La calle San Martín, un escenario: cómo eran los carnavales y los corsos del siglo pasado en Comodoro
Caminar por la calle y recibir un inesperado baldazo de agua fría, tratar de esquivar un globito que casi como un cachetazo reventaba en la cara. El carnaval y los corsos que desfilaban por la calle San Martín repleta de serpentinas de papel, los bailes de la Asociación Española, el Luso y las fiestas en los campamentos, en esta entrega de “Comodoro, aquella vez”.
Desde 1915 hubo carnaval en el pueblo de Comodoro y para llevar adelante los festejos había comisiones organizadoras: una Asociación de Socorros Mutuos, un club o un grupo de vecinos proactivo que tomaba la iniciativa. Según la década que transcurriera, desde el municipio o las autoridades policiales se desprendían diferentes reglamentaciones en torno a los festejos.
En 1919 solo se autorizó a 97 personas a disfrazarse y se les cobró impuesto solo a 66. En épocas de la gobernación militar, en la década del 50, se prohibía el uso de los siguientes disfraces: uniformes militares, policías, sacerdotes, los hombres no podían disfrazarse de mujeres y viceversa, etc, según detalla el libro “Crónicas del Centenario Comodoro Rivadavia”.
Los recuerdos de estas fiestas aún se mantienen vivos porque se fueron transmitieron de generación a generación o simplemente porque sus protagonistas los reviven como el primer día.
Guillermo Luque tiene 75 años y Betty Pena 74, son un matrimonio del Barrio General Mosconi y para ellos las décadas del 50 y 60 fueron una fiesta. En entrevista con ADNSUR, ambos volvieron al pasado por un rato y relataron sobre aquellos festejos. Guillermo abrió su caja de fotografías viejas y en cada relato explotaba una carcajada.
“En los bailes la gente hacía trencitos y salía a la calle y muchas veces si estaban en la Asociación Española se iban hasta el Luso y al revés. Era un ambiente bien distendido porque prácticamente todo el mundo se conocía”, recordó Guillermo.
Ester Cordero también es del Barrio General Mosconi. En sus años de juventud vivió en campamento más alejado por lo que no asistía demasiado a las fiestas, pero reconoció que el carnaval era inolvidable. En conversación con ADNSUR, compartió el libro de una antigua vecina: Nelly Álvarez de Sarna "Estampas del Barrio Petrolero - Década del 40" y con orgullo relató algunos de sus fragmentos:
“Se hacía un mini corso en el barrio y luego la ilusión de todos era participar en el baile infantil que se hacía en centro Comodoro, había un gran despliegue por parte de las madres por que los trajes se confeccionaban en la casa”, concluyó Ester.
Las guerras de agua
Al parecer las guerras de agua eran muy divertidas por las situaciones que generaban, Guillermo siguió escarbando en su memoria y recordó:
“Cuando comenzaban las guerras de agua prácticamente no se podía salir a la calle porque de cualquier lado te podía venir un globo o un baldazo de agua. Me acuerdo siempre de un señor que iba de traje y corbata, muy bien vestido porque iba al baile y lo mojaron con un balde desde arriba. Primero lo tomó a mal, pero luego se reía. Comenzó a pasar de un lado para el otro para que le tiren más baldes”
Betty su esposa se sumó con otra historia: “Nosotras éramos tres hermanas que en los veranos íbamos a la casa de mis abuelos en la calle Francia y Rivadavia. Sobre la Francia vivía una familia que era descendiente de gitanos y tenían hijos. Flora era más o menos de nuestra edad y conversábamos pero tenía unos hermanitos cuyo placer era esconderse y mojarnos. Esperaban que nosotras nos arregláramos para ir al centro muy bien vestidas y peinadas y antes de llegar a la calle San Martín ya estábamos empapadas, adiós a los peinados con la toca. Teníamos que volver a la casa a cambiarnos” .
Nino Villarroel tiene 74 años y es del legendario Barrio Km5. No puede parar de reír en sus relatos y en su rostro se dibuja la cara de aquel niño de 13 años que disfrutaba con sus amigos “los callejeros” y que robaba trajes al cura para disfrazarse y jugar a la guerra de agua.
“Nosotros nos juntábamos en la plaza que tenía el ferrocarril, llenábamos los fuentones de agua y también barro. Era lindo, porque la lucha entre las chicas y los chicos era pareja”, relató Nino.
Corsos y disfraces
Según cuentan Betty y Guillermo en el centro de la ciudad la cosa se ponía divertida. Cualquiera podía disfrazarse. Recuerdan que desfilaban carrozas de la ciudad y también de los campamentos. La calle San Martín era doble mano y estaba repleta de autos y vecinos que llegaban para disfrutar del espectáculo.
La calle donde aún vive Nino es por donde desfilaban los corsos y así revivió aquellos momentos:
“Doña Josefa Ligo los organizaba, cada uno tenía su disfraz, los postes se adornaban con banderas y máscaras en los cercos de las casas. Se armaba un palco que tenía una vaca armada por unos vecinos y era la atracción por que las personas se acercaban y de sorpresa le apretaban la ubre y las mojaban “
Los bailes y las orquestas
Los bailes eran el broche de oro para los festejos. Se elegían a las reinas y en la época en que las jóvenes no podían salir solas eran las madres las que se sumaban a la trasnoche, entre cabezazos de sueño y escabullidas de las parejas, las madrugada las sorprendía en un nuevo día.
Guillermo no paró de contar historias, es evidente que fue un partícipe activo de aquellos tiempos:
“Los bailes más tradicionales eran los del Luso y La Española y podían durar hasta las 7 de la mañana, algunos iban a los dos. Todos tenían orquestas en vivo: Los Hermanos Torres con los Diamantinos, la orquesta de Marmo, etc.”
Para Nino el pilar de los carnavales en su barrio era el Club Ferro, ahí comenzaban y terminaban relató. El gran bailese hacía en el Club y en la cancha de básquet se hacía el patio criollo donde había comidas.
Contexto histórico y social
Edda Crespo es Magíster en Historia y comentó a ADNSUR algunos aspectos importantes de estos festejos.
“Era relevante en la organización de estos eventos el papel de los varones y mujeres, porque se puede observar que los fueron figuras de las dirigencias tuvieron un periodo de entrenamiento en las comisiones de organización de fiestas”.
También agregó Edda: “las mujeres tuvieron un papel sumamente relevante recaudando fondos, porque son más eficientes al recaudar y organizar que sus mismos pares masculinos”.
Los festejos en la actualidad
Los años fueron pasando y las modalidades de los festejos cambiaron en torno al movimiento social y económico. En la década del 90 las murgas barriales tomaron protagonismo en los festejos del carnaval. Estos grupos autogestivosrepresentan a sus barrios y forman parte de la identidad comodorense. Se organizan para confeccionar sus disfraces, construir y adquirir instrumentos. Trabajan durante todo el año, pero no solo para el desfile, la murga es un espacio de integración y contención.
Comodoro Rivadavia lleva 107 años de carnavales, las guerras de agua y los disfraces se fueron transformando, pero su objetivo fundamental de los festejos sigue intacto.
“El carnaval es uno de los festejos que reúne a todos y a todas sin ninguna distinción de otro tipo. Es el festejo popular por excelencia y es la inversión de las jerarquías de cualquier tipo”, concluyó Crespo.