La historia de unión de un grupo de vecinos que creó el Festival de Folklore más grande de Latinoamérica
Un grupo de vecinos argentinos logró crear un festival que se convirtió en el más grande de folclore en Latinoamérica, rompiendo estigmas y promoviendo la cultura nacional.
En el corazón de Argentina, en el pintoresco pueblo de Cosquín, se encuentra un evento que ha dejado una huella imborrable en la identidad cultural del país: el Festival de Folklore de Cosquín. Lo que comenzó en 1961 como una modesta iniciativa de un grupo de vecinos, pronto se convirtió en un fenómeno que trascendió fronteras y se ganó un lugar destacado en el calendario cultural de toda Latinoamérica.
La historia detrás de este festival es tan fascinante como inspiradora. En una época en la que la tuberculosis azotaba a Argentina, muchos enfermos buscaban alivio en el valle de Punilla, donde el clima era propicio para su recuperación. Sin embargo, este flujo constante de turistas generó un estigma en Cosquín, que era considerado simplemente un lugar de paso. Fue entonces cuando un grupo de visionarios decidió cambiar esa percepción.
Reuniéndose en la plaza Próspero Molina, estos vecinos colocaron sillas para dar vida a un festival de música y baile que celebrara la riqueza cultural argentina. Su objetivo era claro: promover el turismo, revitalizar la economía local y, sobre todo, romper con los prejuicios que rodeaban al pueblo. A medida que los años pasaron, el Festival de Folklore de Cosquín fue creciendo en popularidad y relevancia, hasta convertirse en el evento más importante de su tipo en toda Latinoamérica.
Hoy en día, el escenario del anfiteatro del festival lleva el nombre de Atahualpa Yupanqui, una figura icónica y fundamental en la historia del folclore argentino. Los visitantes pueden pasear por el paseo de las esculturas, donde se rinde homenaje a artistas legendarios como Mercedes Sosa y Horacio Guarany, quienes contribuyeron enormemente a enriquecer el patrimonio musical de Argentina.
El Festival de Folklore de Cosquín es mucho más que un evento cultural; es un símbolo de la resiliencia, la creatividad y el espíritu comunitario de un pueblo unido por su pasión por la música y la tradición. Que esta celebración siga resonando en los corazones de argentinos y extranjeros por igual, manteniendo viva la llama del folclore en toda Latinoamérica.