Eso de seducir al otro para obtener votos en el Congreso de la Nación, o dialogar para buscar consensos y sumar voluntades no está en la cotidianeidad del presidente. No es que no aprendió del arte de la política por ser un outsider. No le gusta, le resulta abominable.

“No le interesa lo que pase en el Congreso de la Nación y tiene contemplado que no cuenta con ese espacio para gobernar” aseguraron esta misma semana en los pasillos de Casa Rosada. Algo cambió y, Javier Gerardo Milei, tuvo que ponerse al frente de cuestiones parlamentarias. ¿Fue solo un gesto? ¿El traje de conductor se lo puso para la foto?

“No soy muy afecto” confesó el presidente ante legisladores en una reunión de viernes por la noche. En un principio, el encuentro era con Cristian Ritondo (diputado del PRO) y Oscar Zago, quien supo ser presidente del bloque de La Libertad Avanza y ahora conforma uno propio. La reunión se agrandó: los primeros convocados fueron acompañados y se sumaron legisladores propios (los que quedan) y también estuvieron funcionarios del ejecutivo: la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos y su segundo, Lisandro Catalán. Santiago Caputo salió muy tarde de Casa Rosada ese día, pero no fue de la partida.

Milei explicó el veto total que firmó a la ley que cambia la fórmula previsional para evitar que las cámaras lleguen los dos tercios necesarios para restablecerla. Ritondo le dejó en claro que si los quieren de aliados tienen que ser consultados y escuchados.

Hay otro tema que sobrevoló la reunión: el Presupuesto 2025. Milei no imaginó que entrar en la rosca legislativa iba a ser necesario. Terminó cediendo a la tentación. La realidad se impone, aunque sea por unas horas. El gobierno venía de varias derrotas legislativas consecutivas: la fórmula jubilatoria, el rechazo de Diputados al DNU que asignó $100.000 en fondos reservados a la SIDE y el control de la comisión bicameral de Inteligencia en manos de la UCR.

La desorganizada gestión nacional puede generar la duda de si se trata de una nueva etapa, un aprendizaje o simples palabras. En definitiva, en algún momento el Gobierno debería reevaluar la estrategia de la confrontación constante y efervescente.

Al presidente no le gusta nada el traje de conductor político. Él se aferró al discurso del cambio cultural, se centra en las redes sociales y le delega la gestión a Caputo y a su hermana Karina. La gestión y el futuro, o sea, el armado electoral de 2025.

Por lo pronto, la foto con legisladores está. La explicación del veto se dio. Queda ver si ese liderazgo se extiende al cotolengo que por momentos parecen los bloques oficialistas. Esta semana salieron eyectados y con escándalo Lourdes Arrieta de diputados y Francisco Paoltroni del Senado. Además, fiebre tuitera de viernes por la noche, se agarraron de las mechas cibernéticas Marcela Pagano y Lilia Lemoine. Turbulencias entre legisladores libertarios. Tropa desordenada y, podría sospecharse, ¿peligro de votos? Eso da para otro capítulo. Mejor dicho, otra novela.
 

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