Años evaluando y analizando el sistema presidencialista de Argentina, hasta la llegada de Alberto Fernández. La última etapa del gobierno actual tiene una singularidad no pensada, menos en el peronismo. La fórmula presidencial pasada está totalmente ajena a la campaña electoral, al menos en la superficie no se los ve intentando sumar para que el candidato del espacio se fortalezca de cara a las elecciones generales. ¿Ambos son un ancla?

Cristina Kirchner ejerce poder en las sombras. No se mostró en toda la campaña, pero su ejército de militantes se encolumnó detrás de Sergio Massa y entonces, desde esos lugares monitorea todo. Al principio parecían todos atragantados con el candidato. Ahora están enamorados de él. Vale destacar que el ministro y la vicepresidente tienen, en general, diálogo sobre la actualidad.

El mérito es todo de Massa y sus aptitudes. Ejerce poder y se muestra con aplomo en cada paso calculado que da. Sin dudas es uno de los más habilidosos en la política. Sus dotes enérgicos en mostrar acciones y poder sumado al carisma que le pone al negociar fueron sostén de la conquista a la militancia.

Ese poder lo hace massista y solo massista. Por lo tanto, no le importa Alberto. ¿Ya nadie se acuerda que tienen un presidente del propio espacio? Ya nadie se acuerda de Alberto. Justamente, quien en teoría dirige el mando del país hasta el próximo 10 de diciembre, no supo armar poder ni tampoco ejercerlo. Deslucido en cada una de sus acciones, ausente en la contienda electoral pero, llamando la atención cada tanto.

Se olvidan de Alberto pero Alberto esta. Y, por ende, puede salir a la superficie.

Pasó esta semana. El mandatario denunció a Javier Milei, el candidato más votado en las primarias, porque el libertario estimuló que los ahorristas salgan del plazo fijo y se refugien en moneda extranjera. Lejos de aplaudir la acción, dentro del comité de campaña de Unión por la Patria, estallaron. Nadie podía entender cómo no hubo consulta si la acción era acorde a la estrategia electoral. Eso provocó malestar y malhumor de puertas para adentro.

Lo más grave es que salió a la luz que el presidente de la Nación no tiene comunicación con su ministro de Economía. Llamativo en cualquier situación. Grave en la Argentina que esta semana exhibió una inflación anual de 138% y una tensión cambiaria en la que el dólar informal perforó la barrera de los mil pesos.

Mientras cada día cuenta en campaña, y faltando una semana para las elecciones, el caos económico se hizo presente. Pero también asomaron los egos de los políticos que, en lugar de buscar soluciones, se miden entre ellos.

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