Sapos de otros pozos
Los protagonistas de la política no siempre son apreciados por los espacios a los que pertenecen. Pasa en el oficialismo y en la oposición. Las ventajas de tragarse el sapo.
La expresión “sapo de otro pozo” refiere a la incomodidad de una persona cuando está en un grupo, pero siente que, en realidad, pertenece a otro.
El cierre de listas dejó en evidencia que las alianzas armadas para la próxima elección están construidas sobre delicados acuerdos entre dirigentes que no siempre son bienvenidos.
Ejemplo Nº 1: Sergio Massa recibió un incómodo apoyo de Cristina Kirchner cuando a principios de esta semana que termina se mostraron juntos en el acto en Aeroparque que mostró uno de los aviones que se usaron en los “vuelos de la muerte” durante la última dictadura militar.
Allí Cristina dio detalles de las negociaciones del cierre de listas y dijo que el candidato del kirchnerismo era “Wado” De Pedro. Los pingüinos son fríos para dar apoyo.
Ejemplo Nº 2: Alberto Fernández, a pesar de ser el presidente, es criticado desde hace más de dos años por todo el kirchnerismo. De Pedro presentó su renuncia al Ministerio del Interior en 2021, CFK le enviaba mensajes duros a través de cartas y Máximo Kirchner dejó la presidencia del bloque oficialista en Diputados. Para completar el panorama, a través de una carta como presidente del PJ Bonaerense criticó a Fernández, que es el presidente del PJ Nacional. Más sapo de otro pozo no se consigue. A pesar de eso Fernández sigue dentro de Unión Por la Patria.
Ejemplo Nº 3: Horacio Rodríguez Larreta es el caso de la oposición. Está en una carrera presidencial en la que lo prefieren más los de afuera que los propios. Para empezar: Mauricio Macri, el fundador del PRO está apoyando, sin decirlo de manera oficial, a Patricia Bullrich y en la Ciudad de Buenos Aires, el candidato del PRO, Jorge Macri, ya da señales de que su candidata para las PASO es Bullrich.
La fragmentación de la política juega a favor de la aparición de estos sapos de otros pozos que construyen candidaturas presidenciales que luego son tironeados por las posiciones más extremas de las alianzas. En el caso del oficialismo, si Massa se convierte en Presidente, tendrá siempre una fuerza minoritaria, pero con la suficiente fuerza para condicionarlo. Dicho de otro modo: lo correrían por izquierda.
En el caso de Rodríguez Larreta, le sucedería algo similar, porque debería sumar a su espacio, en caso de derrotarlo, al bullrichismo, que tiene las posiciones más duras en Juntos por el Cambio. Patricia Bullrich, en caso de ganar, no sufriría tanto al larretismo, sino, más bien, al sector libertario que hoy está fuera de su espacio, pero que podría sumarse en una general. En síntesis: siempre habrá alguien más duro.
Lo interesante de la oferta electoral, es que los tres candidatos más competitivos están en el espectro que va desde el centro, hacia la derecha. El periodista Horacio Verbitsky definió esto como una elección entre azul claro o celeste oscuro. Eduardo Aliverti definió la candidatura de Massa como “Es lo que hay”.
Está claro que el sector más progresista del kirchnerismo no quiere a Massa y se lo hacen notar. Pero el pragmatismo que requiere ser competitivo en la disputa por el poder, los obliga a tener que votarlo. En otras palabras: lo hacen sentir sapo de otro pozo, pero esta vez deberán tragarse el sapo.