¿Se puede parar la inseguridad?
El tema tuvo repercusión en el Concejo de Comodoro y es probable que esta semana se amplifique en Legislatura. Los diputados que representan al valle harán lo propio por los graves delitos que han impactado también en Trelew en los últimos días, mientras desde Comodoro se insistirá, por una iniciativa del bloque Cambiemos, en la reforma al Código Procesal de la provincia, para fijar criterios más claros a la hora de dictar la prisión preventiva, evitando la laxitud con la que determinados personajes conocidos acumulan expedientes judiciales como si fueran medallas, mientras someten al resto de la comunidad a vivir con miedo y cada vez más encerrada.
No se trata de exagerar un problema, sino de mensurarlo en su precisa dimensión. Es impensable que la cantidad de policías pueda duplicarse en Comodoro, considerando que a fin de año apenas se sumarán 67 agentes que están realizando el curso y se distribuirán en toda la provincia. Es tan cierto como el hecho de que el delito no sólo se combate saturando las calles de policías, o que tampoco el gobierno anterior, conducido por un comodorense, pudo encontrar la solución a este histórico flagelo.
Sin embargo, tampoco debería subestimarse la importancia del problema. Más allá de la buena voluntad del intendente Linares para aportar vales de combustible (pidió que se restablezca el sistema de “cuadrículas”) y otros apoyos logísticos para cubrir lo que debe ser atendido por el Estado provincial, la realidad es que la ciudad no ha podido siquiera equiparar el ritmo de crecimiento poblacional y por ello, así como ocurre con médicos y docentes, siempre está en déficit para cubrir los servicios básicos.
En ese marco, llama la atención la escasa presencia (al margen, por supuesto, del problema de salud que tuvo en los últimos días, en los que se le detectó una arritmia de la que estaba en recuperación) del ministro de Gobierno de la provincia, Rafael Williams, quien entiende de estos problemas por haber conducido varios períodos un municipio importante como Esquel.
HOMICIDIO IMPUNE
En el caso de la inseguridad, se suma una complicación adicional. No sólo se ve afectada la prevención de hechos delictivos, sino también el trabajo posterior para investigar el delito consumado. Esto resulta especialmente llamativo cuando lo que se investiga es un homicidio.
Un reciente fallo judicial por ese tipo de delito dejó al descubierto esas falencias, ya que la sentencia terminó aplicándose por homicidio en riña a sólo uno de los partícipes del hecho, al no haberse podido establecer con precisión cuál de los más de 10 disparos que efectuaron los sujetos contra la víctima terminó dándole muerte. Así, la sentencia fue de sólo 3 años de prisión en suspenso. Es decir, un asesinato prácticamente impune.
“En ese caso se aplicó la figura de homicidio en riña o agresión –explica una fuente judicial-, una figura que se creó en el Código para no dejar impune los hechos en los que toman parte tres o más personas en los que no se pueden identificar al autor. La pregunta es: ¿por qué no se puede identificar al autor? La mayoría de las veces obedece a un deficiente abordaje de la escena del crimen o investigación, como consecuencia de la falta de personal policial para avocarse el tiempo necesario a la investigación de cada hecho”.
En efecto, el ejemplo anterior refleja con claridad cómo impacta la falta de personal policial en las comisarías.
Se suman a eso el escaso tiempo para capacitación y la reducción del área Criminalística, según cuentan quienes conocen de cerca el sistema, que coronó recientemente con el traslado de uno de los profesionales hacia la ciudad de Esquel.
En ese marco, en los últimos días la liberación temporal de presos de la Alcaidía –en esta oportunidad, por un problema de electricidad- estuvo a punto de favorecer la fuga de un condenado por homicidio, que fue recapturado ser declarado en rebeldía. Los lugares de detención saturados, los calabozos de las comisarías con presos que debieran estar alojados en otra parte, siguen formando parte de este cóctel demasiado propicio para el delito.