Pilar Sonzini es una ingeniera civil de Comodoro Rivadavia que hace casi 5 años decidió emprender una aventura que la llevaría a cruzar el charco y recalar en la mismísima ciudad de París. Su historia, llena de desafíos y descubrimientos, nos transporta a la realidad de ser un argentino viviendo en la capital francesa.

"Cuando terminaba la facultad, me gané una beca para hacer un intercambio en Francia. Mi plan era quedarme unos meses, disfrutar y luego volver a Argentina o quizás irme a Italia. Pero el COVID-19 cambió todos mis planes", relata Pilar, quien llegó a Francia justo cuando se decretaba el confinamiento.

Lejos de desanimarse, Pilar se vio obligada a reinventarse y buscar trabajo para poder subsistir en la ciudad. "Me tocó trabajar en una obra, rodeada de hombres de 60 años a los que no les interesaba ser sociales conmigo. Tuve que forzarme a aprender francés porque era la única forma de comunicarme y sobrevivir", cuenta.

Ese esfuerzo le valió el dominio del idioma, algo que hoy le permite desenvolverse con soltura en su trabajo como ingeniera. "Hoy en día puedo trabajar y vivir completamente en francés. Claro que mi acento sigue delatando que no soy de acá, pero me las arreglo bastante bien", afirma orgullosa.

Pilar por las callecitas de París.

CHOQUE CULTURAL

Más allá de los desafíos lingüísticos, Pilar también tuvo que adaptarse a un estilo de vida muy diferente al que estaba acostumbrada en Argentina. "Acá es normal vivir en una habitación de 10 metros cuadrados con una persona. En Argentina estamos más acostumbrados a vivir solos o con familiares. Eso fue un gran choque cultural para mí", confiesa.

Sin embargo, la joven comodorense encontró la forma de crear su propio "hogar" en París. "Armé un grupo de amigos argentinos con los que me junto a ver los partidos de la Selección o a comer asado. Somos como 20 y nos apoyamos mucho. ¡Hasta tienen un cartel en la entrada de su casa que dice 'Las Malvinas son argentinas'!", ríe.

Ese sentido de comunidad le ha permitido a Pilar sobrellevar la distancia con su familia y los amigos que dejó en Argentina. "Extraño mucho a mi familia, pero acá me hice mi propia familia con estos amigos. Compartimos momentos muy lindos y eso me ayuda a sobrellevar la lejanía", expresa.

Más allá de las dificultades, Pilar destaca la riqueza cultural que le ha brindado vivir en París. "Es una ciudad increíble, con una mezcla de culturas que la hace única. Caminar por sus calles es una locura, te sentís en un sueño. Claro que el día a día no es color de rosa, los metros llenos, la gente manifestándose. Pero me encanta", confiesa.

Y si bien reconoce que el costo de vida en la capital francesa es muy elevado -"un departamento de una habitación te sale 1500 euros al mes"-, Pilar asegura que el Estado brinda importantes ayudas que facilitan la vida de los jóvenes. "Gracias a eso, mis primeros años acá pude pagar solo 150 euros por mi habitación en una residencia", cuenta.

Consultada sobre la relación con los franceses, Pilar admite que hay cierta rivalidad, sobre todo en temas futbolísticos. "En la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, cuando pasó el barco de Argentina, nos gritaron y abuchearon. Y en el Mundial, antes de que ganáramos, ya nos odiaban", recuerda.

Sin embargo, en su día a día no ha sufrido mayores problemas. "Sí me molestan con el tema de Argentina, pero nada más. Nunca nadie me trató mal por ser argentina", afirma. De hecho, destaca cómo un grupo de amigos franceses se "argentinizó" por completo, llegando a colgar banderas y fotos de Maradona en su hogar.

"Es increíble cómo se apasionaron por Argentina. Ahora toman mate, nos invitan a comer asado y hasta defienden a capa y espada que las Malvinas son nuestras. ¡Son unos argentinos más!", ríe Pilar.

Esa mezcla de culturas, esa posibilidad de "contagiar" a los franceses con la pasión argentina, es uno de los aspectos que más valora Pilar de su experiencia en París. "Venir a Francia me hizo crecer mucho como persona. Conocí gente nueva, me animé a hacer cosas que jamás hubiera hecho en Argentina. Es una experiencia que te marca para siempre", reflexiona.

Y si bien aún no sabe si su futuro a largo plazo estará en Francia o en su querida Comodoro, Pilar anima a todos aquellos que dudan en dar el salto. "¡Háganlo! Es una oportunidad única de conocer el mundo y descubrir cosas nuevas. Sí, se extraña la familia y los amigos, pero te creas tu propia familia acá. Y Argentina siempre te va a recibir con los brazos abiertos", concluye.

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