COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - El Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia condenó por comercio de estupefacientes a siete años de prisión a Raúl Alberto Quiroz. El sujeto ya estaba preso en la Unidad 7 de Resistencia, Chaco, pero desde la cárcel le vendió droga para distribuir en Comodoro a Pablo “Chavo” Leiva, a su vez sentenciado a seis años por su venta al menudeo. Son cuñados.

Según el fallo al que tuvo acceso ADNSUR, el contacto era Yanina Alejandra Mancilla, concubina de Quiroz. Por transporte de estupefacientes fue condenada a cinco años de cárcel. Está en prisión domiciliaria y fue declarada reincidente. Visitó 42 veces a Quiroz en la cárcel entre enero y julio de 2015. Él le enseñaba cómo embalar la droga para ingresarla al circuito y daba instrucciones para intermediar con Leiva.

Un cuarto condenado fue Mariano Gabriel Rodríguez, por tenencia simple de cocaína y marihuana, a dos años de prisión en suspenso. Deberá cumplir cien horas de trabajo comunitario gratuito en una institución de bien público y someterse a un tratamiento desintoxicante y de rehabilitación sobre su adicción a la cocaína.

La causa se inició el 14 de abril de 2015 por una denuncia con identidad reservada: en la plaza cercana a la Escuela 799 del barrio Ciudadela se vendería droga. Durante tres meses se observó a jóvenes que llegaban en coche hasta un garaje de la esquina de Tronador y Los Andes. Se quedaban un par de minutos, hacían pasamanos y se retiraban.

EL PROVEEDOR

La intervención telefónica reveló como proveedor a Leiva. Lo vigilaron. Contaba con varios punteros a quienes les reclamaba pagos y pactaba compra venta de estupefacientes. El teléfono de su mayorista proveedor tenía prefijo del Chaco: era Quiroz.

Leiva le pagaba los envíos con giros mediante “Andesmar”. Cruzaban saludos de cumpleaños y mensajes sobre cómo estaban los sobrinos, ya que la pareja de Leiva era hermana del hombre preso. De las escuchas a Quiroz surgieron conversaciones con su concubina Mancilla sobre compra y traslado de cocaína. En julio de 2015 ella decidió viajar a Comodoro. La Policía la vigiló desde Arroyo Verde y la detuvo en Garayalde.

En dos bolsos llevaba 1.000 tizas de cocaína - más de 8 kilos y medio envueltos en piñatas- y 6 mil pesos. En su celular el único contacto era Quiroz, con 35 mensajes el mismo día del viaje. Leiva fue detenido y le hallaron 100 troqueles de LSD. Declaró su arrepentimiento. “En ese momento consumía mucha cocaína y estaba perdido, y después apareció el LSD; lo consumía por la boca”.

Rodríguez se declaró consumidor de estupefacientes pero siempre solo. “La cocaína la fuma, el efecto es muy rápido y uno enseguida quiere más, puede consumir 10 gramos por día”. La disuelve en una cuchara y queda un cristal que se fuma con ceniza de cigarrillo en una lata. “Marihuana fuma 8 a 10 cigarrillos por día. Trabaja y consume durante el día (…) Compró la droga encontrada en su casa a un conocido de Truncado, que le dijo de un dominicano que se iba del país y se la vendía barata. Se arrepiente toda la vida”.

Quiroz dijo no entender de qué lo acusaban. Está preso hace dos años y nueve meses. Con Mancilla vivían juntos en Resistencia, Chaco. Quiroz vivió en Comodoro y Río Mayo. De 2002 a 2012 se fue a Chaco con Mancilla. Desde que se lo detuvo ella iba y venía de Resistencia a Comodoro.

Así conoció a Leiva. Para negar su participación Quiroz declaró que en Chaco su cárcel “es de máxima seguridad, cada quince días tiene requisa y es imposible poseer teléfonos, se comunicaba con Mancilla a través de un fijo y puede ocurrir que los detenidos usen el nombre de otro interno para realizar ilícitos, lo ha escuchado”.

El jefe de la División de Drogas Peligrosas, Julián Vilches, explicó a los jueces que el proveedor de la cadena de comercio era Leiva. Contaba con punteros para comprar tóxicos y revenderlos en Comodoro. Además de su casa en Alcorta al 400, Leiva poseía otro predio en Km. 17 “Huerta La Perla”, donde también se interceptaron movimientos y se secuestró droga.

La Policía lo vio a Leiva retirar un sobre de cartón anaranjado en la terminal. Se lo entregó a un hombre, quien se lo llevó a la boca, “típico ademán de consumir LSD colocándolo sublingual”. Leiva sería detenido en la misma terminal. Llevaba una plancha de cartón con dibujitos animados, envuelta en papel film.

DOSIS

Eran 100 troqueles de ácido lisérgico. Cada troquel sirve para hasta 4 dosis. Depende de la concentración de LSD.

El fallo lo firmaron Luis Alberto Giménez, Nora Cabrera de Monella y Enrique Guanziroli.

“La droga es un flagelo que ha invadido nuestra sociedad, todos los estratos sociales están atravesados, sin distinción alguna penetró con una vehemencia inusitada y ocurrió ante la indiferencia de algunos y la complicidad de otros, donde la ausencia de valores y la desintegración de la familia es cultivo para las mentes corruptas y asesinas”.

“Los esfuerzos para detener el avance de esta epidemia resultan insuficientes, deben construirse políticas de Estado que por un lado fortalezcan la prevención –sobre todo en los niños y jóvenes-, y que por otro lado combatan el tráfico, desterrando toda práctica que favorezca su crecimiento. Se necesitan más recursos, humanos y materiales, pero sobre todo decisión y convencimiento de que no queremos para nuestra sociedad, ni para nuestras familias este cáncer que destruye. Minimizar o relativizar la acción no ayuda: se debe crear conciencia”.

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