La sociedad no sabe, la política menos
La distancia de la política con la realidad se plasmó en la golpiza a Sergio Berni. ¿Acaso Berni pensó que lo iban a recibir con los brazos abiertos? Descreer de la clase política y sus promesas, también se refleja en las encuestas: el 38% de los consultados no tiene definida la intención de voto hacia algún espacio político.
Cierta parte de los integrantes de la política argentina observan la brecha entre los dirigentes y la gente desde el escritorio y analizando encuestas. Esa distancia se ensancha de manera pronunciada y tiene consecuencias sociales.
Del descreimiento de las promesas al fastidio y el hartazgo por la falta de soluciones. Los golpes que recibió Sergio Berni son una manifestación por el asesinato de un colectivero es una muestra de varias alarmas que se venían encendiendo sin un atisbo de soluciones.
La gota empezó a rebalsar el vaso. Los dirigentes políticos que se muestran compungidos por esa realidad relatada y no vivida, ya no cuentan con la empatía social. Se piden soluciones y no promesas. ¿Quién dará las soluciones?
Hasta hace poco, la preocupación electoral de las coaliciones políticas mas importantes del país era Javier Milei. Ahora se agrega otro punto: los votantes no saben a quien elegir.
Una encuesta de la Universidad de San Andrés, muestra el crecimiento del desconcierto.
La pregunta concreta, para medir la intención de voto, fue: ¿Si las elecciones a presidente fueran hoy, a cuál de los partidos o coaliciones votarías? El 23% respondió que no sabe, el 6% no quiso contestar, no iría a votar el 5% y un 4% prefiere el voto en blanco. El total que le pone pimienta e incertidumbre al año electoral suma un 38%. Es más, la coalición con más intención de votos, que resulta ser Juntos por el Cambio, tiene el mismo porcentaje de aquellos que no saben, o sea 23%.
Los números preocupan porque nadie puede descansar como ganador con tanta ciudadanía sin saber que hacer. Tampoco eso hace cambiar las estrategias de campaña. Hasta ahora, ningún candidato muestra cómo va a resolver los principales problemas que aquejan a los argentinos. Si volvemos a la encuesta nombrada, preocupa la inflación (59%), los robos e inseguridad (36%) y la corrupción (35%).
¿Cómo saber a quien votar si no se conocen los planes de solución al problema? La respuesta está en la fe. Tener fe en que algo va a cambiar. Pero “tener fe significa no querer saber la verdad”, según Friedrich Nietzsche. Y la sociedad vive de verdad las privaciones de alimento y la caída de la calidad de vida por la inflación. Para los argentinos, el miedo a la inseguridad es una realidad de todos los días. Y también es una realidad el fastidio que genera ver los privilegios para unos pocos por la corrupción. Sino, pregúntenle a Sergio Berni.
El ministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires usó un viejo método: “estar en el lugar de los hechos, cerca de la gente”. Eso supone un gesto para que los ciudadanos tengan fe en el compromiso personal de un político desde el territorio. No sucedió. La fe ya no existe. Existen las verdades. Los compañeros del colectivero asesinado le gritaron mentiroso al ministro y lo golpearon por la furia contenida y el sentimiento de injusticia.
Bajo ningún aspecto la violencia lleva a algún lado. Pero los trabajadores, tienen que volver a conducir el transporte público con el miedo a que los maten mientras los políticos se mueven en helicóptero y seguridad.
La lectura política sobre el asesinato del chofer y la manifestación, tampoco tiene un matiz de cambio de era, de asimilación de la realidad. “Nos tiraron un muerto” dijo Berni. Nadie de su espacio provincial salió a contradecirlo. Cómo siempre hay mas preguntas que respuestas, ¿no matan a trabajadores por inseguridad en la Argentina? ¿Es una conspiración? Es increíble cómo cuesta ver la realidad mas allá del relato. Hay muy poca perspectiva de observación de los diferentes mundos que cada uno vivencia en lo cotidiano. Claramente la política se queda en el cuentito, en el análisis y en sus escritorios mientras las calles del país tienen otra realidad.
La falta de fe no es desanimo. Es hartazgo. El desanimo no permite manifestarse, no tiene energía. El fastidio se manifiesta, sale a la luz.
En las sociedades democráticas el mayor reflejo son las urnas. La posibilidad de elegir con libertad. El poder del voto muestra que se vive de realidades y no de fe. El tema es que los ciudadanos del país, no sabe a quien elegir. Y la política no sabe como responder.