COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - No hay dudas de que los cargos de alta responsabilidad demandan una remuneración acorde a la función. Así lo entiende la Constitución Nacional, que declara la intangibilidad de los salarios de los jueces, que por tal motivo resultan no sólo suficientemente altos, sino también inalcanzables para el impuesto a las ganancias y otros pesares que sufre el común de los mortales.
Seguramente el mismo espíritu contemplativo alcanza a otros Poderes del Estado, como el Legislativo, a la hora de fijar dietas acordes a la función y posibilidad de manejar gastos reservados.
Y más aún: es preferible y exigible que los salarios de los funcionarios provinciales estén blanqueados, antes que complementados en negro a través de pagos consignados en planillas Excel, de aquellas que forman parte del cuerpo probatorio de la llamada causa “Revelación”, que todavía espera turno de juicio, una vez que concluya el “Embrujo”. Sobre todo, si esa plata proviene de coimas de la obra pública y no de legítimos recursos del Estado.
El sueldo de bolsillo de Arcioni se elevaría a 300 mil pesos por mes
Todo eso es cierto y se debe dotar al sistema político de la mayor transparencia. Sin embargo, en el momento más acuciante de la crisis que atraviesa la provincia, que lleva cinco semanas de escuelas cerradas, hospitales con escaso funcionamiento y tribunales sin actividad por falta de pago de salarios en tiempo y forma, el liderazgo necesario para salir del pantano está lejos de ser ejercido con la gravedad y austeridad que la hora demanda.
No hay forma de entender este proyecto en el contexto actual. Alguien debiera hacerle entender al gobernador que los sacrificios y comprensión que él mismo demanda a quienes debe guiar con el ejemplo, empieza necesariamente por Fontana 50, en ese sillón por el que pidió el voto ciudadano hace 3 meses.
No se trata de hipocresía, ni de actuar en forma “políticamente correcta”, frases eufemísticas con las que se puede justificar el ingreso de un elefante a un bazar, como si fuera lo más natural del mundo. Se trata, solamente, de no echar más combustible al fuego.