“Nos llaman una tarde y nos dicen que nos íbamos a tener que hacer cargo de cuidar prisioneros ingleses. Quedamos desorientados porque no teníamos idea real de lo que iba a pasar ni qué nos esperaba por delante. Yo me preguntaba por qué me habían llamado a mí entre los que habían denominado como solados intérpretes y recordaba que cuando ingresamos al Liceo llenamos un cuestionario. Yo en aquel momento declaré que iba a una cultural inglesa a estudiar algo más de inglés. Evidentemente ese fue uno de los datos que hizo que me eligieran a mí para la función”, explica Edgardo Blaguerman oriundo de Buenos Aires y exsoldado del entonces servicio militar obligatorio en Comodoro.

Los ingleses llegaron a Comodoro de madrugada en un Hércules C-130 que aterrizó en la pista del Aeropuerto General Mosconi, donde los esperaba el jefe de la compañía de Reserva del Liceo, capitán Luis Bruno. Desde allí fueron trasladados al instituto militar y recibidos por el teniente coronel Miguel Angel Arévalo, director y jefe de la Agrupación Comodoro Rivadavia, quien falleció el 30 de abril en un accidente que tuvo el helicóptero que lo transportaba cerca de Caleta Olivia, Santa Cruz.

Según medios nacionales, donde también impactó la noticia, se trataba de Stefan Charles York, de 27 años; James William Mc Kay, de 21; Gary Moor, de 19; Jeffrey William Warnes, de 36; Richard Overall, de 22; y Martin Thomas Smith y Stephan Dale que fueron detenidos cerca de Puerto Argentino, el centro del archipiélago.

Con apenas 18 años, poca instrucción armamentista y nada de experiencia, Edgardo debía junto a otro soldado, intentar obtener información estratégica de los ingleses que no solo los doblaban en edad y porte, sino que también tenían experiencias en otros conflictos bélicos.

“Custodiamos gente que tenía más de 20 años de experiencia en la vida militar, era totalmente ilógico y descabellado pensar que nosotros podíamos cumplir una función realmente como debíamos porque realmente no teníamos ni el conocimiento de cómo manejarnos y creo que nadie tenía en ese momento el conocimiento de cómo manejarse antes esta situación”, asegura. Los dos soldados que oficiaban de guardias de los prisioneros asumían su función totalmente desarmados. La consigna fue clara, propiciar el buen trato y evitar cualquier situación que produjera algún tipo de incomodidad internacional. 

¿Por qué un colegio para el operativo?

El Liceo Militar General Roca es un Colegio del Ejército Argentino que depende de la Dirección de Educación preuniversitaria del Ejército. “No había calabozos pero necesitábamos un lugar seguro donde los prisioneros pudieran estar”, recuerda. Entonces se acondicionó la sala de armas y se instalaron camas para los soldados. “Comodoro era el puente aéreo entre Malvinas y el continente. Entonces en algún lugar el Liceo funcionó como Centro de Operaciones Tácticas de Malvinas. Era como un lugar donde se tomaban decisiones". 

“Recuerdo que ni bien estaban entrando al lugar donde iban a estar prisioneros me dijeron que les preguntara qué querían comer y recuerdo perfectamente que dijeron ´queremos comer carne´ y eso fue lo que le hicieron. Nosotros en ese momento ya estábamos comiendo  comida de guerra, guisos y cosas que no eran muy elaboradas”, recuerda Edgard y por las mañanas tenían autorización de realizar actividad física.

Edgardo señala que había poco diálogo entre prisioneros y custodios; sin embargo uno de ellos era una especie de cartógrafo, tenía un cuaderno donde estaban dibujadas las islas.  “En un momento me hace un retrato a mano alzada y en esos días cuando ellos ya sabían que iban a irse en teoría a Inglaterra me entrega ese retrato que yo guardo hoy todavía de esa silla donde yo estaba sentado y los estaba cuidando”.

A penas un par de palabras fueron suficientes para que los soldados ingleses advirtieran que sus “custodios” eran jóvenes, estaban desarmados y sin experiencia. “Uno de ellos tenía 38 años y hacía 20 años que era soldado. Me preguntó mi edad y se sorprendió de que soldados de 18 años se estuviera haciendo cargo de prisioneros de guerra con la no experiencia. Recuerdo con exactitud su cara, me miró con esta cosa paternal, bien podría ser su hijo el que lo estaba custodiando”.

La liberación

Cuando pasaron 12 días de la detención, el Comando en Jefe del Ejército decidió liberar a los prisioneros y devolverlos a Inglaterra.Recuerdo que en el saludo de la despedida uno de ellos me dijo al oído que como yo los había tratado bien mientras ellos estaban prisioneros, cuando ellos vinieran a atacar el continente a mí me iban a tratar bien.  Esta cosa me quedó rebotando en mi cabeza durante años. Me regaló sus vendas, las que llevan en el casco, como agradecimiento por lo menos por no haberles hecho daño”, asegura.

Edgardo estuvo 6 meses en Comodoro cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio y también retornó a su hogar en Buenos Aires pero después de todas estas vivencias ya no era el mismo. Él y sus compañeros son reconocidos como soldados conscriptos, pero no como ex combatientes, algo que vienen reclamando hace mucho tiempo.

“Todos estos años hubo que explicar realmente qué es lo que hicimos, inclusive con gente que descría que esa situación había pasado. Cada vez que tengo que explicar  qué es lo que hice, cuál fue nuestra participación en la guerra, por qué nosotros consideramos que debemos ser reconocidos como ex combatientes me produce mucho dolor y a veces demasiada angustia. Cada uno de nosotros cumplió una función dentro de esta guerra, solo por el hecho de no haber pisado las islas, no estamos considerados como ex combatientes. ”¿Nosotros debimos haber muerto todos para poder ser ex combatientes?, indaga.

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