Si alguien les dice que sabe qué va a suceder hoy, no le crean. Nadie lo sabe. El 2023 sigue siendo una caja de sorpresas. 

A principio de año se analizaba la apatía de la sociedad con las elecciones y la política. El desgano se percibía y escuchaba en las charlas. 

Avanzados los meses, las noticias de los comicios locales eran el voto en blanco y, en algunos casos, la baja participación. El año electoral finaliza hoy con una población cautiva y ansiosa de saber quién resultará ganador de la segunda vuelta electoral. 

En todo tipo de charlas, surgen los nombres de Massa o Milei. Tampoco falta la pregunta: “¿y vos que pensas que va a pasar?”. 

Le podemos sumar el show televisivo que resultó el debate presidencial: marcó más de 46 puntos de rating, casi como un partido de la Selección. 

Parece obvio decir que hoy habrá un ganador. Sin embargo, hay dos. Tanto Javier Milei como Sergio Massa ganaron.

¿Quién hubiera imaginado que un candidato que propone venta de órganos, dolarización o vouchers para estudiar podría llegar al ballotage en Argentina? ¿Desde cuando un ministro de Economía con tres dígitos de inflación y casi la mitad de la población debajo de la línea de pobreza es competitivo para ser presidente?

Javier Milei y Sergio Massa ya ganaron. Ambos son un milagro.

El libertario basó su campaña en contra de la casta política y con propuestas fuera de los cánones establecidos por la sociedad durante años. Comenzó siendo un referente en redes sociales de los jóvenes que nunca vivieron en abundancia en este país y tampoco tienen fe en los políticos que encabezaron los últimos gobiernos. Dejó de ser el candidato de la juventud y se perfiló como una opción diferente. 

Quizás nunca se imaginó llegar a esta instancia compitiendo, prácticamente, sin ningún tipo de estructura. No hay gigantes carteles con su imagen, mendigó fiscales a los largo y a lo ancho del país para la jornada de hoy y, su bunker de campaña, es tan pequeño que la mayoría de los periodistas que quieren cubrir la espera de resultados queda afuera.

Massa también ganó. Si hace dos años, alguien le preguntaba una lejana idea de un candidato peronista (cualquiera sea) que tenga responsabilidad económica con una inflación interanual de 142,7%, el mismísimo tigrense, hubiera largado la carcajada. Impensado. La fórmula de “se vota con el bolsillo y por la economía” nunca falló. Pero Sergio Massa lo logró. Ya ganó.

Pero la realidad siempre tiene una vuelta de rosca y tiene que quedar uno. Y ninguno esta tranquilo de tener la batalla ganada.

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