Tiene una voz inconfundible, de esas que se reconocen en fiestas, eventos, actos y celebraciones culturales de la ciudad. Durante 46 años ininterrumpidos estuvo al frente de “El rancho de don Felipe”, un programa de folklore que se emitía por Radio Nacional. 

Siempre fue hombre activo, locuaz y dispuesto. A un año de haber sufrido un ACV su recuperación es lenta pero efectiva. 

El Accidente Cerebro Vascular lo tomó por sorpresa en febrero de 2022, solo un pequeño derrame en el ojo llamó la atención unos días antes, pero nada que haga presagiar el desenlace que finalmente tuvo.

“Voy a descansar un rato y fui a mi casa, solo, me saco la ropa y me tiró un rato como para dormir una siesta. En un momento determinado siento la necesidad de ir al baño y cuando me quiero parar no me da el cuerpo, no tenía fuerzas. En un momento dije, me puedo arrastrar y tampoco me podía arrastrar. Me encontró tirado mi hija en mi habitación y cuando desperté ya estaba en el hospital”, explica Felipe.

La recuperación fue lenta pero efectiva. Felipe habla pausado, relata con detalle todo lo vivido en este último año y el golpe emocional que significó este episodio en su vida.

La familia, el motor

Felipe Alarcón tiene tres hijos del matrimonio con Marcia, se sumaron dos de ella y formaron una gran familia. Ocho nietos y el recuerdo de su esposa fallecida hace ocho años están presentes en su relato.

“Extraño a mis hijas, la radio, mi programa, mi papá adoptivo, a Hugo Cavaro, y como siempre vivo en comunidad extraño mucho a la madre de mis hijos. Estoy muy sensible ahora. Mis hijos están presentes y se encargan de los enfermeros, me sacan turno en el médico, pusieron todo a mi disposición y gracias a eso pude recuperar el habla porque no se me entendía nada”.

A los cuatro meses del ACV, sus hijos decidieron organizar una peña con el objetivo de recaudar fondos para afrontar los gastos de los tratamientos. En ese momento se vio la solidaridad de los comodorenses. 

“Me puse al medio del salón en la silla de ruedas, me pararon mis hijas y yo quise agradecer todo ese gesto que tenían conmigo, voy a hablar dos minutos decirle ‘Gracias muchísimas gracias’ y me siento. Dije ‘Si Dios no tiró del piolín para llevarme para arriba es señal que viva esta noche con ustedes’. De pronto escucho unos aplausos, cuando entré a mirar estaban todos parados, busqué enseguida la silla y me senté; me sacaron con 19 de presión. Mucha emoción”.

Felipe continúa con su recuperación y diferentes terapias, kinesiología, fonoaudiología y hasta acupuntura y agradece las muestras de afecto de la gente con la que se cruza y reconoce por la calle. 

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