Tres portazos y un amor inesperado: La historia de Paula y Eduardo

Allá por el 2001, en pleno invierno patagónico, el destino conspiró para unir a dos almas en apariencia opuestas. Paula tenía 28 años y -como ingeniera- había comenzado a trabajar en movimientos de suelos, un ámbito predominantemente masculino que la enfrentaba a desafíos constantes. Allí conoció al topógrafo José Dunaj, quien enseguida vio en ella a una futura nuera ideal.

Escuchá su historia en este episodio de “Amores y Algo Más”, el podcast de ADNSUR. Si no tenés Spotify, podés escucharlo acá.

José decidió tomar cartas en el asunto y presentarle a su hijo Eduardo a Paula, esperando que ambos congeniaran en el trabajo. Sin embargo, lo que comenzó como una relación laboral conflictiva se convirtió en un torbellino de odio y desencuentros. Los portazos resonaban en el ambiente, pareciendo alejar cualquier posibilidad de algo más que una mala relación en el ámbito profesional.

“Empecé a trabajar en una empresa, y había otra empresa que la supervisaba y ahí estaba él, Eduardo… y cuando se enteraba que a mí me asignaban algún trabajo él pedía estar en el equipo de supervisión, y así lo conocí”, recuerda Paula.

Paula, marcada por una relación amorosa anterior que había dejado cicatrices en su corazón, no tenía ningún interés en el amor ni en comprometerse nuevamente. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella y Eduardo. En un giro inesperado, el odio que los consumía lentamente se transformó en un sentimiento profundo y genuino: el amor.

“Yo venía de una ruptura de esas que tenémos cuando somos jovencitas que te parece que el mundo se te va a terminar, y sumado a eso tenía esta tarea laboral que me inspeccionaba Eduardo y jamás me aprobaba las tareas… su manera de llamar mi atención era desaprobarme”.

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Recuerda que “le tenía una bronca, un odio tremendo, cada vez que sabía que me tocaba el yacimiento donde estaba él, sufría, pero no podía quejarme y decir que no quería ir a trabajar. Y cuando llegaba estaba él con su super equipo y su super camioneta, y yo con una gomera”.

“Lo fui enfrentando, las cosas en el país cada vez iban peor y le decía que si nos seguian presionando tanto nos iban a echar a todos de la empresa. Un día fui a su oficina y como joven impertinente que era le grité eso en frente de todos sus empleados”, cuenta Paula

“Él me dice ‘a la primera que van a echar es a vos’… peor, salí, le cerré un portazo la puerta de vidrio, se la reventé”

“Ahí él salió a acompañarme y se ofreció a colaborar conmigo en enseñarme a usar los mismos equipos que tenía él, para que podamos llegar a un acuerdo, porque era como que hablabamos de cosas diferentes”. 

Fueron sumando anéctotas, encuentros y desencuentros, hasta que “cambiamos la polaridad y empezamos a trabajar como un buen equipo”, menciona. “Hasta que alguna vez trabajando me robó un beso”.

Solo seis meses bastaron para que Paula y Eduardo dejaran atrás el resentimiento y se embarcaran en una apasionada historia de amor. Pronto decidieron convivir, construyendo una relación sólida que ha resistido el paso del tiempo. Han transcurrido 22 años desde aquellos difíciles inicios y, en su camino, han creado un legado de amor que se refleja en sus dos hijos.

Del odio al amor, dicen que hay un solo paso. La historia de Paula y Eduardo es un testimonio viviente de esta afirmación. Dos almas que, a pesar de sus diferencias y conflictos iniciales, lograron encontrar en el amor una fuerza capaz de transformar sus vidas para siempre. En un mundo lleno de adversidades, su historia es un recordatorio de que el amor verdadero puede surgir en los lugares más inesperados y derribar barreras aparentemente insuperables.

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