En septiembre de 2016 la planta textil Guilford cerró sus puertas dejando a más de 287 personas sin trabajo. En las próximas semanas la justicia pondrá a remate el edificio de la Planta de Km 8, la única propiedad que le queda a la empresa. Con esa subasta, unos 150 ex trabajadores esperan acceder al monto que se les debe y que asciende aproximadamente a los 1.500 millones de pesos

En sus años de oro la empresa tenía dos plantas de producción, unos dos mil operarios y una producción estimada en más de 500 toneladas de telas por mes. Guilford producía lycra, algodón, poliéster; telas que se enviaban a Buenos Aires donde se confeccionaba ropa deportiva, trajes de baño y ropa urbana que luego se comercializaba en el mercado interno y externo.  

A ocho años del cierre de la planta textil en Comodoro, los trabajadores continúan la lucha por lograr el pago de lo adeudado y recuerdan con orgullo cuando con sus manos confeccionaron la tela con la que se diseñó la camiseta de la Selección Argentina en 1999.

Ex trabajadores de la empresa Guilford. A ocho años del cierre de la planta continúan a la espera de sus indemnizaciones

La empresa Guilford Argentina se estableció en Comodoro en 1957 y tenía dos plantas: una ubicada en lo que es actualmente barrio industrial y otra en la zona de Km8.  Los propios trabajadores aseguran que en su época de oro, la textil llegó a producir más de 500 toneladas de tela por mes. Pero el 24 de septiembre de 2016, la firma dejó de pagar los salarios, paralizó la planta y cerró sus puertas definitivamente dejando a 287 trabajadores en la calle. Vinieron duras semanas de manifestaciones, cortes de ruta, incluso la toma de la playa de tanques en km3.

UN CIERRE INESPERADO

“Esos últimos días ya se hablaba de que había bajado la producción y nosotros lo notábamos cada vez que ingresábamos porque había máquinas paradas, no había bobinas de hilados, no había hilados, nos decían que ellos no podían comprar hilados porque no tenían plata para comprar. Las cosas venían mal y se había decretado el procedimiento de crisis.  Y ahí ya abrimos los ojos”, recuerda Emilio Aguirre que hoy tiene 66 años y 38 años de servicio en la textil.

Cipriano Ojeda, dirigente gremial y vocero de los ex trabajadores de Guilford relató el inicio del conflicto. “Estábamos haciendo un reclamo por unos aumentos salariales que tendría que haber dado la empresa y con la situación que estaba pasando en el país con el cambio de gobierno se complicó. Cuando la empresa firma algo dentro del sistema legal y no cumple hay una cierta cantidad de tiempo para esperar; no cumplió y entramos en una recesión de servicios. Estábamos afuera, vinieron y tomaron la decisión de cerrar las puertas. La Central dijo: 'la empresa hoy por hoy no sé si va a continuar en Comodoro Rivadavia'. ¿No pensaron que se quedaba gente en la calle y que esa gente necesitaba seguir viviendo?”

Según Daniel Márques, Magíster y doctor en historia, las estadísticas indican que en Chubut en 1960 había unas treinta y cuatro fábricas externas al territorio; y en Comodoro Rivadavia sumaban nueve entre fábricas de plástico y pesqueras. En general estas firmas llegaban de Buenos Aires por los beneficios que otorgaba el gobierno nacional.

La empresa producía Lycra, algodón, polyester; telas que se enviaban a Buenos Aires donde se confeccionaba ropa

“Durante muchos años la Patagonia fue un lugar que era visto como periférico, que era necesario poblar, establecer puntos de soberanía, entonces había que alentar situaciones económicas que trasladaran la concentración empresarial del conurbano bonaerense o Córdoba hacia la Patagonia dándoles ciertos privilegios a esas empresas que decidieran probar en el territorio. Así llegó Guilford a la ciudad. Era como una especie de industrialismo asistido por el estado, no era competitivo. Entonces a medida que esas políticas se iban modificando impactaba en la empresa, las ganancias y eso afectaba también a la vida de los trabajadores”, explica en referencia a las políticas que se implementaron para promover el desarrollo industrial en las provincias.

“La mitad de Comodoro pasó por Guilford, a todos nos impactó muchísimo el cierre de la empresa, porque nosotros buscábamos jubilarnos ahí. Era mi segunda casa y mis compañeros son mi familia porque pasamos muchos años juntos”, explica Cipriano quien se puso al frente de la causa y decidió avanzar en los reclamos  y- junto a cientos de trabajadores - iniciar juicio a la empresa.

 “Es que dejaron 280 trabajadores afuera, hoy tenemos que andar golpeando puertas para que nos den una bolsita de alimento, golpeando puertas en la Cooperativa para que no nos corten la luz, golpeando puertas a Camuzzi para que no nos corten el gas, golpeando la puerta a la provincia para que nos puedan bajar un dinero y que puedan comer esas familias.

Los trabajadores organizaban ollas populares y la comunidad acompañó su reclamo

No puedo ver a un compañero revolviendo en un tacho de basura cuando siempre fue un trabajador que siempre se ganó el pan para su familia. Pero al empresario como que no le importó, tantos años que los tuvo dentro de la empresa trabajando para ellos.

Márques explica el macro contexto que permite entender, en parte, la decisión que tomó la empresa. “Guilford entró en un proceso de deterioro, seguía en actividad y eso llegó a su máxima expresión o su etapa residual final en 2015, 2016 pero ya estaba la situación muy agravada. Eran los últimos momentos, ya no había una política de promoción industrial ni de acompañamiento de iniciativas”.

LA CAMISETA DE LA SELECCIÓN ES COMODORENSE

Pedro Tolosa tenía 23 años de servicio cuando entró por última vez a la Planta de Km 8. Trabajaba en el sector de “revisado de telas”, allí pasaba horas identificando posibles fallas en los géneros y clasificándolos según su calidad. “Si se encontraba alguna falla la tela se cortaba, se fraccionaba y se hacía retazo. A veces se vendía igual o se donaba a alguna institución. Las modistas también se acercaban a comprar a la planta”, recuerda.

“Las máquinas y la planta nunca paraban”, aclara Pedro al recordar el régimen de turnos de ocho horas que los encontraba en producción plena de día y también de noche. “Esa planta era única por la calidad de sus telas”, añora.

Guilford fue proveedora de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y confeccionó la tela celeste y blanca con la que se hicieron después las camisetas oficiales que la selección usó en 1999. Muchos empleados aún conservan conjuntos deportivos que supieron vestir con orgullo y que hicieron con sus propias manos.

Camiseta oficial de la Selección confeccionada con tela producida en Comodoro Rivadavia por los trabajadores de Guilford

“Acá la hicimos nosotros la tela y banderines de la selección argentina, pasaron miles de metros por mis manos. Fue un proceso muy fino porque era un cliente vip; especial. La tela tenía que salir de primera y ya salía estampada celeste y blanca.

"Hacíamos el prelavado, el crudo y después se trabajaba con productos. Lavado, secado terminado, y de ahí al camión. La verdad un orgullo”.

MORIR EN LA ESPERA

Además de la camiseta de la selección, todos los empleados de Guilford tenían puesta la camiseta de la empresa. Impacta el sentido de pertenencia que se percibe cuando rememoran los días de trabajo junto a tantos compañeros. Para quienes tenían más de cincuenta años de edad reinsertarse laboralmente fue casi imposible. Algunos se reinventaron y lograron conseguir trabajos eventuales, otros con la ayuda del municipio recibieron capacitación en algún otro oficio, un porcentaje menor logró jubilares. Lamentablemente unos seis trabajadores, producto de la tristeza o depresión, fallecieron esperando cobrar sus indemnizaciones.

Emoción e impotencia es lo que siente Cipriano Ojeda cuando recuerda a los compañeros que no pudieron seguir en la lucha. “Algunos no soportaron y ese dolor a nosotros no se nos va a ir nunca, es muy fuerte”

“Una persona que está acostumbrada todos los días a entrar por esa puerta que nunca más se abrió, ¿cómo lo tomaría usted? No ver a los compañeros, no saber cómo sacar adelante a su familia, empieza a carburar la mente, se empieza a preocupar y llegamos a estos extremos a los que se llegó”.

A REMATE

La Planta de km 8 es la única propiedad que le queda a la empresa Guilford y en las próximas semanas saldrá a remate. Años atrás fueron subastadas la maquinaria con el objetivo de saldar parte de la deuda que la empresa mantiene con sus ex empleados desde 2016.

Uno 150 trabajadores continúan la lucha por cobrar sus indemnizaciones.

Según el abogado de los trabajadores, Jorge Echelini, la mayoría de los juicios están terminados y el monto de las indemnizaciones “es millonario, oscila los 1.500 millones de pesos como mínimo; pero los bienes que tiene la empresa no alcanzan en principio para poder cubrir las indemnizaciones de cada uno de los trabajadores”, explicó.

Si se presentan interesados y logra efectivizarse la venta del inmueble, los trabajadores podrán cerrar este capítulo y finalmente recibir aquello por lo que tanto han luchado. Por ellos, sus familias y por quienes ya no están. “Nos dejaron solos como trabajadores, pero igual seguimos adelante; hasta que nos paguen el último centavo”, cierra Cipriano Ojeda.

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