgen hice muchos goles. En clásicos hice varios. Uno, un 4-1 en el Industrial marco antes del minuto, centro y por atrás de cabeza. Se abre el partido y fue goleada. Después un gol a Monticelli (4-0), pared con Roberto Morales, lo limpio al arquero y se me va larga, le pegue igual y se clavó en el ángulo. A Palazzo de chilena en cancha de césped también fue muy lindo, y también uno con Ciudadela donde marque el gol del ascenso. El gol en USMA que significó el ascenso quedó sin dudas en el recuerdo colectivo”, admite el goleador.

Raúl Loncón debe seguir con su rutina diaria, de trabajo en su taller de soldadura en el Pietrobelli, pero al despedirse de PDC confiesa: “llego al club y me vibra el cuerpo. La gente te saluda y eso es único”, afirma con una sonrisa y se despide con un “abrazo de gol, que sin dudas es el más sincero de todos”.

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