Cuando tenía 21 años, Matias fue encontrado penalmente responsable del homicidio de Damián Calleia y por ese hecho estuvo preso diez años. La Alcaidía fue el lugar más duro donde le tocó pasar sus noches, pero también el que más enseñanzas de vida le dejó. Esas que pudo capitalizar para hoy poder ayudar a otros. 

“En una pelea entre familias maté a una persona. No había tomado droga, sí alcohol. Uno sabe cómo empiezan las cosas, pero no sabe cómo van a terminar. Y ese día pasó eso, terminó mal”, dice Matías, recordando esa noche trágica. 

“Cuando me dieron la condena se me ‘chispoteó’ la cabeza, no supe para dónde direccionarme y terminé drogándome, terminé haciendo otras cosas que no tendría que haber hecho y bueno ahí me tocó pasar la peor parte. Me tocó la mala pasada de estar preso, no se lo deseo ni a mi peor enemigo… lo que hice no está bien, no me siento orgulloso de lo que hice, nunca lo sentí y nadie tiene el derecho de quitarle la vida a nadie… no lo conocí al muchacho, eso es lo más triste, no lo conocía. Siempre fui respetuoso del dolor de la familia, no fui una persona que busqué más violencia, fue un error y ya está. Me equivoqué, no era un delincuente”.

Una oportunidad entre rejas 

Matías pensó de qué manera podría transformar esos años en la Alcaidía en aprendizaje, y no lo dudó. Comenzó a estudiar. Con el acompañamiento de docentes de las escuelas N°754 y 614 logró terminar sus estudios. 

“Me aleje de lo malo y me enfoqué, yo tengo que estar acá pero no puedo perder el tiempo. Fuimos la primera promoción, participamos de una feria de ciencias en Comodoro, en la Escuela N°2, ganamos con el proyecto que habíamos presentado con los maestros que era un plano a lo que eran las artesanías que se hace en la Alcaidía en las cárceles porque no hay un plano. Luego se gana la regional y se va a la provincial en Esquel. Me llevaban preso hasta allá todos los viajes esposados de acá para allá. Luego nos tocó la instancia nacional en “Tecnópolis”. 

Matías recuerda con agrado aquella instancia porque, dice, nadie sabía que eran presos y cuando los asistentes se enteraron comenzaron a hacerles preguntas para conocer su realidad. 

Matias cumplió su condena, terminó el secundario y pudo reinsertarse en la sociedad. No sin piedras en el camino, ya que conseguir trabajo no fue una tarea fácil. 

"Me tocó hace poco ir a ver un trabajo cuando miran el analítico me dice 'sos bueno', como que ya estaba apto pero cuando llegó la hora de presentar los antecedentes todo se evaporó".

Matias trabaja por su cuenta, hace trabajos de albañilería y muebles en madera., aunque aspira a conseguir un trabajo que le permita brindarle una obra social a su familia. 

Contener a los chicos del barrio 

La cárcel le dio una lección de vida, pero también dice que el sistema carcelario "es nefasto y el que está afuera también porque esos nenes que hoy no les ofrecen los estudios que tienen que tener se lo van a cruzar a la vuelta de la manzana. Esos nenes que van a salir a robar si no los acompañan".

Por esa razón, Matias juntos a su esposa y tres hijos crearon el comedor “Panza llena, corazón contento”, un espacio que funciona desde enero del 2022 en un departamento del barrio 30 de Octubre y asiste a más de 100 chicos con una copa de leche o un plato de comida.

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