COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR / EL ANÁLISIS DE LA NOTICIA) - El problema de la inseguridad no es nuevo, pero periódicamente emite señales de recrudecimiento a las que conviene no pasar por alto.  ADNSUR ha informada en las últimas semanas sobre la creciente ola de hechos delictivos en Comodoro Rivadavia, lo que surge de la comparación estadística entre los primeros meses de 2016 y el mismo período de 2015, lo que fue confirmado luego por la fiscal Mónica García.

El gobierno provincial reaccionó con una medida que abre la polémica: la presencia de la Gendarmería en barrios de alta vulnerabilidad, aunque desde ámbitos judiciales se advierte lo que fue confirmado días atrás por el secretario de Seguridad del Municipio, Antonio Zúñiga: en las comisarías de la ciudad hay escasez de personal policial.

La falta de recurso humano en Comodoro Rivadavia tampoco es nueva, pero al parecer ha vuelto a profundizarse. Zúñiga dijo días atrás que hay comisarías de sectores muy populosos, como los barrios Isidro Quiroga y Mosconi, cuyas comisarías cuentan con apenas seis o siete efectivos por turnos, que deben desdoblar tareas entre la presencia policial en las calles, la atención de situaciones delictivas y el cuidado o vigilancia de presos que, como es sabido (y a raíz de la emergencia carcelaria) también inundan las comisarías.

PROBLEMAS ESTRUCTURALES

Aunque no hay razones claras para atribuir el incremento en la cantidad de hechos delictivos (4 homicidios en los primeros 3 meses de este año, además de 89 robos agravados, entre otros indicadores preocupantes), sí parece haber problemas estructurales que se profundizan cuando su atención no es sostenida en el tiempo.

El deterioro de móviles policiales y la necesidad de restablece el Comando Radioeléctrico (desafectado en la gestión de gobierno anterior cuando se puso en marcha el sistema de “cuadrículas”) fue otro de los elementos requeridos desde el gobierno municipal, en un encuentro con el actual jefe de Policía, comisario Luis Ale.

“Lo que se necesita es mayor presencia policial en las calles, nosotros no podemos frenar esta ola con medidas judiciales”, afirma una alta fuente del sistema judicial, que conoce de cerca el funcionamiento y las falencias que lo aquejan.

No sólo se trata de números, sino de un aumento en la gravedad de los hechos. En las últimas semanas fue llamativa la violencia usada por delincuentes, al ingresar a domicilios sin importar la presencia de moradores en su interior. Si bien este tipo de delito no es nuevo, sí es notable el incremento en la frecuencia con que se producen.

Ello se ve favorecido por un sistema carcelario colapsado, que lejos de contribuir a la reinserción social de los delincuentes parece generar las condiciones para un incremento en su carrera delictiva: fueron llamativos los hechos de delincuentes que aprovecharon beneficios, tales como salidas transitorias (¿se cumplen los pasos que establec e la ley antes de conceder estos beneficios, como los informes socio ambientales y otras evaluaciones de los reos?) o las prisiones domiciliarias por falta de gas en la Alcaidía, para cometer nuevos y violentos asaltos.

Por lo demás, son conocidos los relatos de vecinos de sectores populares y planes de vivienda que en determinadas horas del día, deben encerrarse ante el estampido de disparos de armas de fuego, con total impunidad.

Si la Gendarmería podrá evitar esas situaciones, es una discusión que retrotrae al rol de cada una de las fuerzas. Habrá que esperar los primeros resultados, para saber si se trata de una solución adecuada.

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