La explosión del Salón de Usos Múltiples de la Escuela “Gran Malvinas” del barrio Pietrobelli que sucedió el 28 de abril de 2001 dejó al descubierto una serie de irregularidades en infraestructura y mantenimiento de las instituciones escolares de la ciudad. La explosión provocada por una fuga de gas destruyó parte de las instalaciones y dejó a unos 14 adolescentes con heridas de diversa gravedad.

La explosión ocurrió un sábado, mientras se disputaba un torneo de fútbol a beneficio de los alumnos de 5to año que estaban próximos a egresar. Si esta situación hubiese ocurrido un día de semana, seguramente hubiese sido una verdadera tragedia. 

“Se sintió un temblor y ahí sentimos la explosión. La pared de atrás del SUM se desmoronó contra lo que es hoy la plaza. Voló todo, hasta un piano que había atrás. Fue una tragedia bastante grande. Lo primero que pensé fue en salir de ahí; yo estaba de novio con mi señora actual y lo primero que hice fue buscarla de donde estaba; sabía que había salido a comprar por la puerta de enfrente y esa puerta de en frente voló hacia el otro lado de la calle, la arrancó completa. Cuando trepo el paredón, salto el alambrado y me tiro hacia el otro lado justamente estaba mi señora ahí. Me agarró el pómulo y como que me lo recogió poniéndome su mano en mi rostro. Tenía un corte de 22 o 23 centímetros en la cara, que fue lo que me quedó de la explosión, y se me había caído el pómulo. Y ella lo primero que hizo fue agarrar y tenérmelo así hasta que pudieran llevarnos hasta el hospital”, recuerda 20 años después Patricio Hernández, uno de los alumnos más lastimados, tras sufrir cortes y quemaduras en el cuerpo.

La familia de Leonardo Martínez, junto a otros padres, fue una de las que llevó adelante el reclamo ante el Ministerio de Educación cuando se decidió interpelar al Estado para que se hiciera cargo de los daños materiales, morales y psicológicos de los adolescentes.

Me llamó un enfermero del Hospital Regional para decirme que mi hijo estaba internado. La escuela exploto –dijo-  y están todos los chicos acá”, recuerda Luz Cofré cuando recibió la noticia.

“El motivo de la explosión fue por una pérdida de gas y esas pérdidas de gases ya estaban anticipadas. Yo fui uno de los que previo a eso estuve diciendo que había que hacer un cambio en el sistema de calefacción de las escuelas y de los servicios públicos porque era un peligro tener gas dentro de la escuela. Si hubieran hecho actividades en el lugar ese donde hubo la explosión seguramente hoy no tendríamos a nuestros hijos”, agrega Miguel Ángel, papá de Leonardo Martínez, quien sufrió un corte en el cuero cabelludo.

Las escuelas: ¿un lugar seguro?

La Escuela N°731 comparte edificio con la N°2. De acuerdo a lo relatado por Luisa Zacharías, entonces directora del establecimiento, “se estaban realizando obras de refacción, y en un descuido o tal vez negligencia, los obreros que estaban trabajando dejaron un caño de gas perdiendo”. Ese gas se acumuló durante la tarde - noche del viernes y la madrugada del sábado en un salón que estaba cerrado. La mañana del sábado cuando los chicos llegaron al colegio para disputar el torneo de futbol se produjo el accidente. Sin embargo, los reclamos por el olor a gas ya se venían realizando al Ministerio desde el colegio y por los propios padres.

“La verdad que desolador el espectáculo, estaba lleno de gente del barrio porque esa escuela tomaba como alumnos a muchos adolescentes Cuando llegué la impresión fue tremenda, todos estaban asombrados, asustados, impresionados y por suerte al rato llegaron las supervisoras y me orientaron sobre cómo proceder”, indica Zacharías.

A raíz de la tragedia, la entonces ministra de Educación del Chubut, Graciela Albertella, suspendió las clases por una semana en todos los establecimientos de la provincia. La medida contó con el aval del gobernador, José Luis Lizurume, y tenía como objeto inspeccionar las instalaciones de gas de los 650 establecimientos educativos que entonces había, para evitar otros accidentes.

Los padres organizados iniciaron una serie de pedidos y reclamos y viajaron a Rawson exigiendo la interpelación de la Ministra Albertella.  “En principio queríamos que hubiera una solución para la salud e de nuestros chicos porque ni siquiera se hicieron cargo, salvo la salud pública, pero no hubo un compromiso del Ministerio de Educación de solucionar sino que simplemente dijo: `fue un accidente´”.

Los padres de los alumnos iniciaron una demanda judicial contra el Ministerio de Educación de la provincia de Chubut. Once años después la justicia determinó que la provincia debía indemnizar con  65.000 pesos a cada uno de los seis damnificados en concepto de daño material, daño moral y gastos terapéuticos. 

Paradójicamente, y pese a estos antecedentes, la escuela 731 desde hace cuatro años no tiene calefacción.

De hecho, de los 108 edificios escolares que tiene Comodoro Rivadavia, al menos 102 presentan inconvenientes no solo de calefacción, sino también problemas estructurales y de electricidad. Una constante que se repite año tras año.

Patricio es padre de familia, se casó con su compañera de escuela y sus dos hijos asisten a la misma institución, y lamenta que las condiciones no hayan cambiado pese al paso del tiempo.  

“Nosotros confiábamos en lo que era la institución, en la gente que en su momento estaba a cargo de la educación nuestra. Y uno confía a pleno y te das cuenta de que hay falencias. Me da nostalgia cuando vengo y dentro mío pienso ´pucha..., de lo que nos salvamos, ¿no?”, expresa. 

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