RUSIA (ADNSUR) - Viktoria Sagalakov, de 20 años, dejó a su hijo Maxim en manos de sus padres en la localidad de Kharoy, para irse de viaje. Al regresar se encontró con los restos carbonizados del pequeño de tan sólo 11 meses.

El hecho tuvo lugar el martes,  cuando en un supuesto estado de borrachera extrema, los abuelos de Maxim lo introdujeron en el horno encendido. Se cree que el chico murió incinerado.

El abuelo, identificado como Miyagashev, de 47 años, habría tomado grandes cantidades de vodka para paliar las temperatura bajo cero que se registraron por estos días en Siberia. Así lo confirmó Evgeniy Borgoyakov, un vecino de la familia, a la prensa rusa.

"Volvió a la casa y podíamos escuchar cómo metió al bebé en el horno de leña. Y eso fue todo", describieron a el sitio Daily Mail. Otros habitantes de la localidad aseguraron que Miyagashev y su mujer, de 42 años, solían cuidar muy bien del pequeño sin ningún inconveniente.

Las autoridades anunciaron que el caso se está investigando como un asesinato y la pareja podría ser condenada a cadena perpetua.

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