Este martes se confirmó extraoficialmente la decisión de las empresas YPF y Petronas de instalar la planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Río Negro, en lugar de Bahía Blanca. Si bien el presidente de la Nación Javier Milei ya había dejado clara su postura al respecto, esta determinación corresponde, además de los ideológicos, a una serie de factores técnicos y económicos y políticos.

Una de las principales razones por las que Río Negro, específicamente el puerto de Punta Colorada, fue la opción elegida por los directivos de las empresas, auditoría técnica mediante, fue la profundidad de las aguas del Golfo San Matías, que resulta crucial para el ingreso de buques de mayor tamaño. Este punto resulta fundamental para mantener la competitividad en el comercio internacional, dado que Argentina no se encuentra en una ruta comercial principal. En contra partida, Bahía Blanca, que enfrenta un tráfico significativo debido al comercio de granos y su puerto requiere de la realización de un dragado que le de mayor profundidad para el ingreso de los buques.

Aunque algunos sectores creen que la decisión política ya estaba tomada, el Régimen de Incentivos para la Generación de Inversiones Estratégicas (RIGI) puede haber tenido una ingerencia preponderante en la pata económica del proyecto. En esta instancia, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, se movió rápido y, en tanto estuvo reglamentado por el Poder Ejecutivo Nacional, adhirió al régimen a través del voto mayoritario de la Legislatura provincial. Seguidamente, consiguió la adhesión de varios municipios y el apoyo de gremios, provincias patagónicas y otras voluntades. Dando certezas así de las ventajas impositivas que ofrecerá la provincia y el consenso social hacia el proyecto.

Axel Kicillof, por su parte, mientras veía la inversión alejarse, profundizó el conflicto con Javier Milei y no pudo salir del laberinto ideológico que le supone ser el máximo referente -en tanto responsabilidad política- del sector mayoritario de la oposición al Gobierno nacional.

La inversión y el futuro del GNL

La planta de GNL en Río Negro representa una inversión de aproximadamente 40 mil millones de dólares, de los cuales 30 mil millones están destinados al desarrollo de infraestructura, incluyendo gasoductos. Esta inversión está orientada a aumentar las exportaciones del gas extraído de Vaca Muerta, resolviendo así también uno de los principales cuellos de botella que limitan el desarrollo de la cuenca neuquina. En conjunto con el desarrollo del Oleoducto Vaca Muerta Sur constituirán el Golfo San Matías en un hub exportador de recursos hidrocarburíferos y darán un potente movimiento económico a la región.

Cabe destacar, además, que Pan American Energy (PAE) anunció semanas atrás su colaboración con la empresa noruega Golar para el suministro de un buque de licuefacción, el FLNG Hilli Episeyo, que llegará a la Argentina en 2027. Este buque, de casi 300 metros de longitud, permitirá la conversión del gas a estado líquido y es un paso previo a la construcción de una planta de GNL en tierra firme, cuyo sitio de amarre también está en evaluación.

En resumen, la elección de Río Negro para la planta de GNL responde a una combinación de ventajas técnicas, incentivos económicos y la efectividad en la promoción del proyecto por parte de las autoridades locales, frente a los desafíos logísticos y la falta de argumentos específicos en Bahía Blanca.

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