Correr implica asociar automáticamente este deporte con las piernas, pero lo cierto es que nuestro cuerpo actúa como un engranaje completo.

El running pone en funcionamiento más de 200 músculos de nuestro organismo y los beneficios que obtenemos de esta práctica son muchos ya que nos aporta estabilidad, coordinación y bienestar mental. En función del entrenamiento que sigamos (aeróbico o anaeróbico), del objetivo que queramos alcanzar y el ejercicio continuado dará unos resultados visibles, no sólo en la pérdida de peso o ganancia de volumen de la masa muscular, sino también en la tonificación de las piernas, fortaleza de abdomen y brazos, mejora de la capacidad pulmonar y de la resistencia.

1. Tren inferior

Tobillos

Mediante la flexión plantar, logramos que el tobillo se extienda proporcionando un impulso contra el suelo que nos permite avanzar en la carrera. Es aquí donde radica la principal diferencia con el hecho de caminar, ya que correr requiere fuerza y velocidad para mantener en suspenso los pies. Con este movimiento básico se ponen en funcionamiento los gemelos y el sóleo de las pantorrillas que, unidos al tendón de Aquiles en el talón, son los dos músculos principales que posibilitan que nos despeguemos del suelo. Ahora, resulta crucial que la pisada posterior a la zancada se realice cerca del eje central de nuestro cuerpo y con la rodilla ligeramente flexionada. De esta manera evitaremos que las articulaciones de rodillas y cadera sufran.

Rodillas

La siguiente parte de nuestro cuerpo que entra en juego mientras corremos son las rodillas, ya que gracias a la flexión y extensión de las mismas ponemos en funcionamiento por un lado los cuádriceps, en la parte anterior del muslo y, por otro, los isquiotibiales en la parte posterior. Los cuádriceps se ponen en marcha en el momento en el que levantamos nuestra pierna hacia delante para dar el siguiente paso y son los encargados de absorber el impacto de la pisada. Los isquiotibiales, en cambio, tienen como función impulsarte hacia adelante gracias a la energía acumulada en el tendón de Aquiles.

Cadera y glúteos

La cadera juega un papel importante en el movimiento de flexión y extensión de las piernas y pone en funcionamiento otros músculos de gran importancia para la carrera: Los glúteos. Así, en el momento en el que llevamos la pierna hacia delante con la rodilla flexionada, activamos los flexores frontales de la cadera junto al recto femoral de los cuádriceps. En cambio, cuando extendemos la pierna hacia atrás para tomar impulso, ejercitamos sobre todo los glúteos mayores y los isquiotibiales. Si, además, quieres trabajar más estas partes, los sprint o carreras explosivas son las opciones que más contribuyen a desarrollarlas.

Cadera y muslos

Aunque correr se trata de un ejercicio principalmente dinámico, el funcionamiento isométrico – es decir, el mantenimiento estático de un músculo - también ejerce un papel importante, como sucede con los músculos que mantienen estable la cadera. En este sentido, los aductores y abductores situados en los muslos ejercen esta función produciendo fuerza para evitar que rodillas y cadera se muevan hacia fuera o hacia dentro.

2. Tren superior

Columna

Como eje principal que mantiene el centro de gravedad del cuerpo, la columna también juega su papel importante cuando corremos. En concreto, gracias a los músculos situados en nuestro abdomen (oblicuos, recto abdominal, abdominal transverso y músculo erector de la columna) y mediante el ejercicio isométrico, logramos que nuestra columna se mantenga en una posición erguida. Además con una ligera inclinación hacia delante conseguiremos la postura idónea para correr sin sufrir lesiones.

Hombros y brazos

Los hombros constituyen una parte fundamental en el movimiento que creamos en la parte superior de nuestro cuerpo a la hora de correr. Gracias a ellos podemos balancear los brazos hacia atrás, con el músculo dorsal ancho de la espalda y el deltoides posterior, y hacia delante con el deltoides anterior, el cual nos permite propulsarnos y ayuda a mantener el equilibrio. Para correr de forma correcta, lo recomendable es mantener los brazos en un ángulo de 90º ya que nos aportará velocidad y ahorro de energía.

Caja torácica

¿Y qué ocurre mientras tanto a nivel interno? Correr pone en funcionamiento uno de los órganos principales de nuestro organismo: el corazón. La carrera desencadena que las paredes y los ventrículos de este músculo ganen grosor, bombeando mayor cantidad de sangre que irriga a los músculos restantes y a los pulmones. De hecho, aunque éstos últimos no mejoran su funcionamiento con el running, sí lo hace el diafragma, el principal músculo involucrado en el proceso respiratorio.

Mente

Además de las articulaciones y músculos involucrados de las partes inferior y superior del cuerpo, practicar running también desencadena una actividad cerebral muy fuerte mediante la segregación de hormonas. No es de extrañar, por ejemplo, que sintamos una sensación de euforia y felicidad mientras estamos corriendo y cuando finalizamos una carrera, ya sea intensa o tranquila. Las culpables de esta sensación mental es la segregación de las endorfinas, aquellas hormonas encargadas de estimularnos, y la serotonina, la responsable de que sintamos relajación y bienestar.

Fuente: correresdevalientes.elmundo.es • Fotos: thedenizen.co.nz, correresdevalientes.elmundo.es

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