Tras la publicación del último informe del Observatorio de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, en el que se detalló que la línea de pobreza en Comodoro ascendió a 974.976 pesos en el mes de mayo (para una familia de 4 integrantes), el director del organismo evaluó la evolución de los costos a lo largo de más de una década.

“Partiendo de la observación entre 2009 y 2018, la distancia encarecía los productos -precisó César Herrera, ante la consulta de ADNSUR-. Era de más de un 30% en Ushuaia, más del 25 % Río Gallegos; GAL, entre un 18 y 20% en Comodoro-Rada Tilly y Caleta Olivia; y más de un 15% en Trelew-Puerto Madryn, con un 10 a 12% en Viedma”.

Las diferencias de precios ya no son tan notorias.

Sin embargo, esas diferencias que en gran medida eran explicadas por los costos de logística, tendieron a disminuir desde 2018 en adelante, hasta llegar a equiparse el costo de vida, según indicó el analista.

“En el año 2012, la combinación de dos trabajos realizados desde la cátedra de Finanzas Públicas, ampliadas por la CGT local (conducida por Gustavo Fita) y presentada a la entonces viceministra de Trabajo de la Nación, Noemí Rial, dio origen al diferencial por zona patagónica en el impuesto a las ganancias de 4ta categoría, elevando el piso en un 22 %”, evocó Herrera, para dar más detalles sobre el alcance de aquellas diferencias de precios.

LA CANASTA SE ENCARECIÓ MÁS EN BS.AS

Del mismo modo, detalló que, en un relevamiento patagónico de precios, efectuado entre fines de 2018 y principios de 2019, “nos entregó una observación intrigante: una gaseosa en Tigre (provincia de Buenos Aires) salía más cara que en Caleta Olivia y al ampliar a toda la canasta de alimentos, verificamos la primera similitud. Salvo en frutas y verduras y carnes, donde se seguía notando mayor calidad y mejor precio”.

De todos modos, las carnes también lograron reducir las diferencias de precios, que años atrás eran notoriamente más altas en la región patagónica hasta tender a equipararse con Buenos Aires en los últimos años, según evaluó Herrera.

“En el caso de la carne concurren 3 situaciones que pude observar -explicó-. Los supermercados, con su cadena de distribución, no presentan variaciones en los precios de lista y utilizan costos de logística, promediables en compras a gran escala. En las grandes distribuidoras locales juega el costo de transporte y los de estructura, pero aun así mantienen costos menores. Y en el universo de la informalidad, que en muchos de los casos define la supervivencia del negocio minorista, también allí se nota, en nuestra ciudad, la agrupación en cadenas que permiten ampliar la cobertura y disminuir los costos de logística”.

Hoy, las diferencias de los precios tendieron a desaparecer.

Algo similar ocurre con frutas y verduras, que en el caso de grandes supermercados, se termina subsumiendo en el resto de los productos, entonces el costo del flete impacto menos.

Lo mismo ocurre con una de las grandes distribuidoras de Comodoro Rivadavia, según detalló Herrera, que al integrarse con una estructura productiva (que incluye la siembra de productos en el valle Inferior) logra atenuar los costos.

Y por último, con las cadenas de verdulerías de barrio, que en muchas unidades obtienen el abastecimiento a partir de camiones propios, directamente descargados en la boca de expendio, que aun con cierto grado de informalidad, logran ofrecer algunos productos a mejor precio que en grandes cadenas, según evaluó Herrera.

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